Llegó sin avisar y se presentó a sí misma:
-Soy la letra ese, su segura servidora.
Noté que farfullaba al hablar, cosa más propia de la letra efe que de la ese. Le pregunté, sin embargo:
-¿En qué la puedo servir?
Respondió con tartajosa voz:
-Me molesta que la gente diga a propósito de los borrachos: "Caminan haciendo eses". Tal expresión me denigra injustamente.
Yo iba a decirle que no debía darse por aludida. Aquella era una frase hecha que no llevaba segunda intención. Pero en eso sentí su aliento: olía a alcohol. Tuve lástima de la pobre letra ese. Seguramente bebía para olvidar su pena. Ya no le dije nada. Ella me miró con ojos vidriosos y luego se alejó. Al caminar iba haciendo eses.
¡Hasta mañana!...