Trayecto. La calma del viento permitió un corto pero placentero viaje entre el límite de Coahuila y Durango,
Para viajar en globo se necesitan algunas cosas: cuatro tanques de 65 kg de gas, superar el vértigo, ganas de tocar el cielo... ah sí, y un globo con cesta.
El globo de Telcel está de visita en La Laguna y para ello invitó a El Siglo de Torreón a un breve despegue hacia el cielo ocurrido ayer muy temprano por la mañana.
La cita fue a las 6:45 horas en el famoso vado que divide a Gómez Palacio de Torreón. Luego de un trayecto en taxi y tras buscar a Isaías Silva, piloto de Telcel, durante un rato sin éxito, por fin se encontró la camioneta con la lona azul en la que el dirigible es transportado.
De mano, Isaías se presentó y de inmediato comenzó la aventura.
Primero, buscar un sitio en el cual despegar y aterrizar sin problemas ni áreas demasiado rocosas.
El desdoble de la lona tarda un poco debido a su magnitud y cubre varios metros de longitud.
Entonces se acuesta la cesta que transporta el gas y a los valientes antialturas y con aire frío inicia la expansión de la tela.
Cuando ya es suficiente se cambia por aire caliente. Dos sopletes a todo pulmón le soplan al dirigible para que comience a ascender y tomar la famosa forma que se ven en los comerciales. Hasta el jingle de la empresa telefónica se puede escuchar tan sólo presenciar la escena. Dejar la certeza del suelo es sencillo; voltear hacia él y verlo alejarse, no tanto. Afortunadamente todavía no había desayuno de por medio. Muy probablemente el resultado hubiese sido nefasto.
Con la altura, el valiente en la cesta se cree el protagonista porque, aunque sabe que su rostro es imperdible, muy probablemente los laguneros madrugadores voltearon al cielo a ver semejante gigante azul.
Es una reacción natural porque cuando uno es el que va manejando, no puede evitar voltear y sonreir... o envidiar, cualquiera sea el caso. El trayecto es tan suave que es imposible meditar un poco sobre la grandeza del ingenio humano para trasladarse con estilo.
Los elementos urbanos se convierten en una obra de arte que vuelve a convertirse en ciudad cuando comienza el descenso.
El piloto, con más de 18 años de experiencia logra un aterrizaje suave. "Doblen las rodillas" dice. Entonces comienza la pesada tarea de doblar lo desdoblado y guardar lo presumido en el cielo para volver a experimentar que cabalgan el aire en otra ciudad.
El globo Telcel estuvo ayer en el TSM... seguramente muchos lo vieron.
