Orador, escritor, dirigente universitario, mexicano universal y luchador por las mejores causas de México fue Luis Calderón Vega, padre de Felipe Calderón Hinojosa, el candidato presidencial del PAN.
Trascendió su país y su tiempo, y su intelecto se nutrió del pensamiento mexicano, latinoamericano y universal para verterlo en universidades, congresos, conferencias, libros, periódicos, mítines, en documentos políticos y en la vida misma.
Nacido en Morelia (27 de febrero de 1911) ahí quedaron sus cenizas (siete de diciembre de 1989) junto al núcleo de sus amores: su esposa María del Carmen y sus hijos Luis Gabriel, María del Carmen, Luisa Guadalupe, Juan Luis y Felipe, todos profesionistas y seguidores tres de su vocación política.
El natalicio prefiguró su misión, pues nació un 27 de febrero, como dos figuras señeras del México del siglo XX: José Vasconcelos (en 1882) y Manuel Gómez Morín (en 1897) cuyo magisterio de ideas y lucha abrevó y secundó, sobre todo del último a quien acompañó de las lides universitarias a las políticas para fundar Acción Nacional, con una pléyade de mexicanos de excepción que resolvieron instaurar “una Patria ordenada y generosa” en plena era cardenista.
De su militancia panista dijo: “quizá ha sido la más bella y pura aventura y entiendo ésta no como acción de riesgo sino como ocasión de descubrir otras almas y enriquecer con ellas el espíritu propio”.
Luchó desde la Universidad de San Nicolás de Morelia, de donde fue expulsado por combatir los extremismos marxistoides. En el DF. amplió su visión provinciana e ingresó a la UNEC (Unión Nacional de Estudiantes Católicos) “novia a quien se entregó sin regateos” y en la que peleó por la autonomía y libertad de cátedra universitarias como miembro y presidente.
Allí fue alumno de jesuitas magistrales: Ramón Martínez Silva, Jaime Castiello y Julio Vértiz y compañero de jóvenes que destacaron después en diversos sectores, como Manuel Ulloa Ortiz, Guilebaldo Murillo, Luis Islas García, Carlos Septién García, Daniel Kuri Breña, Luis de Garay, Armando Chávez Camacho, Jesús Pérez Sandi, Juan Sánchez Navarro, Juan Landerreche Obregón, Gonzalo Chapela, Armando Avila Sotomayor, Antonio Gómez Robledo, Javier Guzmán Rangel, Jesús Hernández Díaz, Hugo B. Margáin, Francisco Chávez González y Alfonso García Robles (Premio Nobel de la Paz).
Sembró la semilla panista en gran parte del país; en Michoacán fue fundador con los de la “generación del diez” (1910) como Miguel Estrada Iturbide, Alejandro Ruiz Villaloz, Porfirio Martínez Peñalosa y Gonzalo Chapela y Blanco. Con tan buena mano que allí el PAN logró a su primer alcalde, Manuel Torres Serranía (de Quiroga) su primer diputado local, Alfonso Hernández Sánchez y a uno de los primeros diputados federales, en 1943, Miguel Ramírez Murguía (por Tacámbaro) que lo fue con Juan Gutiérrez Lascuráin, Antonio L. Rodríguez y Aquiles Elórduy.
Don Luis dejó huella en todas las plataformas políticas durante su fructífera militancia, y tanto se le reconoció que las dos máximas figuras del PAN, Manuel Gómez Morín y Efraín González lo invitaron a prologar sus libros Diez Años de México y Humanismo Político, compilaciones de los discursos básicos que definieron la ideología y programas de Acción Nacional.
Siete veces fue candidato a diputado federal: en 1943 por el distrito de Zitácuaro, por el de Zamora en 1946; en 1949 por Linares, Nuevo León; en 1961 y 1967 por Morelia y en 1970 por el III del DF. En todas realizó campañas muy intensas.
Hasta 1979 llegó al Congreso de la Unión en la LI Legislatura, a los 68 años y con frecuencia lo acompañaba a sesiones su hijo Felipe, adolescente de 17 años a la sazón, quien se asomó así a los avatares legislativos y políticos para madurar su vocación de servicio a México. Recorrió muchas veces el país para dictar conferencias y actuar en reuniones, convenciones y congresos, y Latinoamérica y Europa para representar a México en congresos, como el Iberoamericano de Estudiantes Católicos (en Italia) y el Internacional de Cooperación Intelectual (en España) entre muchos.
Su vocación de escritor la volcó en sus libros: Don Nadie, Los Siete Sabios de México, Apuntes Generales para la Introducción a una Sociología Elemental, Cuba 88, La Reacción, Retorno a la Tierra, El 96.47 por Ciento de los Mexicanos, Política y Espíritu, Memorias del PAN y Reportaje sobre el PAN. Estos le merecieron el justo título de historiador de su partido.
De espíritu amplio, fue amigo de personajes de otros credos, como los priistas Natalio Vázquez Pallares (cardenista destacado) y Antonio Martínez Báez, entre otros.
“Pionero de la sociología religiosa mexicana, católico abierto al pensamiento universal, político sin temores al diálogo y a eso que llaman ‘tender puentes’, Calderón Vega fue fundador, compañero, testigo, maestro y amigo”, dijo de él a su muerte la revista La Nación en su editorial.
Armando Ávila Sotomayor escribió en Excélsior: “Es justo reconocer la obra del líder universitario y político, del periodista y tribuno y de sus servicios a la cultura y a México. Luchó por una patria sólida, próspera y depositaria de valores eternos”.
En “notas autobiográficas” que dejó a su esposa e hijos apuntó: “...he pensado que si Dios me dio algunos talentos evangélicos y el Espíritu me dotó de dones, nunca he debido encerrarlos sino ponerlos al servicio de la verdad y del bien para los demás”.