“EL JULI” (V)
Las estadísticas alcanzadas por el torero madrileño desde la primera ocasión en que actuó vestido de luces (20 de julio de 1995) en Mont de Marsan (Francia), poco antes de cumplir 13 años de edad, hasta estas fechas (enero del 2009) son datos fríos pero contundentes, que hablan del apabullante paso de Julián López Escobar “El Juli” durante su brillante carrera taurina, que ha estado marcada por la seriedad de sus comparecencias midiéndose en tardes muy significativas en las ferias y cosos más importantes del mundo taurino.
La mejor lectura que se puede hacer de todas esas cifras es que Julián López ha alcanzado una honda madurez artística. Algunas faenas memorables son la mejor prueba de que es una primerísima figura del toreo mundial, no solamente lo ha sido por los números, sino también por la dimensión de gran parte de su obra.
Figurón desde la alternativa, su fama se hizo aún mayor tras su paso por Sevilla en el 99, donde se consolidó definitivamente con una total determinación de triunfo que le costó una cornada: la que valía su tercera oreja de la tarde y a la vez le impedía salir por la Puerta del Príncipe, las siguientes temporadas, “El Juli” fue el amo del escalafón, dejando impronta de primer figura, ganándose el respeto de la afición por su sincera entrega, frescura y variedad de su toreo.
Consideran los críticos taurinos que en “El Juli” se juntan los dos troncos fundamentales del toreo: El que, por la pureza de su ejecución, alcanza rango y profundidad; y el que, por el mando derivado de una técnica perfecta, es capaz de expresar todas las suertes en todo momento, con largura e inspirada improvisación. “El Juli” es un torero con gran portento. Largo capotero -nunca ningún torero ha dominado tantas suertes- y un excepcional intérprete del toreo a la verónica, con Morante de la Puebla, el único que templa a los toros veroniqueándolos de salida.
En los albores de su brillante carrera llegó a ser un brillante banderillero, ya por los dos pitones, más puro por el izquierdo y más cercano a los viejos banderilleros anteriores al salto. Con la muleta se le considera el torero más poderoso del presente, muy perfumado en el toreo cambiado, trincherazos, pases de la firma y ayudados por bajo, muy inspirado, casi pellizcado en el toreo por alto, ayudados, estatuarios y pases de pecho de catedral, muy hondo en el toreo fundamental, sobre todo por naturales.
Con la espada, es un estoqueador sincero, seco y contundente .
Actualmente el matador de toros retirado y comentarista de televisión, Roberto Domínguez, lleva los poderes taurinos del “Juli”.
Anteriormente el también matador de toros en retiro Raúl Gracia “El Tato” fungió como apoderado del diestro madrileño. Debemos de mencionar que Roberto Domínguez actuó como padrino en la alternativa del lagunero Arturo Gilio el miércoles cinco de febrero de 1992 en la Monumental Plaza de Toros México.
Roberto Domínguez en 1990 terminó en segundo lugar del escalafón taurino español al sumar 100 corridas de toros en ese año, únicamente superado por “Espartaco” con 107 actuaciones, ingresando al selecto grupo “El Club de las Cien Corridas”.
La campaña de Roberto Domínguez tuvo intensidad en el ruedo y no pocas molestias fuera de ellos, sobre todo cuando se le acentuó una hernia de disco que le hacía sufrir fuertes dolores, por lo que hubo de hacer más de un paseíllo infiltrado. Roberto vistió por última vez el terno de luces el 12 de octubre de 1992 en La Monumental de Las Ventas en Madrid.
Recientemente, “El Juli” declaró en una entrevista referente a su apoderado: “Roberto es una persona idealista, con unos principios bastante valorados y con un respeto muy bien ganado en el mundo del toro.
“La propuesta se basa en que me ayude a luchar por un futuro profesional mucho más profundo, a buscar mi verdadero fin en el toreo, eso que verdaderamente puedo aportar a la fiesta. También llegar a la felicidad plena en la cara del toro. Cuando se lo planteé estábamos bastante de acuerdo en esa idea, y en muchas más. La verdad es que hemos congeniado perfectamente” .
