Hablar de sexo se ha transformado en parte de la agenda de discusión en el mundo; así, en 1978, en Roma, se fundó la Asociación Mundial para la Salud Sexual, que por segundo año consecutivo, el 4 de septiembre, celebraron su día.
Tal asociación internacional trabaja organizando congresos, apoyando la formación de redes de comunicación, promoviendo el conocimiento y la discusión sobre la sexología intercultural, y dirigiendo esfuerzos para prevenir el Sida en el mundo.
De ella se desprende la Asociación Mexicana para la Salud Sexual, definiendo su concepto de salud sexual como: "un estado de bienestar físico, emocional, mental y social relacionado con la sexualidad", coincidiendo con la Organización Panamericana de la Salud.
Declara como propósitos: "el crecimiento humano entendido como un proceso integral al que debe aunarse la expresión plena, libre, congruente, responsable y armónica de las potencialidades derivadas de la sexualidad".
También declaran que: "todo individuo, independientemente de su género, clase social, nacionalidad, religión, raza, estado civil, orientación sexual o identidad sexual, tiene derecho a gozar plenamente de salud sexual".
El tema da para mucho más, lo cierto es que en la actualidad se han abierto medios de discusión y divulgación que permiten saber sobre el sexo y ofrecen alternativas para ejercerlo en libertad.
Aquí debo hacer un alto y pedirle que recuerde los conceptos filosóficos de libertad, donde no hay cabida para acceder y/o optar por el mal, sea para sí mismo o para los demás.
Le escribo sobre este principio filosófico de la libertad, definido plenamente por Alejandro Llano Cifuentes, en su texto "El Futuro de la Libertad", porque ahí se marca la diferencia entre ser y hacer, según nuestro deseo lícito o abuso del derecho a ejercerla en busca de la felicidad.
El sexo, en toda la historia de los seres humanos, ha sido la base fundamental para la persistencia de la especie, alimentación afectiva, placer erótico, ejercicio de poder y dominio, entre otros.
Cuando hacemos "digestión intelectual" de tales conceptos, mezclados con los de libertad y felicidad, empezamos a descubrir que para ser libres debemos arrancarnos las cadenas de la esclavitud generadas por terceros.
En el caso de la práctica del sexo profundo, la libertad en la sexualidad requiere que hagamos lo que deseamos, sin influencia de modas impuestas, concepto de Fernando Savater.
El sexo es motor del amor romántico y, sin duda, favorecedor del encuentro de la pareja; como escribiera el poeta, "hacer que tú y yo seamos más que dos".
Hay preguntas que nos hacemos sin encontrar respuesta; entre ellas: ¿libre es someterse a la influencia de los medios y los productores para consumir lo que desean vendernos manipulándonos?; la libertad en la sexualidad, ¿incluye la falta de cuidado en nosotros y a los demás?
Desgraciadamente el sexo ha sido utilizado como medio coercitivo entre los humanos, tomado como base del interés por acumular, para dominar y preparar mejores condiciones de vida para los descendientes.
No olvidemos que es a través el sexo como persisten las especies, incluido el ser humano, siendo éste el instrumento ideal para que el varón y la hembra se retroalimenten espiritual y psíquicamente, alcanzando la comunión real de pareja a través de la expresión erótica de ese amor romántico, logrando uno de los fines, para muchos el más importante: la reproducción y perpetuación en nuevos seres que portan la herencia genética de los padres.
Tal vez, transportando al conocimiento del presente las creencias religiosas de algunos creyentes, la reencarnación encuentre su justificación al contar y comparar los genes de padres e hijos.
Desde ese punto de vista, realmente existe una especie de inmortalidad genética, no así la corporal individual.
Discutir sobre la identidad de género -genéticamente somos hombre o mujer- ha llevado a los especialistas a definir que no sólo son dos los existentes, sino hasta seis; a saber: macho, hembra, homosexual varón, homosexual hembra, preferente homosexual y preferente bisexual. Y podríamos encontrar algunas otras variantes.
En esa taxonomía, conocida en la sexología como Identidad de Género, se encuentra la innegable cruda realidad, que sólo podrá ser regulada por el principio del respeto a sí mismo y a los demás.
Le recuerdo un principio fundamental de la relación humana: el respeto a la persona y a los demás, que así como es conocido como principio de relación social y política, tiene valor y fuerza fundamental en el campo del sexo, la relación humana, la libertad y hasta la felicidad, alcanzados a través del amor de la pareja.
Ahí ubicamos el centro de la comprensión del manejo de la sexualidad entre humanos, aplicable a los grupos minoritarios que, en ocasiones, buscan ejercer su derecho sin respetar el de los demás.
El tema da para mucho más, esperemos encontrar la oportunidad de ampliar las bases del diálogo. ¿Qué opina?