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Socialdemocracia fallida

Plaza pública

MIGUEL ÁNGEL GRANADOS CHAPA

El Socialdemócrata fue el único de los ocho partidos que contendieron este año que ha perdido su registro. La ley establece que para conservarlo se requiere obtener por lo menos el dos por ciento de la votación total emitida. El PSD alcanzó apenas el 1.4 por ciento, que eso montaron sus trescientos cincuenta mil votos. Con el nombre de Alternativa socialdemócrata y campesina esa organización había conseguido hace 3 años permanecer en la liza electoral, porque su candidata presidencial Patricia Mercado logró el voto de un millón doscientos mil ciudadanos, tres veces y media la cifra alcanzada este 5 de julio.

Este es el cuarto intento de un partido que se ostenta como socialdemócrata por convertirse en opción ante el electorado, los tres más recientes prácticamente organizados por las mismas personas, por un núcleo promotor que perseveró en su objetivo de hacer definitivo el registro otorgado por el IFE para participar en elecciones.

El intento precedente ocurrió hace casi treinta años, en 1982, cuando los hermanos Luis y Eduardo Sánchez Aguilar organizaron el primer Partido socialdemócrata, que participó en la elección presidencial ganada ese año por Miguel de la Madrid, mediante la candidatura de Manuel Moreno Sánchez, un antiguo vasconcelista y eminente miembro del PRI, que encabezó el Senado en el sexenio de Adolfo López Mateos.

Transcurrió mucho tiempo antes de que socialdemócratas buscaran de nuevo la participación electoral. Lo hizo el Partido Democracia Social en el proceso del año 2000, cuando postuló a Gilberto Rincón Gallardo como su candidato presidencial. Se esbozó la frustración de ese intento cuando surgieron divisiones internas en torno a la candidatura presidencial, a que junto a Rincón Gallardo aspiraba también Patricia Mercado, una luchadora feminista y sindical que tres años más tarde, ya sin Rincón Gallardo (que aceptó participar en el Gobierno de Vicente Fox al frente del Consejo Nacional contra la Discriminación) encabezó una nueva tentativa, México posible.

En ninguna de esas ocasiones pudieron esas organizaciones saltar por encima del límite mínimo y tuvieron que retirarse.

En 2005 Patricia Mercado pretendió una vez más asentar como opción electoral explícita a la socialdemocracia. Para remediar las debilidades de México posible emprendió varias alianzas que, a la postre, en vez de fortalecer su intento lo debilitó, pero no al punto de hacerlo desaparecer. En esa oportunidad el partido que consiguió la patente para figurar en procesos electorales se llamó Alternativa socialdemócrata y campesina. Perdió, sin embargo, el segundo apellido al producirse una crisis interna a causa de la candidatura presidencial.

Los dirigentes del ala campesina, que se marcharon o fueron expulsados, buscaron hacer negocio con la postulación correspondiente y acordaron entregarla a Víctor González Torres, el empresario del ramo farmacéutico muy conocido por sus extravagancias y a quien suele llamársele Doctor Simi, como el personaje que identifica a sus establecimientos comerciales. La intentona golpista no prosperó y como se ha repetido, la figura política de Patricia Mercado resultó atractiva para el número de ciudadanos suficientes para que Alternativa socialdemócrata mantuviera su registro y consiguiera instalar en la Cámara de Diputados una bancada no por breve, menos significativa.

Pero en 2007 surgieron otra vez conflictos internos por la conducción del partido y la fijación de su política de alianzas.

Quedaron enfrentados Patricia Mercado (que buscó volver a la dirección del partido, de la que se había apartado durante la campaña presidencial del año anterior) y Alberto Begné, que la reemplazó y pretendió imprimir a la organización orientaciones contrarias a su definición y aun a su nombre.

Al triunfar sobre la de Mercado (mediante violencia probada) la corriente de Begné hizo variar el rumbo del partido y hasta cambió su denominación, para llamarse como hasta el 12 de julio pasado, día en que formalmente dejó de existir, Partido Socialdemócrata.

Encabezado por Jorge Carlos Díaz Cuervo y Begné (que fueron candidatos a diputados) el nuevo partido se abismó en un rumbo errático. Siguió postulando algunos temas de la agenda feminista que caracterizó a la época de Mercado y otras iniciativas valiosas, pero al mismo tiempo desdeñó en tono burlesco enarbolar varias causas de mujeres. José Ahumada, que militó en Alternativa, formuló reproches a los dirigentes que ganaron la conducción del partido a la mala: "Dilapidaron el esfuerzo de feministas y socialdemócratas. Díaz Cuervo dice que a los defensores del voto nulo se debe la fortaleza del PRI y el PAN.

"No dice que con su anuencia el PSD hizo alianza con el PRI en el estado de México en 2009. Es responsable del debilitamiento de las izquierdas porque con alianzas le entró al juego de los viejos partidos". (El Universal, 11 de julio).

Si no abusáramos de la simulación o por lo menos de la apariencia por encima de la sustancia, los socialdemócratas no habrían quedado sin opciones políticas.

Desde su fundación en 1999, el Partido Convergencia se considera dentro de esa corriente y su publicación periódica se llama Imaginación Socialdemócrata.

En agosto pasado el PRI se declaró formal profesante de ese credo, mediante una reforma a sus principios que nadie discutió, como si contara con anuencia unánime. La corriente que en este momento domina en el PRD, Nueva Izquierda gusta de verse a sí misma en esa línea.

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