El aire y tu nariz

Cada vez es más común que hombres y mujeres sanos muestren ciertas molestias cuando salen a la calle, sobre todo durante las primeras horas del día: comezón en la nariz, estornudos frecuentes, congestión nasal, todo sin tener relación alguna con gripes ni resfriados. El motivo: el aire que respiran.

Hace ya varios años, en gran parte del territorio nacional el horizonte luce cubierto por una capa gris, la cual es un reflejo de la calidad del aire que respiramos. Quienes viven en ciudades grandes e industrializadas están expuestos a la contaminación del aire (también llamada contaminación atmosférica o polución), la cual es variable según el tamaño de la urbe y el tipo de empresas, fábricas y demás que le rodean.

Para algunos, la poca calidad del aire no resulta problemática. Pero para muchos otros, ese mismo ambiente resulta tan incómodo que las tareas más sencillas les acarrean molestias relacionadas con las vías respiratorias, sufren de síntomas que merman su nivel de vida como tos, constantes dolores de cabeza, comezón en la nariz, abundante secreción nasal, irritación de garganta y ojos llorosos. En otras palabras, cuadros de alergia que rara vez desaparecen. Eventualmente se enfrascan en una batalla contra los malestares, apoyándose en antihistamínicos u fármacos que los ayuden a sentirse cómodos.

Usualmente esas mismas personas notan que al viajar a sitios menos urbanizados, sus ‘achaques’ desaparecen. Aunque también se da el caso de que al trasladarse a metrópolis incluso más grandes (y en consecuencia más contaminadas), no presenten trastornos. Esto se debe a que la reacción alérgica puede o no manifestarse no tanto por el tamaño del lugar sino por el tipo de elementos que hay en el aire de las diferentes regiones y el grado de susceptibilidad que cada individuo presenta ante esos componentes.

PARTÍCULAS PELIGROSAS

La fundación europea Green Facts, con sede en Bélgica, expone que el aire puede estar contaminado por muy diversos tipos de elementos, los cuales son englobados bajo el término ‘partículas en suspensión’ (también llamadas PST, partículas suspendidas totales). Entre las muchas cosas que pueden integrar esas partículas están: polen, polvo, humo (procedente de fábricas, de cigarros, de las llamadas ‘ladrilleras’ u otras industrias incineradoras), asbesto, monóxido de carbono, óxidos de nitrógeno, azufre, hidrocarburos, plomo, mercurio, cadmio, ozono, amoniaco (emitido por el estiércol al aire libre de los establos), pequeñas gotas de petróleo, gases y esporas de hongos. Cabe mencionar que a las partículas de mayor tamaño las ‘filtra’ nuestra nariz o bien las detienen los bronquios; pero las más diminutas penetran hasta los pulmones, llegando a ocasionar no sólo alergias sino afecciones crónicas o severas como el asma, la bronquitis o el enfisema. La comunidad médica explica que las alergias tienen tantos orígenes y motivos como clases de partículas hay en el aire.

Ante tal panorama, se han acuñado algunos parámetros útiles para vigilar la calidad del aire que inhalamos. En México existe la Norma Oficial Mexicana (NOM), la cual regula todo lo relacionado a las PST y define el límite en donde comienzan a impactar a la población de manera sustancial, principalmente a quienes tienen diagnósticos alérgicos.

Según la NOM actual, las ciudades deben tener menos de 260 microgramos de PST por metro cúbico de aire (µg/m3) para que las actividades respiratorias regulares de un individuo no sufran riesgos mayores. Si se rebasa ese límite pueden existir complicaciones. La gente alérgica enfrenta un doble peligro de sufrir daño en sus vías respiratorias, y cualquier persona se vuelve más sensible a las enfermedades de la garganta, ya que ésta se irrita con la contaminación y queda vulnerable a infectarse con virus y bacterias oportunistas.

La realidad nos muestra que ese límite se rebasa constantemente. Frente a ello, sólo los médicos pueden ayudar a quienes enfrentan problemas causados por la calidad del aire. Cabe aclarar que las alergias no se curan, sólo se controlan mediante tratamientos específicos.

¿MUDANZA = SOLUCIÓN?

Si se pregunta por qué usted pasa las mañanas estornudando y sus compañeros de trabajo no, eche un vistazo a su historial familiar. La tendencia a sufrir alergias se relaciona con los factores genéticos; eso no significa que los padres hereden la susceptibilidad a un elemento en particular, pero sí la propensión a desarrollar alergias.

Ante las molestias alérgicas detonadas por la contaminación ambiental, algunos deciden mudarse a una ciudad más chica o trasladarse a una población rural, lo cual podría parecer lógico pero no siempre representa una solución efectiva, según especialistas en otorrinolaringología. El aire del campo en general cuenta con un índice menor de PST comparado con las grandes metrópolis, a falta de coches y transporte público. Sin embargo no está exento de que haya en las cercanías pequeñas empresas dedicadas a la incineración de diversos materiales, zonas con estiércol, y sobre todo del polen, el cual es uno de los alérgenos más abundantes en el aire de cualquier lugar.

Asimismo en las ciudades industrializadas el aumento de dióxido de carbono (CO2) en el aire, como parte de los gases dañinos, invariablemente afecta a la población en general, volviéndola propensa a contraer enfermedades de las vías respiratorias. Por ello, a quienes viven en grandes metrópolis se les recomienda restringir al mínimo las actividades al aire libre durante las ‘horas pico’ del tránsito vehicular.

Si usted sufre de síntomas alérgicos cuando pasa tiempo a la intemperie, acuda cuanto antes a consultar a un especialista, a fin de que le ayude a determinar si su malestar es provocado por algún elemento presente en el aire, y le aconseje la manera de controlar esas molestias.

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Fuentes: Doctor José Aguirre Carrillo, jefe de la Jurisdicción Sanitaria No. 6 de Coahuila; Dirección General de Medio Ambiente en Torreón; GreenFacts.org; Kidshealth.org; Red Mexicana de Aerobiología; Secretaría del Medio Ambiente del estado de Coahuila.