
A la caza. En esta foto tomada por la Universidad de Miami en el año 2007, un tiburón blanco viaja debajo del agua en busca de su presa en Guadalupe, México.
Ambos buscan a víctimas específicas, mientras merodean escondidos, afirman.
WASHINGTON, EU.- Los grandes tiburones blancos tienen varias cosas en común con los asesinos en serie: no atacan al azar, sino que buscan a víctimas específicas mientras merodean escondidos, señala un nuevo estudio.
Los tiburones esperan y observan de un punto no muy lejano y no muy próximo, cazan de forma estratégica y aprenden técnicas de intentos previos, explica un estudio publicado en la Revista de Zoología. Los investigadores usaron un método de clasificación para descubrir a asesinos en serie con el objetivo de identificar cómo caza el depredador, algo muy difícil de observar fuera de la superficie.
``Hay algo de estrategia, explicó el coautor del estudio, Neil Hammerschlag, un investigador de tiburones de la Universidad de Miami que observó 340 ataques a focas por parte de tiburones blancos en una isla de Sudáfrica. ``Es algo más que simplemente tiburones merodeando en el agua, esperando ir detrás de una presa.
Los tiburones en Seal Island podrían esperar desde la zona donde se congregan las focas si fueran cazadores azarosos, dijo el científico. Pero no lo son.
Los depredadores atacaban desde una base común de operaciones, a unos 310 metros de sus víctimas, suficientemente cerca para verlas, pero no demasiado para asustarlas. Atacaban cuando la luz tenía menos intensidad. Les gustaban las focas jóvenes y solas. Intentaban atacar cuando no había otros tiburones para evitar competencia. Aprendían técnicas de cacerías previas y atacaban de abajo, sin ser vistos.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre tiburones y asesinos en serie: la razón del asesinato. Los tiburones blancos atacan para alimentarse y sobrevivir.
Ambos tienen el mismo objetivo, encontrar una meta o presa o víctima, indicó el coautor del estudio, Kim Rossmo, un profesor de justicia criminal en la Universidad de Texas-San Marcos. ``Tienen que merodear. Tienen que ser eficaces en su búsqueda.
Martin y Hammerschlag examinaron a tiburones desde la salida a la puesta del sol y aplicaron el mismo método de clasificación criminal, generando un argumento que demostrase que existía el acecho, explicó Hammerschlag. Los tiburones más experimentados cazaban más y eran más furtivos que los jóvenes, lo que demostraba que había aprendizaje, añadió.