Rinden declaración. Lisette Farah y Roberto Ayala acudieron a las instalaciones de la Procuraduría General de Justicia del Estado de México para ampliar y rendir su declaración, respectivamente, sobre la muerte de la pequeña Paulette Gebara Farah. La comparecencia de la madre se prolongó por seis horas con 50 minutos.
Una muralla inflable daba cuenta del nivel que había adquirido el impacto noticioso de la desaparición de Madeline McCann, la hija de cuatro años de una pareja de médicos ingleses, que dormía junto a sus dos hermanos menores mientras éstos cenaban en un restaurante cercano, en Algarve, la costa Sur de Portugal.
Aquella muralla fue colocada frente al sitio donde desapareció la niña para ofrecer una recompensa de 2.2 millones de euros a quien brindara informes sobre el paradero, dos meses y 25 días después del suceso ocurrido la noche del 3 de mayo de 2007.
El inflable fue patrocinado por un periódico británico, al mismo tiempo que 200 estaciones de radio del Reino Unido arrancaban también una campaña con el propósito de hallar a la menor.
El drama familiar de los McCann era seguido por millones de personas desde el primero de los días, no sólo en Europa, sino en buena parte del Continente Americano. La cobertura mediática ha dado cuenta no sólo de la inoperancia judicial y del tráfico de menores, y ofrecido reseña de más de 30 sospechosos -incluyendo a los padres-, todos ellos finalmente descartados por la Policía. Y si la historia se mantiene, es porque prevalece el misterio de lo sucedido.
En México, la desaparición y muerte de la niña Paulette Gebara Farah, también de cuatro años, atrapó a millones de personas en su cobertura diaria, involucrándolos en un enorme juicio moral sobre la actuación de los padres, y ético para el caso de autoridades, según analistas.
"La historia de la pequeña Paulette atrapa a todos porque tiene todos los elementos del drama. La víctima es una niña que sufre una doble indefensión, la propia de su edad y su discapacidad. Eso apena y conmueve a la ciudadanía. Además, está la tradicional sospecha de la incompetencia de las autoridades y la impunidad que acampa por todos lados. Si nos conmueven todas las víctimas, Paulette nos conmueve de forma especial", dice Francesc Barata, especialista en medios y criminología.
Madeline y Paulette son casos criminales que sintonizan emocionalmente a los individuos, y por eso mismo constituyen "un gancho" para los medios, porque se trabaja con algo que se ha vuelto oro molido para las empresas: las emociones y los sentimientos, dice Gabriel Sosa Plata, miembro de la Asociación Mexicana de Investigadores de la Comunicación.
Pero al margen de las emociones y los altos niveles de audiencia alcanzados con su explotación, la cobertura logra tener también un impacto político.
"Los medios de comunicación aprovechan los errores, las deficiencias de la investigación, para cuestionar a las diferentes autoridades involucradas en el caso. Por otra parte, algunos medios, debemos reconocer, son muy banales. Es una historia que 'vende' bien y por lo mismo subirá niveles en la agenda mediática, cuando el país tiene problemas mucho más graves", declara.
La desaparición y muerte de Paulette fue trama dominante desde el primero de los días. Y lo sigue siendo hoy porque el caso teje los componentes señalados por los especialistas.
No sólo hay drama e intriga, sino el concierto de una vida familiar atrofiada, dinero, relaciones con figuras del sistema político, traición, contradicciones y una mala conducción de los informes sobre la investigación por parte de la misma autoridad.
La imagen de Lisette Farah, madre de la menor, sentada sobre la cama donde días más tarde fue localizado de forma sorpresiva el cadáver de Paulette, se fijó poderosamente en millones de televidentes que la vieron hablar "sin emociones" sobre la desaparición de su pequeña hija.
Sobre la misma cama durmieron los días posteriores una amiga, la hermana y cuñado de Lisette Farah. Eso, más la evidencia pericial, como el hallazgo de huellas de cinta adhesiva en una mejilla de la niña y manifestaciones postmortem en el cuerpo que no se corresponden con la lógica oficial, añaden sordidez suficiente para concentrar la atención pública, afirma Angélica Armenta, perito y psicóloga criminal.
Al final, dice Gabriel Sosa Plata, se trata de un doble juego. "Los medios ofrecen pedazos de historia y las dejan con puntos suspensivos, como en las telenovelas, y el público quiere continuidad y por lo mismo noticias nuevas. En ocasiones, las audiencias somos tan elementales, que cuando no se dan más detalles de casos como estos, llegamos a la conclusión que se quiere ocultar algo. Puede ser. Pero no vemos más allá de muchos otros casos, muy graves, en los que sí deberíamos poner más atención como sociedad y, por lo mismo, no exigimos más información. El problema de esta pasividad es atribuible a los medios, pero también a los ciudadanos".
