La mexicana Maria del Rosario Espinoza enseña su medalla de oro de la categoría +67kg de taekwondo femenino. EFE
Simplemente una actuación magistral fue la que tuvo esta noche la mexicana María del Rosario Espinoza y en cada uno de sus tres combates previos a la final hizo vibrar a cada rincón de México y más cuando a 17 segundos de la última etapa del combate definitivo tiró la patada que le valió el oro.
El camino que tuvo la sinaloense para apoderarse del metal áureo tuvo que ser con el alma triunfante, ya que desde las tribunas contó con el apoyo de una veintena de nacionales, quienes corearon en todo momento el nombre de la taekwondoín, que compitió en la categoría de +67 kilogramos.
Sobre el tatami de la Universidad de Ciencia y Tecnología de Pekín, la sinaloense demostró su condición de ser la mejor del mundo, ya que sólo le faltaba este metal para ver cumplido su sueño y de esta manera convertirse en la mejor atleta del país.
Primero eliminó a la tunecina Khaoula Ben Hamza, luego siguió la sueca Karolina Kedzierska y para rematar tocó el turno a la británica Sarah Stevenson, quien ya estaba estudiada y sólo era cuestión de repetirle la misma dosis.
En los primeros dos minutos del combate, María del Rosario Espinoza escuchó cómo un grupo de mexicanos en el escenario pekinés la hizo sentirse como en casa y si antes la gente local se había entregado a ella, ahora las cosas fueron diferentes, porque ya estaba en la final.
Una patada dio en el blanco de la noruega Nina Solheim, a quien la desesperación parecía invadirla, porque su deseo era pegar primero y de ahí comenzar a fraguar el duelo.
Para la segunda parte, Pedro Gato, el metodólogo del conjunto nacional desde las tribunas alentó a la mexicana, "vamos, vamos a la derecha, así, guarda distancia!", dijo entre el aliento de las ganas de estar en el tatami y ser parte del duelo.
Sin embargo, fue hasta los dos minutos finales cuando la sinaloense entró en calor, dejó atrás ese momento de análisis de la rival -en el momento del combate, porque antes la estudió varias veces a través del video- y primero dos puntos y luego un compás de espera.
Eran los últimos segundos y las gradas estaban que ardían, se llenaban de júbilo al sentir tan cerca el tacto del oro y en ese momento dos pancartas, que permanecían escondidas, salieron de las entrañas de la "monumental" porra: "Vamos Sinaloa!" y "Chayo", en español y también en chino.
Aquellas frases fueron la arenga para la originaria de La Brecha, una localidad sinaloense que vio como la pequeña María se daba de patadas con sus amigos en el patio trasero de la casa.
La cuenta regresiva comenzó, los últimos segundos de aliento son los más angustiantes y María del Rosario Espinoza sólo trataba de aguantar, tenía el "match" en su poder y sin perder la concentración y tranquilidad dio un vistazo al reloj, la pelea estaba por culminar y sólo hay que esperar.
Y cuando se escuchó la señal final, ella simplemente sonrió y abrazó a su contrincante, había terminado la contienda y tenía el metal en sus manos, el símbolo que la convierte en la mejor deportista mexicana en la historia, con el título panamericano en Río de Janeiro 2007 y mundial en el mismo año.
Y ahora el oro olímpico, que además la convierte en la segunda mujer en obtener la máxima distinción olímpica. La primera fue Soraya Jiménez, quien en Sydney 2000 hizo vibrar a México como ahora lo hizo la sinaloense.