Manifestantes contra el G8 atraviesan un campo de cereal para evitar los controles de la policía cerca de Bad Doberan, Alemania. Miles de manifestantes acudieron para intentar bloquear los accesos a Heiligendamm, sede de la cumbre del G8. (EFE)
La policía alemana recurrió a chorros de agua para disipar a cientos de manifestantes que lograron llegar hasta la valla de 12 kilómetros que rodea las instalaciones donde se celebra la cumbre del Grupo de los Ocho.
Con marchas en el campo, rápidos movimientos coordinados en columnas y un ambiente festivo propio de un carnaval, cerca de diez mil manifestantes contra la cumbre del G8 consiguieron hoy llegar a la valla que protege el balneario de Heiligendamm y cortar numerosas carreteras.
Los manifestantes lograron cortar uno de los dos únicos accesos directos por carretera al balneario y bloquearon la autopista que conduce al aeropuerto de Rostock-Laage, justo cuando llegaban en cadena la mayoría de los jefes de Estado y Gobierno a la cumbre del G8.
Aunque los estadistas no se vieron afectados por los cortes, ya que su traslado al balneario se produjo en helicóptero, si sufrieron los bloqueos la mayoría de los miembros de sus respectivos séquitos, que debieron viajar por carretera al hotel de la cumbre que comienza esta noche y finaliza el viernes próximo.
La Policía sólo se vio obligada a hacer uso de cañones de agua, gases lacrimógenos y porras para obligar a retirarse a un reducido grupo de manifestantes violentos que trató de forzar la valla, refriega en la que resultaron heridos leves 8 agentes, que fueron atendidos en el lugar de los hechos.
Axel Falkenberg, portavoz de la Policía, comentó que, salvo ese incidente, la protesta se desarrolló pacíficamente y aseguró que los agentes mantuvieron permanentemente la situación bajo control en lo que se considera el mayor despliegue de seguridad en la historia de este país.
No opina igual Christoph Kleine, portavoz de llamado Bloque G8 organizador de las protestas, quien comentó que la Policía no podía seguir a los manifestantes con sus vehículos pesados en el campo, por donde también tenían dificultades para moverse las unidades antidisturbios con sus pesados protectores y cascos que limitan su capacidad de movimiento.
"Pudimos movernos sin ningún impedimento a través de los campos. La Policía no parecía estar muy preparada", afirmó el portavoz de los organizadores de la protesta.
Kleine explicó que los manifestantes aplicaron "la estrategia de los cinco dedos", que habían ensayado previamente y por la que un gran grupo de activistas se divide en cinco columnas para esquivar y desorientar a la Policía para mas adelante volverse a unir y formar de nuevo un grupo compacto.
Esos movimientos rápidos cruzando bosques forzaron a la policía a utilizar mas de una docena de helicópteros de transporte pesado para mover a los agentes antidisturbios de un lugar a otro en torno a la valla de seguridad de mas de doce kilómetros que rodea Heiligendamm.
Los manifestantes consiguieron incluso cortar las vías del pequeño tren de vapor "Molli" que une Kühlungsborn, balneario sede del centro internacional de prensa, con Heiligendamm, obligando a los organizadores a improvisar el transporte de un lugar a otro de los enviados especiales en botes de la Marina a través del Báltico.
En todo caso, el ambiente fue mayoritariamente festivo y los manifestantes, muchos disfrazados de payasos o policías y militares de opereta, parecieron tomarse su protesta como un juego del gato y el ratón y consiguieron marear a los agentes, que tuvieron dificultades para seguir sus rápidos movimientos.