
Las familias de Juan Eugenio, todavía están recogiendo partes de sus pertenencias en lo que quedó de sus viviendas.
El potente aguacero que se presentó la madrugada del jueves, también afectó a las familias que viven en la parte baja de este poblado. Seis casas se vinieron abajo y más de 30 viviendas están afectadas por la humedad. Desde el viernes pasado, dos aulas de la Escuela Secundaria número 49 son usadas como albergue.
De las seis familias que perdieron su hogar, sólo cinco de ellas se refugian en el lugar. Han recibido despensas, hules y el apoyo que dentro de sus posibilidades, han podido ofrecerles tanto el presidente de comisariado ejidal de esta comunidad, Margarito Solís Luna y Juan José González de la Secretaría de Desarrollo Social del Estado, quien atiende toda la parte del Cañón de Jimulco.
Inés Suárez, junto a sus nietos e hijos mayores, lograron salir de su vivienda, poco antes de que esta se viniera a bajo. “Cuando empezó a llover, después observábamos que el agua por los arroyos del cerro venía con fuerza e inundaba las casas, fue hasta que nos dio a la cintura cuando decidimos salirnos”.
Ella como el resto de las personas afectadas, levantaron sus casas de adobe en una vega pegada a los cerros, incluso, varias se localizan en el límite de la vía del tren cuyo paso, aseguran, “también ha logrado desmerecer su construcción, pues las paredes se mueven cuando la locomotora está en camino”.
Son gente que vive del campo y muy humildes. Ahora, se quedaron sin su casa y parte de los muebles que lograron salvar, están humedecidos y a punto de desprenderse. Sin embargo, son gente que agradece el resguardo y la alimentación que reciben vía paquetes de despensas.
Crecencia Bernal, ya esa una mujer de la tercera edad y vive con su hijo José Luis de 27 años. Ella confiesa que él y sus vecinas, batallaron mucho para convencerla en dejar su vivienda. “No quería dejar mí casita, mis mueblecitos, pero como soy bajita, el agua ya estaba llegando a mis hombros, fue cuando me dio miedo y salí casi en brazos de mi hijo”.
Cecilia Calderas, junto a sus dos hijos, el más pequeño de 8 meses, perdió todo. “Yo corrí con ellos cuando vi que mí casa parecía una alberca”. En este momento, ellos comparten una de las aulas dispuestas para su resguardo en la institución educativa referida.
María Rosales es otra de las afectadas y fue ella, quien señaló que la señora Elena, “no quiso venir al albergue y mejor se fue con sus familiares a vivir”.
Inés Suárez dijo que en promedio, todos tienen viviendo en el lugar afectado, unos 16 años. “Pero desde hace como 12 años, no había pasado algo así y si sucedió, fue porque el agua que baja de los cerros, ya no tiene salida porque hay muchas personas que construyeron sobre las salidas naturales de ese cauce”.