Tomando Torreón
Esta semana se cumplieron 95 años de la tercera toma de Torreón, el peor episodio
de violencia que ha vivido la Comarca Lagunera en su historia.
Torreón
Desde hace días que las balaceras no cesan por el poniente de la ciudad. Como zona de guerra, el estruendo de los fusiles, los estallidos de granadas, las ráfagas de metralleta, la movilización de personas armadas, la presencia del Ejército, las muertes violentas.
La espiral de violencia no parece acabar y ya se ha convertido en un suceso "normal", no nada más para los colonos de San Joaquín, la Durangueña, La Constancia y La Alianza, con los cerros convertidos en trincheras donde se concentran los enfrentamientos, sino para el resto de los habitantes de la Comarca donde viven temor, incertidumbre, desconfianza.
Es una guerra que lleva ya tres años y que se ha sentido particularmente en Torreón, Gómez Palacio, Lerdo, Matamoros, Tlahualilo, San Pedro.
La importancia geográfica y estratégica de Torreón en el árido noreste mexicano vuelve a La Laguna una plaza para tomar a toda costa, a todo fuego.
El último episodio de violencia empezó el 20 de marzo, en Tlahualilo, con grupos bien armados, recién reforzados con material de Estados Unidos, que avanzaban rumbo a Torreón.
En las dos semanas siguientes La Laguna vivió una batalla sangrienta entre el Ejército federal y los grupos armados. Los cañonazos sonaban por todo el centro, las balas volaban de y hacia los cerros. Cuando se asentó el polvo, el 3 de abril, había miles de muertos y miles de heridos. Era 1914 y Francisco Villa había tomado Torreón por tercera vez.
Aniversario
Esta semana se cumplieron 95 años de la tercera toma de Torreón, que con 5 mil muertos ha sido, de lejos, el momento más violento en la historia de la Comarca Lagunera.
La coincidencia de la ola de violencia que azota a La Laguna con el aniversario de la tercera, última y más sangrienta toma de Torreón, invita a recordar la violencia de otra guerra, de la Revolución, y su impacto en la región.
Era otra guerra, con otros objetivos y frentes de batalla más borrosos. No es ni remotamente comparable a la actual ola de violencia, pues no son comparables los bandos que pelean ahora, como tampoco son comparables las aspiraciones ni las líneas entre el bien y el mal. Hoy, a diferencia de hace un siglo, están perfectamente marcadas.
Pero la violencia es la misma, el desorden es el mismo y su marca en la vida cotidiana es la misma. Y, no es casualidad, los principales frentes de batalla son los mismos. El centro y el poniente de Torreón, con sus cerros protectores, y los cruces con Gómez Palacio y Lerdo eran antes, como ahora, los escenarios de los hechos más violentos.
Los primeros choques
Tras la primera toma de Torreón, el 15 de mayo de 1911, la caída de Porfirio Díaz fue inminente. Pero en Torreón, esa primera toma dejó auténticas horas de anarquía. Las huestes maderistas saquearon comercios y, en pleno acto de sevicia, masacraron a más de 300 chinos laguneros, en uno de los episodios más tristes de nuestra historia.
Vendría luego la segunda toma de Torreón, en 1913, realizada por el mítico Francisco Villa.
Torreón estaba defendida por unos 5 mil hombres al mando del general Eutiquio Munguía, y apoyados en el terreno por el fiero lagunero Benjamín Argumedo. Para combatirlos, la División de Norte desplegó poco más de 4 mil hombres que tomaron Lerdo, Gómez Palacio, San Pedro y finalmente Torreón, por la ruta del cañón del Huarache.
La ofensiva empezó el 29 de septiembre y en tres días, para el primero de octubre, Villa había tomado Torreón. La estrategia consistió en realizar ataques nocturnos e irse apoderando, cerro tras cerro, de los cañones federales.
El saldo de la batalla, según el informe oficial de Villa a Venustiano Carranza, terminó con la vida de 467 federales y 38 rebeldes. Hubo 71 heridos. La cifra resulta increíble para la magnitud de la batalla, pero finalmente refleja el interés de la información oficial de un bando.
Otro resultado fue la confiscación al Ejército federal de considerable armamento, entre ellos dos cañones blindados -el Niño y el Chavalillo-, 300 granadas, 532 rifles calibre 7 mm. con 1.5 millones de cartuchos, ametralladoras y máquinas de ferrocarril.
A diferencia de 1911, el saqueo no se generalizó en Torreón y Villa impuso, como lo atestiguó el cónsul norteamericano, George Carothers, un "espléndido orden".
¿Por qué La Laguna, y en particular Torreón, resultaban tan peleadas, tan codiciadas por los ejércitos revolucionarios y federales? Esta es una de claves para entender los conflictos armados. La región era el nudo ferroviario entre Chihuahua y Monterrey, eslabón de capitales e inversiones, a la par del acceso a rutas con El Paso y Piedras Negras.
La tercera toma
Los federales fueron capaces de recuperar Torreón, pero Villa regresó en los primeros meses de 1914.
Para entonces, la región estaba bastante fortalecida por el Ejército federal, a cargo de uno de los mejores generales, José Refugio Velasco, con alrededor de 10 mil militares atrincherados en Torreón.
La primera acción de Villa y su ejército de más de 10 mil soldados que venían de Chihuahua por ferrocarril, fue tomar el pueblo de Tlahualilo el 20 de marzo de 1914. Los villistas venían bien armados, por las recientes compras realizadas en los Estados Unidos.
Ya posicionados en la estación Bermejillo, el general Felipe Ángeles habló por teléfono a Torreón con el general Velasco, a fin de pedirle la plaza y evitar así el derramamiento de sangre, pero la negociación no llegó a nada, después de que Villa tomó el teléfono.
Velasco, con los cerros de La Pila, Santa Rosa, La Cruz, Calabazas, Polvorera, Las Noas y el cañón del Huarache fuertemente artillados, estaba seguro de proteger la plaza. Al paso de los siguientes 14 días, la cruenta batalla por Torreón dejó casi 5 mil muertos, y más de 5 mil heridos.
A Velasco no le fueron suficientes las 1,700 granadas detonadas y el millón y medio de cartuchos disparados. El 2 de abril, antes del anochecer se levantó una formidable tolvanera. A media mañana del día 3, Villa era jefe de la plaza.