
De Lollapalooza a Coachella
Como dos monumentales plataformas para músicos legendarios, los festivales Lollapalooza y Coachella representan un punto de encuentro cultural para los amantes del rock. Aunque en los últimos años la lógica del mercado parece imponerse, es innegable que ambos continúan siendo referencia para quienes buscan disfrutar altas dosis de la mejor música reunida en un mismo lugar.
La juventud occidental del siglo XXI no puede entenderse sin el fenómeno de la música rock surgido hace más de media centuria. De la misma manera resulta imposible explicar los alcances del género sin los festivales masivos que han movilizado a generaciones enteras que buscan puntos de identificación y sus propios estilos de vida. Desde la semilla que originó esta clase de eventos hasta llegar a Coachella y Lollapalooza, muchas cosas han cambiado. Para entender el contexto de los festivales actuales, es preciso hacer antes un recuento de sus raíces.
LAS BASES: MONTEREY Y WOODSTOCK
Verano de 1967. La guerra de Vietnam es el símbolo repulsivo de la polarización de la comunidad internacional y de su consecuente belicismo. La estabilidad económica y la masificación de la educación han propiciado el surgimiento de una juventud que cuestiona los ideales y valores tradicionales. La libertad sexual, las drogas, el anhelo de paz y el respeto hacia las minorías se convierten en emblemas que encuentran en el rock una perfecta caja de resonancia. En ese contexto surge el Monterey International Pop Music Festival a iniciativa de los productores Lou Adler y Alan Pariser, John Phillips (de The Mamas and the Papas) y el periodista y publicista inglés Derek Taylor.
Más de 200 mil personas acudieron a Monterey, California, para escuchar a artistas como The Animals, Jefferson Airplane, Jimi Hendrix, Janis Hoplin, The Who, Otis Redding y el sitarista hindú Ravi Shankar, el único que cobró por participar. Lo demás recaudado se donó para acciones de caridad. El festival fue el primero en su tipo y se convirtió en referencia obligada para eventos posteriores.
Dos años después el promotor Michael Lang, los empresarios John Roberts y Joel Rosenman y el músico Artie Kornfeld organizaron lo que llegaría a ser el festival más exitoso de la Historia. Habían escogido la localidad de Woodstock, Nueva York, pero los habitantes se opusieron. Conservaron el nombre y del 15 al 17 de agosto acudieron a la granja de la familia Yasgur en Bethel (Nueva York) más de 400 mil personas al Woodstock Music and Arts Fair. Se presentaron Richie Havens, Joan Baez, Santana, Grateful Dead, Creedence Clearwater Revival, The Who, Joplin y Hendrix, entre otros.
Woodstock fue todo un suceso que rebasó por mucho las expectativas de los organizadores y asistentes. Incluyó diversas manifestaciones artísticas de una manera más protagónica que en Monterey. Hubo un evidente fin de lucro, pese a que los elevados costos de producción derivaron en pérdidas. No obstante, aún hoy es considerado el festival musical por antonomasia.
NUEVA GENERACIÓN, NUEVO ESCAPARATE
Si Monterey y Woodstock condensaron la cultura hippie de los años sesenta, el movimiento alternativo de la década de los noventa encontró su propio escaparate: Lollapalooza. Concebido en un principio como un tour para su banda, Jane’s Addiction, Perry Farrell ideó un novedoso concepto de festival musical al ponerlo sobre ruedas y recorrer con él varias ciudades de los Estados Unidos.
El primer Lollapalooza se llevó a cabo del 18 de julio al 28 de agosto de 1991 con la participación del conjunto de Farrell y otros grupos importantes de la escena alternativa como Siouxsie and the Banshees, Nine Inch Nails, Violent Femmes y Rollins Band.
La fiesta no abarcó sólo el aspecto auditivo, ya que en él se incluyeron representaciones del fenomenal Jim Rose Circus y espacios para distintas piezas de arte, juegos de realidad virtual y mesas de discusión política. El ‘monstruo’ de Farrell fue todo un suceso.
Gran parte del éxito del movimiento grunge, recién puesto sobre la palestra mediática, se debe a su inclusión en el Lollapalooza. Las siguientes ediciones hicieron de ese género su leitmotiv y por su escenario desfilaron grupos clave como Soundgarden, Pearl Jam y Alice in Chains, aunque la diversidad de estilos se mantuvo presente con la participación -si bien menor- de cantantes de rap y hip hop.
La agenda del Lollapalooza se robusteció con fechas, ciudades, artistas y disciplinas. Además de las bandas era posible observar números de danza, representaciones cómicas y hasta exposiciones de artesanías. La juventud ‘alternativa’ encontró en Lolla un verdadero espacio para la expresión de sus inquietudes. Pero vino la debacle.
