
Peligran pirámides chinas
Los monumentos del reino Xia se encuentran en gran riesgo, ya que la erosión del desierto esta provocando grandes daños en las construcciones.
Las antiguas civilizaciones chinas también construyeron pirámides para honrar a sus monarcas fallecidos, como en Egipto, y las que se conservan en la actualidad, en la norteña región de Ningxia, se ven amenazadas por la desertización y la erosión del viento, que ya ha agrietado algunas.
Seis grandes pirámides, de unos 15 metros de altura, rodeadas por decenas más pequeñas, emergen en los secos páramos de las afueras de Yinchuan, la capital regional, donde hace mil años se encontraba el poco conocido reino Xia del Oeste y donde hoy conviven musulmanes de la etnia Hui y chinos de la mayoría Han.
Las pirámides fueron descubiertas a finales de los años 70, durante las obras de construcción de un aeropuerto, y como recuerdo de ello, son sobrevoladas casi continuamente por aviones militares chinos que despegan y hacen maniobras aéreas desde una base cercana.
Visitadas por miles de turistas, las pirámides de arcilla no son demasiado espectaculares y la lejanía entre unas y otras hace difícil admirarlas, pero forman parte de la historia china y permiten a los habitantes del país afirmar con orgullo que también ellos, como los aztecas, mayas o egipcios, erigieron monumentos piramidales.
El subdirector del organismo que se encarga de la conservación de estos monumentos, Dai Wenzhen, lanzó en 2006 un grito de alarma, asegurando que la mayor de las pirámides de los reyes, de unos 15 de metros de altura, tenía una grieta de un metro de longitud y dos de profundidad.
Ello amenazaba con su derrumbe, por no hablar de las tumbas más pequeñas, destinadas a consortes y nobles, que nunca han sido restauradas y presentan un pésimo estado, debido sobre todo a la erosión que causan la lluvia y el viento procedente del desierto.
Los monumentos del reino Xia se encuentran en una zona semidesértica, cerca de los grandes desiertos mongoles, y aunque el cercano río Amarillo y las montañas Helan ejercen de barrera natural, ello no impide que cada año alguna tormenta de arena que otra asuele el lugar.
El director del museo, Shi Peiyi, señaló que un año después se ha logrado reducir el riesgo de derrumbamiento que mostraba la grieta, pero reconoció que los problemas derivados de la erosión continúan.