La pirámide del Sol fue el eje del mundo de los teotihuacanos
MÉXICO, DF.- La Pirámide del Sol fue el eje del mundo de la cultura teotihuacana, un espacio donde simbólicamente se accedía a los niveles celestes y al inframundo.
De allí se partía también hacia los cuatro rumbos del universo, según la cosmovisión mesoamericana; este esquema fue copiado posteriormente por otras civilizaciones, como la tolteca y la mexica, para la traza de los centros ceremoniales de Tula y Tenochtitlan.
Lo anterior fue señalado por el arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, durante su participación en el ciclo de conferencias magistrales "Teotihuacan, identidad y patrimonio de México", que se realiza en el Museo Nacional de Antropología, con motivo de los 70 años de la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
Para el investigador emérito del Instituto, quien colaboró en el Proyecto Teotihuacan (1962-1964) y dirigió una iniciativa arqueológica especial en este sitio a principios de los años 90, son varios los elementos que confirman que la Pirámide del Sol fue un espacio de carácter sagrado.
"Estos edificios, como la Pirámide del Sol, que juegan el papel de axis mundi, están orientados generalmente al poniente (siguiendo el movimiento solar) y presentan evidencias de sacrificios humanos", agregó.
Dijo también que guardan relación con agua y/o fertilidad, tienen un vínculo con la dualidad vida-muerte, y también les rodean grandes plataformas que impiden el acceso directo a las mismas".
Durante las exploraciones arqueológicas en las que participó, dijo, quedó claro que la entrada a ese monumento piramidal era restringida, la única vía era la Calzada de los Muertos y se accedía por la escalinata de su parte frontal, lo que refiere que era un espacio de gran sacralidad.
Así mismo, puntualizó Matos Moctezuma, la pirámide se halla circundada por una plataforma de 400 metros por lado (en forma de U y que fue rota cerca de su esquina sureste durante los trabajos de Leopoldo Batres, entre 1905 y 1910) que, a su vez, cuenta con vestigios de diversas estructuras.
"Pensamos que el primer centro de la ciudad de Teotihuacan fue la Pirámide del Sol, con su connotación sagrada. Después, hacia el 250 d.C., sería desplazado hacia el lado sur, en la Ciudadela, con el Templo de la Serpiente Emplumada, donde se repitió este patrón alusivo al axis mundi", señaló el especialista, también miembro de El Colegio Nacional. Sigue La pirámide del Sol fue/dos/Nacional.
Teotihuacan fue la ciudad más grande y poblada de América durante la época precolombina, llegó a extenderse por 23 kilómetros cuadrados y alcanzó una población de 250 mil personas. Esta urbe tuvo un amplio desarrollo, desde el 200 a.C. al 650 d.C.
Acerca de la conexión sagrada de la Pirámide del Sol, Eduardo Matos detalló que debajo de ella se encuentra una cueva de 102 metros, elemento natural que posee un importante simbolismo.
"En tanto que es muestra de la dualidad: matriz paridora de pueblos y entrada al inframundo. En esta cavidad también se encontraron canales, de ahí la presencia del agua y la fertilidad", precisó.
No obstante, la presencia de esta concepción no se quedó en Teotihuacan, "en Tula se hallan plataformas que se cierran con el Juego de Pelota grande. Donde también se repitió el modelo de un acceso restringido al sector ceremonial", comentó.
Añadió que allí se hallan el observatorio, el zompantli, el juego de pelota y un edificio principal que igualmente está dirigido al poniente.
"De igual manera, Tenochtitlan asumió varios elementos anteriores: la división en cuatro cuadrantes en su ciudad, al igual que en Teotihuacan", subrayó.
"Y estaba limitada por una extensa plataforma en cuyo interior no se encontraba uno, sino los 78 edificios que, según fray Bernardino de Sahagún, componían su espacio de sacralidad", adujo.
En su ciudad gemela, Tlatelolco, -continuó Eduardo Matos- se repitió el mismo esquema, y ha sido justamente en esta zona arqueológica donde se han localizado los mayores restos de la citada plataforma circundante.
"Pienso que es muy importante poder conocer estas áreas sacras porque para las sociedades que las crearon, significaban el centro de su universo, de donde se podía subir a los niveles celestes, bajar al inframundo y como puntos en los que partían los cuatro rumbos", concluyó.