Los investigadores utilizaron fragmentos de ADN como panecillos. Ellos agregaron genes de un tipo diferente a las bacterias para permitir a E. coli lanzar al aire los 'panecillos' de ADN.
Investigadores en Estados Unidos crearon "computadoras vivientes" como resultado de la alteración genética de bacterias, lo que demuestra que la computación en células vivas es posible y abre la puerta a varias aplicaciones, como el almacenamiento de datos y la manipulación de genes mediante la ingeniería genética.
Las conclusiones de la investigación fueron publicadas en la revista de Ingeniería Biológica del centro BioMed, donde se explica que un equipo de investigación de biología de varias universidades de ese país agregaron genes a bacterias de Escherichia coli, creando computadoras bacterianas capaces de resolver un enigma matemático clásico, conocido como "el problema de los panecillos quemados".
El problema implica muchos panecillos de tamaños diferentes, cada uno dorado y quemado de un lado. El objetivo es clasificar el grupo de panecillos más grandes en el fondo de la olla y todos los panecillos que tienen el lado dorado en la parte superior. Cada golpe invierte el orden y la orientación (es decir cuál lado del panecillo está al frente arriba) de uno o varios panecillos consecutivamente.
El objetivo es amontonarlos apropiadamente con el menor número de golpes.
En este experimento, los investigadores utilizaron fragmentos de ADN como panecillos. Ellos agregaron genes de un tipo diferente a las bacterias para permitir a E. coli lanzar al aire los "panecillos" de ADN. Los científicos también incluyeron un gen que volvió a las bacterias resistentes a un antibiótico, pero sólo cuando los fragmentos de ADN habían sido lanzados al aire en el orden correcto.
El tiempo requerido para alcanzar la solución matemática en las bacterias reflejó el número mínimo de golpes necesarios para resolver el problema de los panecillos quemados. "El sistema ofrece varias ventajas potenciales sobre las computadoras convencionales" señaló el investigador principal, Karmella Haynes. "Un sólo frasco puede tener miles de millones de bacterias, cada una de las cuales podría contener potencialmente varias copias del ADN utilizado para computar”.
Estas computadoras bacterianas podrían actuar en forma paralela una con la otra, lo que significa que las soluciones podrían ser alcanzadas potencialmente más rápido que con computadoras convencionales, utilizando menos espacio y a un costo más bajo", agregó.
Además del paralelismo, la computación bacteriana tiene también el potencial de utilizar mecanismos de reparación y, por supuesto, puede evolucionar después de un uso repetido.