Nosotros DÍA DEL AMOR Y LA AMISTAD Eventos MODA

Soy maestro ¿Por falta de empleo, de amor o por vocación?

EL DIVÁN

LIC. JOSÉ ANTONIO MIRANDA HERNÁNDEZ

He tenido la oportunidad de dar clases a lo largo de 15 años. Muy pocos para la basta experiencia que tienen muchos de mis compañeros que incluso se han especializado en técnicas de estudio y propiamente han estudiado la profesión. Una inmensa mayoría de los docentes que vemos en el aula son aquéllos que se han hecho por la simple y sencilla razón de conocer la materia que están impartiendo y algunos otros por ser una oportunidad de trabajo tangible aun y cuando no se tenga la experiencia en el ámbito de la docencia. Todo esto principalmente en el ámbito Universitario.

Los expertos coinciden en decir que la educación es el pilar para que un país tenga la posibilidad de salir adelante en tiempos de crisis. No quisiera ahondar en la problemática de los sindicatos en México que tiene que ver con la educación, ya que es bien sabido que éstos son dirigidos muchas de las veces por personas que no saben diferenciar si hay influenza o se tiene influencia o si es epidemiológico o demagógico.

Lo que si quisiera tocar es lo que pasa en los salones de clase diariamente, donde se da el encuentro entre maestro y alumno. Se tiene la idea errónea, desde mi punto de vista que en el aula existe el experto y el aprendiz, el que conoce de la materia y el que se está preparando para aplicar los conocimientos, o finalmente el que enseña y el que aprende. Sin embargo el estar frente a un grupo implica muchas más cosas que éstas y tiene que ver con la percepción y formación que se tiene para dar una clase.

Un punto que yo tomaría como trascendental es el de la motivación. Motivación no como la frase típica del compadre embriagado diciéndole al otro el clásico "échale ganas" o la porra que los padres les dedicamos a los hijos cuando el marcador está 7 a 0 en el segundo tiempo "sí se puede", cuando los chamacos ya no pueden ni con su alma. Hablamos de motivación al ser un modelo capaz de producir en el alumno el enamoramiento de lo que se está enseñando, de la pasión por contagiar de lo que se hace se realice con responsabilidad y placer. Sé que muchos de ustedes pensarán pero por $80 la hora ¡cómo me voy a motivar! Es ahí donde está la verdadera vocación, porque si estamos dando clase por dinero, habría que pensar que la remuneración económica no es lo único, sino una parte de nuestra trascendental encomienda.

Otro aspecto sería el de dar realidad a nuestros alumnos. Cuántos maestros no conocemos que son amigos del Titanic, no por ser grandes capitanes, sino por el hecho de que son tan barcos que todo mundo pasa su clase, independientemente de si aprendieron o no. O los docentes que se sienten tocados por Dios, sin ser Josmar el secuestrador de aviones o experto en bombas caseras, como usted lo quiera llamar. Estos maestros lejos de crear realidad en el alumno crean una admiración enferma hacia él y hacen pensar a los jóvenes que pueden ser los dueños del conocimiento absoluto, cuando una de las labores más importantes como docente es desarrollar las capacidades de los educandos y no tener una tribuna de admiración constante donde todos me digan que soy pariente cercano del Dr. House.

Hay otro aspecto que me parece fundamental y son los valores un docente sin valores no podría ni debería estar al frente de un grupo de chicos que están como esponjas absorbiendo el conocimiento. No hablo aquí de los maestros dogmáticos o fanáticos que promulgan valores que lejos de buscar el crecimiento crean dependencia y sometimiento. Hablo de los valores universales como el respeto, el amor a lo que se hace y sobre todo a la tolerancia. Tolerancia en que se debe respetar la ideología del otro, las costumbres, las creencias y no tratar de imponer en un salón de clases mi posición ideológica sólo porque yo soy el que pone las calificaciones al final del semestre. En alguna ocasión una excelente maestra nos dijo "no se vale pisarse las mangueras". He de confesar que en ese momento la mayoría de los que estábamos en el salón de clases pensamos que era una frase bastante mal empleada y que hablaba de un maestro poco propositivo y exitoso. Pero era todo lo contrario, una maestra tolerante y respetuosa de la opinión de los demás, sólo que a la edad de 20 años será socialmente más aceptado identificarse con el maestro bravucón y crítico, máxime en estos tiempos en que los hijos se han violentado más con los padres.

Obviamente no podríamos dejar atrás el conocimiento de lo que se habla, pero en estos tiempos de crisis, es importante tomar en cuenta que el docente es parte fundamental del desarrollo y cambio de ideología que necesita el país. Estoy convencido que con docentes con vocación los chavos tendrían más seguridad de lo que quieren estudiar y sobre todo del ser humano que quieren llegar a ser.

Aprovecho para agradecer a docentes que me enseñaron a ser una mejor persona y un mejor profesionista, amén de que me enseñaron a enamorarme de mi profesión, al Dr. Ramón Helguera Gotés con su terapeuta invisible y Carolina Ramírez Fernández con sus mangueras respetuosas y su equidad de género tatuada.

¡Ah! Por cierto, me sigo sintiendo magnífico, sobre todo con el té.

Mi correo electrónico:

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 460669

YouTube Facebook Twitter Instagram TikTok

elsiglo.mx