La causa de William Kostric, un entusiasta del movimiento patriota que no dudó en enfundarse su pistola .9 milímetros para acudir a los actos de protesta contra la reforma sanitaria del presidente Barack Obama, ha vuelto a poner en la mira de las agencias federales el preocupante resurgimiento del movimiento de las milicias en distintos puntos de Estados Unidos.
“Estamos perdiendo nuestra nación”, declaró Kostric ante los medios de comunicación que cubrían el acto en la localidad de Portsmouth, en New Hampshire.
“Ha llegado el momento de regar el árbol de la libertad con la sangre de tiranos y patriotas”, prosiguió para causar la alarma entre aquellos observadores que ya han hecho sonar la señal de alarma ante la aparición, cada vez más frecuente, de representantes de milicias de extrema derecha en los actos de Obama.
Tras una década de relativa calma, las milicias que figuran en la lista de terroristas domésticos, han encontrado en la crisis económica, en la llegada de un presidente negro a la Casa Blanca y en el aumento de la diversidad racial, el caldo de cultivo para relanzar su cruzada contra toda forma de “tiranía gubernamental” y contra el movimiento a favor de la causa inmigrante.
“Las milicias están de regreso y han experimentado un crecimiento no visto en los últimos 10 años. Es sólo cuestión de tiempo para que encienda la chispa y veamos actos de violencia”, advirtió el agente especial de la Agencia de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos (ATF), Bart McEntire, a los investigadores del Southern Poverty Law Center, una organización no lucrativa que lleva varias décadas en el ingrato negocio de denunciar ataques racistas y crímenes de odio.
Según esta organización, el resurgimiento de esta segunda oleada de organizaciones supremacistas, que han logrado incrustarse en algunos aparatos de seguridad policial, se ha visto acompañada por teorías de la conspiración que denuncian la existencia de un plan secreto de México para reconquistar los territorios del sur de Estados Unidos, un rumor que ha conseguido energizar a las organizaciones que se oponen a la reforma migratoria que ha prometido el presidente, Barack Obama.
“Es lamentable que las organizaciones supremacistas, que hace una década atrás eran marginales, se han convertido en un poderoso grupo de presión en el seno de organizaciones políticas o sociales que hoy se oponen a la reforma migratoria ”, aseguró Angela Sanbrano, presidenta de la Alianza Nacional de Comunidades Latinoamericanos y Caribeñas (NALACC por sus siglas en inglés).
“Y reportes como el que ha elaborado el Southern Poverty Law Center sólo confirman que estas organizaciones, que ya nos atacaban desde hace más de 10 años, se han hecho más fuertes explotando el miedo de la población blanca a los inmigrantes y los latinos”, añadió Sanbrano.
El pasado mes de abril, el Departamento de seguridad Interna (DHS) ya había advertido contra el resurgimiento de organizaciones supremacistas y de extrema derecha que han convertido a los inmigrantes en el objetivo de sus campañas racistas. Su movilización se ha hecho más patente en el curso de las últimas semanas durante los actos convocados por el presidente Obama, para debatir la reforma sanitaria, un terreno que los supremacistas han aprovechado para acusar a la administración de estar detrás de un “plan secreto” para garantizar no sólo seguridad médica a millones de inmigrantes indocumentados sino para ofrecerles además una amnistía disfrazada de reforma migratoria.