Como si fuera una maldición, la muerte de Kurt Cobain (líder de Nirvana) tres meses antes de su anunciada aparición entre los invitados de 94, significó el comienzo del fin de la primera era del Lollapalooza. En 1996 Farrell prácticamente había abandonado la organización y la gente que se quedó al frente alteró la esencia del festival hasta descarrilarlo en 1997. Al año siguiente ya no hubo Lollapalooza.
Tras seis años de ausencia el Lolla regresó en 2003 a las carreteras de Norteamérica, nuevamente de la mano del vocalista de Jane’s Addiction. Sin embargo la gente no llegó como se esperaba debido a los altos precios de los boletos.
Lollapalooza resurgió en 2005 ya sin ruedas, situándose en el Grant Park de Chicago, donde ha continuado realizándose con relativo éxito. Actualmente el promedio de invitados rebasa las 100 bandas participantes, repartidas a lo largo de tres días. En el evento de 2011, celebrado el pasado agosto, destacaron nombres como Muse, Coldplay, Foo Fighters y Artic Monkeys. No obstante, muy poco queda del concepto original surgido dos décadas atrás. El sello de la contracultura ha sido sustituido por el de las grandes empresas que aparecen como patrocinadoras de los numerosos escenarios que se montan.
Con la idea de dar renovados aires al Lollapalooza, en abril de este año fue ‘exportado’ a Santiago de Chile, en donde bandas de habla inglesa compartieron cartel con artistas latinoamericanos. La excelente respuesta del público augura otras réplicas en el país sudamericano. Por lo pronto ya está anunciada la emisión 2012 el 31 de marzo y 1 de abril en Santiago, y asimismo se prepara el primer Lollapalooza Brasil el 7 y 8 de abril.
MÚSICA Y ARTE EN EL DESIERTO
En 1999, tres meses después del último Woodstock, la empresa Goldenvoice (subsidiaria del gigante corporativo de deportes y entretenimiento AEG) realizó el primer Coachella Valley Music and Arts Festival en el desierto de California. Unas 25 mil personas se dieron cita entre el 9 y 10 de octubre en la ciudad de Indio para ver actuar a Morrissey, The Chemical Brothers, Tool, Beck y Underworld, entre otros.
Pese a la calidad de los artistas y a la tranquilidad con la que transcurrió la serie de conciertos, fue un fracaso financiero, lo cual orilló a los organizadores a no llevar a cabo una segunda reunión en el año 2000.
En 2001 decidieron darse una nueva oportunidad. A fin de evitar el intenso calor del verano tardío del desierto, movieron la fecha para el mes de abril. Pero no fue sino hasta 2002 y 2003 que el ‘proyecto’ Coachella comenzó a despegar. La participación en esos años de artistas de la talla de Oasis, Björk, Beastie Boys y Red Hot Chili Peppers acaparó la atención de un público cada vez más numeroso.
Al llegar la fiesta de 2004 los boletos se agotaron y en 2007 el número de días de presentación se aumentó a tres. En la edición 2010 se registró una audiencia aproximada de 225 mil personas durante los tres días. En abril de este año el cartel incluyó a Arcade Fire, Interpol, The Kills, Kings of Leon, She Wants Revenge, Tame Impala y PJ Harvey. La demanda de los asistentes a Coachella ha crecido tanto que a partir de 2012 el evento se ampliará a dos fines de semana, y ya está señalado en el calendario: del 13 al 15 y del 20 al 22 de abril.
Quienes acuden a Coachella tienen la opción de acampar en el lugar, escuchar bandas y solistas de distintos géneros (desde hip-hop hasta indie) y apreciar además esculturas, instalaciones, representaciones teatrales y performances. En este último aspecto destaca la incorporación de The Creators Project, auspiciado por las empresas Intel y Vice, el cual tiene el objetivo de apoyar a creadores de distintas disciplinas, sirviendo como punto de encuentro de diversas tendencias artísticas, permitiendo el acercamiento a sus obras a través de nuevas tecnologías y también realizando mejoras a los escenarios para que los grupos participantes den un plus visual a sus presentaciones.
Otro punto a destacar es el fomento del cuidado del medio ambiente. Los organizadores promueven el reciclado de basura con el programa Trashed @ Coachella; la disminución del uso de vehículos contaminantes mediante el transporte compartido (Carpoolchella), centros de reciclaje ubicados estratégicamente en las instalaciones y la generación de energías ‘limpias’ a través de The Energy Factory, alimentada con cinética.
Aunque el concepto de Coachella y Lollapalooza es similar al de Monterey y Woodstock, la motivación marcadamente empresarial por parte de los organizadores los distancia de sus precursores. Aunque para los melómanos lo trascendente es la oportunidad de apreciar la música de múltiples artistas y a la par conocer otras propuestas de primer nivel. Los músicos por su parte encuentran en ambos festivales un espacio incomparable para exponer su sonido y sentir la energía que sólo pueden transmitir miles de personas vibrando a un mismo ritmo: el rock.
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