Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha convertido en un botín de grupos internos y del crimen organizado que roban combustibles y los venden de manera clandestina, dijo a Efe la escritora y periodista Ana Lilia Pérez. (Archivo)
Petróleos Mexicanos (Pemex) se ha convertido en un botín de grupos internos y del crimen organizado que roban combustibles y los venden de manera clandestina, dijo a Efe la escritora y periodista Ana Lilia Pérez, que acaba de publicar el libro "El Cártel Negro".
'Las organizaciones de narcotraficantes principalmente, entre estos el cártel del Golfo y de Los Zetas, roban hasta el 40 % de los condensados de gas natural que se extraen en la Cuenca de Burgos en toda la zona fronteriza del norte de México y lo venden en el mercado negro de Estados Unidos', explicó la periodista.
Los condensados son hidrocarburos altamente apreciados por la industria de combustibles en Estados Unidos, donde empresas privadas refinan libremente el petróleo y con esta materia prima se producen gasolinas de alta calidad, señaló la autora de 'El Cártel Negro' (Grijalbo-Random House Mondadori).
'La Cuenca de Burgos (en el Golfo de México) se volvió un campo de batalla entre organizaciones criminales, cuyos miembros levantan retenes, expropian predios, ocupan derechos de vía y controlan el acceso a las instalaciones de Pemex', explicó a Efe la investigadora de la revista Contralínea.
Según datos oficiales, Pemex es el cuarto productor de crudo del mundo, la undécima compañía con reservas de crudo a nivel internacional, la decimoquinta en producción de gas, la decimotercera en capacidad de refino y el mayor contribuyente de ingresos al erario público, con más del 30 por ciento.
Además del robo y comercio de condensados, los carteles se han dedicado al robo de gasolinas y derivados en los conductos de Pemex en diversos estados, principalmente en Veracruz y Sinaloa.
'Nuestro negocio es el narcotráfico, pero dado que está flojo, pues robamos hidrocarburos', afirmó un jefe del cártel del Golfo al ser sorprendido por dos agentes de seguridad de Pemex en 2007 durante un robo de combustible de un oleoducto, señala un reporte de la empresa citado en el libro.
En esa ocasión, los agentes del área de Seguridad informaron que seis hombres vestidos con uniformes de la Agencia Federal de Investigación, quienes se identificaron como miembros del cártel del Golfo, los desarmaron, los despojaron de sus teléfonos móviles y del vehículo.
En el libro se documenta cómo se formó una gran red de corrupción entre las mafias y empleados de Pemex para realizar todo tipo de negocios ilícitos.
Según datos oficiales en los primeros cuatro meses de este año, el robo ilegal en los ductos, conocido popularmente como 'ordeña', supuso pérdidas por unos tres mil millones de pesos (unos 214 millones de dólares), cifra que superó el total registrado en 2010.
El libro destaca que el robo en los ductos es menor debido a que en algunas refinerías los mismos trabajadores hurtan las gasolinas en los mismos camiones cisterna, en los cuales una tercera parte es rellenada de manera ilegal y comercializada en distribuidores clandestinos o en las mismas gasolineras oficiales.
Pérez explicó que no existen datos oficiales sobre las pérdidas totales de Pemex, aunque se calcula que el quebranto asciende a unos 16.000 millones de pesos (unos 1.142 millones de dólares).
La escritora, que tuvo acceso a numerosos documentos internos de Pemex, asegura que las autoridades internas han reportado todo tipo de operaciones ilegales, pero aclara que las denuncias no prosperan debido a supuestas complicidades y protecciones de los mismos directivos o de los dirigentes sindicales.
'En algunos casos cuando el robo de los empleados es muy descarado, los mismos dirigentes sindicales les piden mayor prudencia debido a que es más difícil defenderlos', dijo.
Asimismo, el libro ilustra que la mayoría de los grupos que hurtan combustibles de Pemex generalmente blanquean sus ganancias en negocios del mismo sector, como empresas del sector energético, gasolineras y distribuidoras de productos derivados.
'Desde los antiguos cárteles de la droga, hasta los grupos como La Familia y Los Zetas han encontrado en las gasolineras una vía para legalizar sus ingresos', señaló la autora.