“Es mejor conocer algunas preguntas que todas las respuestas.”
James Thurber
Davos, Suiza.- Aung San Suu Kyi, la ganadora del Premio Nobel de la Paz que ha pasado años en la cárcel o bajo arresto domiciliario en su natal Birmania, o Myanmar, mandó este viernes 28 de enero un mensaje grabado a los participantes del Foro Económico Mundial. Les pidió que utilicen "sus oportunidades y habilidades para en el grado de lo posible promover la reconciliación nacional, el desarrollo humano y el crecimiento económico en Birmania".
No sorprende que Aung San Suu Kyi haya recurrido al Foro. Davos es el mejor escenario para alcanzar a todo el mundo. Por eso los jefes de gobierno o de Estado de Suiza, Rusia, Francia, el Reino Unido, Alemania, Grecia, Indonesia, Sudáfrica, México, Colombia, Panamá y República Dominicana, entre otros, acudieron a la reunión que concluyó este pasado fin de semana.
También se presentan a Davos todos los años empresarios como Bill Gates y George Soros. En total unos mil empresarios y ejecutivos de las mayores empresas del planeta, y algunos de medianas o incluso de pequeñas firmas sociales, acuden por eso cada año a esta reunión. Una docena de ellos fueron en este 2011 mexicanos.
El número de activistas sociales en Davos es muy importante. Bono, el cantante del grupo irlandés U2, quien en el pasado cuestionó a los participantes del Foro, es hoy una presencia constante. Este viernes participó en una sesión plenaria sobre cómo ayudar a los niños del mundo. Peter Gabriel, el flautista y ex cantante de Génesis, participó en la llamada cena de los creadores.
A veces se achaca al Foro que sea un escenario en el que se discute sin nunca concretar nada. Pero si algún lugar ha sido prolífico en acuerdos importantes ha sido éste. En 1988 la Declaración de Davos evitó una guerra entre Turquía y Grecia. En 1990 surgió de ahí el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Ahí aparecieron juntos Frederik de Klerk y Nelson Mandela en 1992 para sellar el pacto que llevaría a la democracia universal en Sudáfrica dos años después. El palestino Yasser Arafat y el israelí Shimon Peres aparecieron también juntos en 1994 en un intento por sellar la paz en el cercano oriente.
Parte del encanto de Davos es escuchar, encontrarse en los pasillos o conversar con los grandes personajes de hoy, ayer y mañana. Otro de sus atractivos es la diversidad de voces. Al contrario del Foro Social Mundial, en el que no se permiten puntos diferentes al dogma globalifóbico, Davos está lleno de opiniones disidentes. No sorprende encontrar en una misma reunión a un defensor del capitalismo a ultranza y a un promotor de la intervención del Estado en la economía. Este viernes, en una comida, un banquero afirmó que estamos entrando a un momento de crecimiento y oportunidades, pero en unos minutos un periodista reconocido le respondió que estamos viviendo más bien tiempos de incertidumbre y oscuridad.
El Foro tiene muchos defectos. A veces parece un circo de siete pistas. Muchas de las reuniones más atractivas agotan su capacidad al parecer en el momento mismo en que uno puede empezar a inscribirse. Pero luego de la nada surgen sesiones fascinantes, como "Ciberilusión", en que un mago de nombre Marco Tempest, dueño de su propia empresa, Newmagic Communications Inc., muestra que el ilusionismo se vuelve más poderoso que nunca con las computadoras.
¿Cuál es mi conclusión tras el Foro de 2011? Lo más justo es decir que ninguna. Como en una buena escuela, aquí se escucha, se aprende y se duda. Pero en el espíritu de Davos quizá es finalmente mejor salir con muchas preguntas que con soluciones impartidas desde las alturas.
El descontento se contagia. La revolución de Túnez ha alcanzado a Egipto. La gran pregunta es si Hosni Mubarak, un presidente anciano y enfermo que buscaba heredar el poder a su hijo, podrá aferrarse al poder como no pudo el tunecino Zin el-Abidín Ben Alí.
