Interpretación. La actriz Emóe de la Parra se presentó anoche en el Teatro Nazas.
No cabe duda que para subirse a un escenario e interpretar un monólogo se requieren tablas. Más si la obra es de Samuel Beckett. Y tablas fue lo que demostró anoche en el Teatro Nazas la primera actriz Emóe de la Parra, durante su interpretación de "Primer amor".
Además de presumir su espléndida memoria, y darle al personaje de Beckett un color especial, la actriz mexicana superó cualquier reto físico con este unipersonal. Durante más de una hora mantuvo atentos a más de 200 espectadores durante la función.
Sin ningún tipo de ayuda escenográfica, y con sólo algunos elementos de audio, Emóe de la Parra presentó en el tradicional formato de cámara de los monólogos uno de los textos más íntimos del escritor irlandés.
Una pesimista visión del amor, la relación de pareja y la descripción de una silueta de mujer, que la actriz, en su caracterización de hombre, logró dibujar de manera acertada anoche en el Teatro Nazas.
Un teatro no complaciente que logró concentrar a un público espejo, cómplice, esa voz interna que recordó una caótica y desesperada confección, la del personaje de "Primer amor", con el que este año De la Parra se mostró como uno de los atractivos del Festival de Monólogos 2012, interpretado desde un acto físico, donde el cuerpo es tomado como títere, un cuerpo disociado. Durante la actuación hubieron momentos donde la actriz se convirtió en títere o titiritera de sí misma; y momentos en los que respondía a diversos estímulos lumínicos o sonoros que llegaban desde afuera, en un espacio que da la sensación de un cubo negro, con un entorno oscuro.
Emóe de la Parra se sentaba, posaba, paraba, circulaba y jugaba a cambiar el estado de ánimo de los asistentes con el personaje oscuro de Beckett, que ha sido interpretado un sin número de veces en diferentes idiomas.
Uno de los aspectos a resaltar también es la adaptación del texto que realizaron, en la dirección Antonio Algarra y la propia actriz mexicana. Que permitió retratar anoche ese mundo alejado de la condición humana que propone siempre en sus textos el también poeta, novelista y ensayista.
Al término de la función el público lagunero se puso de pie para reconocer no sólo el talento de la primera actriz mexicana, sino su esfuerzo, al presentar un personaje completamente diferente al que presentó el año pasado durante su participación en este mismo festival escénico.