La mexicana María Espinoza se proclamó campeona olímpica al derrotar a la noruega Nina Solheim en el combate el oro de la división de +67 kilos del taekwondo de los Juegos Olímpicos de Pekín 2008.
Con una excelente defensa combinada con ataques rápidos, Espinoza superó por 3-1 a Solheim, a pesar de haber sido sancionada con un punto en el último capítulo de esta pelea, ante un público de mexicanos que le acompañó en el escenario olímpico.
La mexicana nunca perdió la ventaja en el tatami, conectó puntos en los momentos precisos en los que su rival abrió su guardia y además se ha protegido muy bien, con una defensa que ha sido su fortaleza.
Espinoza tuvo un largo día en su división al disputar un total de tres combates y pasó por encima de la tunecina Khaoula Bem Hamza, la sueca Karolin Kedzierska, a la británica Sarah Stevenson en la máxima categoría del taekwondo de Pekín 2008.
Esta es la tercera medalla para México en Pekín 2008, dos de oro con la que ganó Guillermo Pérez en la categoría de -58 kilos en el taekwondo y el bronce conseguido por las clavadistas Paola Espinoza y Tatianza Ortiz en los sincronizados de trampolín.
Altas y bajas
La taekwondoín mexicana María Espinoza coronó con el oro olímpico una carrera desarrollada bajo los preceptos que le enseñó su padre Marcelino, un humilde pescador de camarones de un pueblo del estado mexicano de Sinaloa.
"La vida del pescador siempre tiene sus altas y sus bajas" le dijo Marcelino Espinoza a su hija María del Rosario, cuando a sus 12 años, comenzó a practicar el taekwondo de alto rendimiento, lo que le obligó a dejar su casa por largas temporadas.
Ocho años después, a los 20 años, y con el consejo siempre en su mente, María Espinoza conquistó la medalla de oro en un combate contra la noruega Nina Solheim, en la final de la categoría de +67 kilos del taekwondo.
La medalla olímpica se suma al título de campeona del mundo ganado en 2007 y representa el mejor momento para esta mexicana procedente de una familia humilde de un pueblo pesquero del noroeste de México.
Su padre, Marcelino, trabaja en un barco camaronero, la principal actividad económica de la zona de Guasave, Sinaloa, unos 1.250 kilómetros al noroeste de México, y la madre, Felicitas, se dedica al hogar.
Como muchas personas de Sinaloa, María Espinoza gusta de la música de banda, típica de esta región y que consiste en una agrupación con instrumentos como el tambor, la tuba y la trompeta y cuyo sonido le acompaña en sus entrenamientos.
La medallista mexicana practica el taekwondo desde que tenía cinco años y cuando tenía alrededor de diez años solía combatir con niños, no a nivel competitivo pero sí en combates que le hicieron ser más tolerante a los golpes y más ruda, lo que le hace una mejor peleadora.
Creció al mismo tiempo que la llamada Olimpiada Nacional de México, que descubre nuevos talentos deportivos y los encauza y que llevó a María a los 12 años al Centro de Alto Rendimiento de La Loma, en el central estado de San Luis Potosí.
Llegó a la capital mexicana a vivir en la villa de atletas que tiene la Comisión Nacional del Deporte y los frutos comenzaron en el 2003, cuando ganó el titulo panamericano juvenil y en el 2007 se proclamó campeona del mundo en -72 kilos.
El taekwondo también le ha abierto la posibilidad de estudiar y actualmente está matriculada en la carrera de administración de empresas de la Universidad del Valle de México, como parte de un programa becas para deportistas. EFE
La medalla olímpica y representa el mejor momento para esta mexicana procedente de una familia humilde de un pueblo pesquero del noroeste de México. AP