Los científicos grabaron los chillidos que emiten los cocodrilos antes de eclosionar sus huevos.
El bebé de cocodrilo, aún agazapado dentro del huevo, emite sonidos mediante los que avisa a su madre de que está a punto de eclosionar, a lo que ésta reacciona buscando los huevos en la arena y desenterrándolos, para ayudarle a salir.
"Sabíamos que los cocodrilos emitían sonidos en el huevo, pero no sabíamos para qué servían", comentó a Amélie Vergne la científica de la Universidad Jean Monnet de Saint-Etienne, en el centro de Francia, que junto con el profesor Nicolas Mathevon ha publicado su investigación en la revista "Current Biology".
Los científicos grabaron los chillidos que emiten los cocodrilos antes de eclosionar sus huevos; una voz que evoluciona rápidamente y que se vuelve mucho más grave en pocos días, explicó Vergne, quien indicó que el periodo de mayor charlatanería de estos reptiles es, precisamente, cuando aún no han salido del huevo.
Los científicos separaron diecisiete huevos de cocodrilos del Nilo en tres grupos diferentes.
Al primer grupo, dos veces al día le proyectaban el chillido de eclosión de uno de sus congéneres, al segundo un sonido "de la misma duración que el ruido de eclosión pero sin ninguna significación para el bebé" de cocodrilo, mientras que el tercero de los grupos permanecía en "completo silencio".
El resultado fue que los embriones del primer grupo, los que habían escuchado el grito de un igual rompiendo el cascarón de su huevo, reaccionaron.
En la granja de cocodrilos de la localidad de Pirrelatte, cercana a Lyon, los científicos escondieron altavoces en la arena y reprodujeron el chillido de eclosión a diez madres de cocodrilos.
Todas ellas reaccionaron al sonido proyectado, al menos moviéndose, y ocho de las hembras que participaron en el experimento excavaron la tierra en busca de los huevos.
"La madre ayuda a los bebés a salir, escarbando la tierra", explicó Vergne, quien afirmó, sin embargo, que "no hay que intentar darle un contenido humano a esto".
