Este dispositivo funciona con sensores que miden y cuantifican los impactos en tiempo real, con lo que se podrá valorar el estado del jugador.
Como una medida para supervisar y controlar lesiones cerebrales traumáticas causadas en deportes de contacto, un grupo de investigadores del Tecnológico de Monterrey, Campus Monterrey de la Cátedra de Investigación en Dispositivos Biomédicos, desarrollaron y patentaron un casco para medir y cuantificar en tiempo real impactos, cantidad de los mismos y potencia de las contusiones provocadas.
En los deportes de contacto, como el futbol americano, los golpes en la cabeza son muy comunes y pueden provocar lesiones fisiológicas temporales o permanentes.
“Las lesiones cerebrales traumáticas pueden presentarse incluso después de golpes leves en la cabeza, y hay jugadores que sufren hasta decenas de golpes en una misma temporada”, advirtió el doctor Eduardo González Mendívil, quien es coinventor de esta tecnología, junto con el doctor Jorge Cortés Ramírez y los alumnos de posgrado Ana San Román y Daniel Aceves.
Este sistema, que recientemente obtuvo la patente por parte del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial, consiste en una red de sensores (acelerómetros) que cuando detectan un golpe se estimulan y generan una señal eléctrica, la cual es enviada inalámbricamente a una antena receptora instalada en una computadora que detecta dicha señal y, a través de un procesamiento, la interpreta por medio de gráficas.
De esta forma, cuando un jugador de futbol americano recibe un impacto, se podrá ver en tiempo real la gráfica que ilustra la energía del golpe, con lo cual, los entrenadores y los médicos pueden decidir si mantienen al jugador en el campo de juego o es sustituido.
“El sistema está integrado por lo menos de seis acelerómetros conectados a un módulo que transmite la información de los impactos a una computadora o a una tablet. Ahí los datos son analizados por los entrenadores o médicos. Cuando un mismo jugador acumule cierta cantidad de impactos, el sistema mostrará una alarma que indica que la integridad de atleta está reducida”, explicó el doctor González Mendívil.
Riesgos deportivos
En el deporte no hay una manera científica de saber el desgaste físico de los atletas en tiempo real. La teoría de estos investigadores es que el golpeo acumulado ocasiona un desgaste que va mermando la capacidad de los deportistas; tal vez no de manera permanente, pero sí durante el juego.
“Además de reconocer el grado de afectación por el impacto, este sistema puede cuantificar el grado de energía consumida por el atleta, lo cual es un punto adicional”, explicó el doctor Jorge Cortés, quien es titular de la Cátedra de Investigación en Dispositivos Biomédicos.
Mencionó que hay cinco grados de impactos que van desde los más ligeros hasta los más severos. Según investigaciones recientes, se sabe que impactos pequeños pero repetitivos pueden causar el mismo daño que los golpes fuertes; lo que amplía el campo de la prevención.
También comentó que ya hubo un primer acercamiento con el equipo de los Borregos Salvajes del Campus Monterrey, para ver la posibilidad de aplicar esta tecnología en un futuro próximo, ya que a los entrenadores les gusta tener al equipo dentro de la cancha en la mejor condición posible.
“Actualmente no hay elementos de medición de los golpes, salvo la sensibilidad de los coaches que valoran cuando un jugador está lastimado, pero no existe otra manera de saber con precisión el desgaste y el nivel de golpes que un jugador recibe”, comentó.
Un sinfín de aplicaciones
Los Borregos Salvajes cedieron dos cascos que fueron utilizados por investigadores y alumnos del área de Mecánica, Biomedicina e Ingeniería para buscar la mejor aplicación de esta tecnología. Uno de los cascos fue partido a la mitad en aras de estudiar la morfología, la manufactura, y la mejor forma de instalar este mecanismo de monitoreo.
Todo esto les permitió resolver problemas e interrogantes como: ¿qué tipo de sensores se debían instalar en el casco?, ¿dónde debían ser colocados?, ¿cómo sacar la señal?, ¿cómo alimentar de energía al sensor?, ¿cómo transmitir los datos?, ¿a dónde serían transmitidos?, ¿cómo interpretarlos?
“Esto nos da pauta a un mar de oportunidades de aplicación de dicho sistema, el cual es de utilidad para muchas personas que requieran monitorear sus movimientos, golpes o impactos. Por ejemplo, un anciano que es propenso a caerse, esta aplicación podría revelar información que él no puede describir, al igual que un niño. Esta tecnología rebasa otros campos de aplicación igualmente importantes, ya que se puede instalar en otros accesorios diferentes al casco de americano”, concluyó el doctor Cortés.