1- SAQUEO. Lavandería china ubicada en Ramón Corona e Hidalgo, atrás del Hotel Calvete; foto tomada el día de la matanza por Gustavo G. Fernández Ríos. Archivo UIA. 2-HORTELANO. La estatua se inauguró hace un año en el primer acto público de desagravio a la comunidad.
“Décadas después de la matanza aún había campañas antichinas, imprimían volantes para perjudicar a los comercios. De niños sufrimos abusos”, dijo Manuel Lee Soriano, de 73 años, descendiente de primera generación, el presidente de la Unión Fraternal China.
A 97 años del genocidio que cobró la vida de 303 personas de origen chino, no se ha dado un desagravio real, a decir de investigadores e historiadores.
“Vámonos con la bola”
Era el año 1911, en la revuelta de Francisco I. Madero contra la dictadura de don Porfirio Díaz.
El 15 de mayo, el general Benjamín Argumedo y su tropa, leales a Madero, entraron a Torreón, tras haber cargado contra Gómez Palacio y Ciudad Lerdo. Los enfrentamientos empezaron en una zona llamada “El Pajonal”, hortalizas en los lotes donde hoy está el Bosque Venustiano Carranza, que llegaban a lo que ahora es la Central Camionera.
Una reserva militar “Los Amarillos”, fiel a Porfirio Díaz, los enfrentó, eran llamados así por el color de su uniforme y no por ser de origen chino.
“Muchos buscaron asilo en el Banco Chino, ya sabían del peligro que había”, declaró Manuel Lee.
A los refugiados en el alto edificio del banco los acusaron de haber disparado contra los maderistas.
Por ello la turba los golpeó, tiró por las ventanas y si no morían, los remataban a tiros o los arrastraban amarrados a las sillas de los caballos.
Por toda la ciudad y ejidos cercanos, los comercios de los asiáticos (que también eran usados como viviendas) fueron saqueados. Los militares andaban en busca de comida y licor, según han relatado los cronistas. “La mayoría de los asesinados eran hombres sin familia, pero se supo de jóvenes y mujeres masacrados”, recalcó Manuel Lee.
El sueño de don Porfirio
“La Laguna seguía una política que el gobierno de Porfirio Díaz alentó”, señaló Carlos Castañón, investigador del Instituto Municipal de Documentación y Archivo Histórico “Eduardo Guerra”.
Castañon, autor del libro Las Dos Repúblicas, explicó: “La idea era que los extranjeros vinieran a poblar el país, pero se prefería gente que blanqueara al pueblo mexicano”.
El llamado no tuvo el éxito que se esperaba y vinieron otras etnias, como los chinos, libaneses y palestinos, entre otros.
A pesar de la abierta discriminación que sufrían, alentada desde el gobierno, la etnia china prosperó en el todo el país.
“Esta gente huía de la crisis política y económica, que China vivía desde décadas antes, a causa de la invasión del Gobierno Inglés que provocó la decadencia de la dinastía del imperio”, dijo Castañón.
Con el ferrocarril también llegaron los chinos, para participar en el cultivo del algodón. La historia de la gran bonanza que trajo este cultivo a La Laguna no es exacta, etnias como la china no alcansaron sus beneficios.
Después de la masacre
“A pesar de que esta comunidad benefició a la región con su trabajo, no eran queridos”, relató Sergio Corona, director del Centro de Estudios Históricos de la UIA-Laguna.
La plebe torreonense tuvo que ser dispersada a carga de sable para que la matanza cesara, apuntó Corona. También se sabe que varios torreonenses protegieron con sus vidas a los chinos perseguidos por la turba.
Los relatos señalan que la familia Dingler protegió al mayor número de chinos en el edificio de lo que hoy es el Instituto Coahuilense de Cultura (Icocult), ubicado en la calle Juárez y la Colón.
El ciudadano Foong Chiw y un doctor Lee se encargaron de recoger varios de los cuerpos y sepultarlos en el Panteón Municipal. Algunos de los cadáveres fueron sepultados en fosas comunes de lo que hoy es la colonia Torreón Jardín.
Sergio Corona señaló que el New York Times abordó el caso en una nota del 9 de junio de 1911. En ella se menciona a Wu Lan Pu como miembro de la legación china en Torreón, y autor de un primer reporte oficial. En él se niega que los residentes chinos hayan disparado a los rebeldes. Se le exigió al Gobierno Mexicano una indemnización de 500,000 pesos por las pérdidas materiales y se reportan 303 personas asesinadas.
“Además Wu Lan Poo dijo en su reporte que, la comunidad china exhortó a sus miembros a no resistir el ataque, que ya desde días antes temían que ocurriera”, dijo Corona.
El Gobierno Mexicano y el del Imperio Chino formaron una comisión para investigar el caso. La indemnización que se solicitó jamás fue entregada. Sólo hasta hace un año el Gobierno de China, aceptó participar en un acto de desagravio, ofrecido por el Ayuntamiento de Torreón, en el que estuvo presente el embajador Ren Gee You.
El relato pendiente
La Unión Fraternal China tiene registradas a 326 familias chinas, pero saben que en La Laguna en total hay poco más de 600 familias de descendientes chinos, todas con mezcla de sangre mexicana.
Hace dos años se inauguró una placa en el antiguo Banco Chino en honor a los caídos y un año atrás se develó la estatua de un hortelano chino en el Bosque Venestiano Carranza. Sin embargo, los investigadores y el presidente de la Unión Fraternal coinciden en que, el miedo y la verguenza han impedido relatar y asimilar este capítulo de la historia de nuestra ciudad.
“Esto se ocultaba e incluso se achacaba a Francisco Villa, cuando se sabe que históricamente él se hallaba en Ciudad Juárez, con Pascual Orozco”, dijo Carlos Castañón.
Incluso algunos de los descendientes más jóvenes de la comunidad china ignoraban que había ocurrido esta masacre, hasta que no se realizaron los actos en el Bosque y el antiguo Banco Chino, señaló Manuel Lee.
“Hubo torreonenses de ambos sexos, humildes y valerosos peones, que arriesgaron sus vidas para salvar otras, y no compartieron el salvajismo de quienes atacaron a los chinos”, declaró Corona.
Como buenos hortelanos, los emigrantes chinos tuvieron paciencia y a través de su trabajo duro y honrado echaron raíces en esta región. La Laguna debe mucho de lo que es al esfuerzo de quienes soportaron el genocidio.
Matanzas
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