El Arroyo de la Cañada del Obispo se disfruta por su frescura y pureza. Este niño goza al ver a los pececillos.
TURISMO
Montañas y lagos de Canatlán y Nuevo Ideal invitan a la reflexión y esparcimiento.
Canatlán, Dgo.- Te invito a recorrer algunos parajes de este municipio y Nuevo Ideal. Viajamos por la carretera a Parral, en el kilómetro 36.5 nos desviamos a la izquierda para tomar caminos y brechas entre milpas para llegar los poblados El Carmen y 22 de Mayo, lugares que recorrieron los misioneros como parte del antiguo Valle de Cacaria.
Penetramos a la Cañada del Obispo, donde sus montañas invitan a la reflexión y esparcimiento; para quienes gustan de sentir la adrenalina está el deporte extremo, seguro que hace siglos fue paso y fortín de guerrero y refugio de perseguidos como lo fue el obispo de Durango, José Antonio Laureano Zubiría y Escalante.
Elección. A pesar de ser conocidos sus riscos por algunos viajeros de época en época, no llevan nombre, toman figuras al capricho de sus admiradores; las aguas cristalinas que caen de las cuencas forman un arroyo que refresca a las personas y a la fauna silvestre del lugar.
Hay quienes gustan del paseo en caballo por este lugar, otros en cuatrimoto y algunos más para ejercitar su físico lo hacen a pie o trotando; los pueblos cercanos a la Cañada del Obispo están integrados de hombres de trabajo, dedicados a la agricultura y ganadería.
Nuevo Ideal. Damos un giro al Norte para aproximarnos al poblado El Molino, municipio de Nuevo Ideal, y a tres kilómetros apreciar el Charco Azul, lugar donde reina la tranquilidad, solamente las hojarascas y el movimiento del arroyo rompen el silencio; las montañas se visten de un verde profundo y sus riscos asoman a lo alto como centinelas de su flora y fauna. Aves, adrillas, lagartijas, libres y demás animales viven en su espacio.
Bueno, será hasta la próxima semana cuando brindemos imágenes y comentarios de otro lugares de nuestro pueblo, del Durango desconocido. Esperamos tus sugerencias o comentarios a través de nuestro correo: [email protected]
Héctor Hernández Morales.
El Siglo de Durango