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El martirio de Josefina

Sobreaviso

RENÉ DELGADO

A estas alturas del concurso electoral, Josefina Vázquez Mota no sabe para quién trabaja, quién la postula como candidata y tampoco si la campaña es suya... y, lo peor, cuál es su destino.

El calderonismo la abandonó cuando más lo requería. De Vicente Fox -como se dijo en estas planas- recibió el beso de Judas en la mano... y el Yunque se le acercó para no hacer nada. Queriéndose diferente, Vázquez Mota terminó pareciéndose a sus padrinos políticos que, en la candidatura, la dejaron sola. La actitud errática e indecisa los emparenta.

Su campaña da tumbos sin ton ni son. Unos días se lanza contra Enrique Peña, otros contra Andrés Manuel López Obrador y, por como van las cosas, a ver si no termina yéndose contra el príncipe de chocolate. Sin eje ni definición, discurso ni propuesta, su campaña bota y rebota al ritmo de las encuestas.

La candidata debe estar preocupada, pero no menos el dirigente Gustavo Madero, quien al final recibirá la factura. Acción Nacional rema y navega hacia una debacle y, hoy, ni siquiera tiene claro quién fue peor: el anterior o el actual presidente de la República o la aspirante a sucederlos.

***

El Sobreaviso del 10 de marzo se intituló "El talón de Josefina" y reseñó los errores estratégicos en que incurría Josefina Vázquez Mota, tras coronar su precampaña con la candidatura.

Se mencionaron como tales, los siguientes: "Precipitar la operación cicatriz con su principal adversario, cuando la herida era ella. Participar marginalmente en la integración de la lista de candidatos plurinominales al Congreso, sin rescatar espacios de ella. Limitar su intervención en las decisiones del partido. Mostrar docilidad ante el Ejecutivo en vez de marcar independencia. Titubear ante la candidatura a diputado de Fernando Larrazábal, símbolo por antonomasia de la descomposición y denigración de su partido, reduciendo su postura a tomarse la foto con quienes lo impugnan.

"Si mañana, al rendir protesta como candidata presidencial no deja el discurso complaciente y la sonrisa forzada para mandar señales claras de su decisión de encabezar y dirigir su propia campaña, quizá resulte cierto que no ganó la candidatura por sus aciertos, sino por los errores de Ernesto Cordero y su padrino. Como también porque, al final, Felipe Calderón -como Vicente Fox- la haga suya sin quererla.

"De la prudencia al coraje político hay una distancia, si Vázquez Mota no recorre pronto ese tramo, cobrará fuerza la idea de que sólo quería ser candidata. No más".

Eso decía aquel Sobreaviso y, al día siguiente, el desastre que fue el mitin en el Estadio Azul, donde rindió protesta como candidata, pareció convalidar lo dicho. Hasta un mes después, el 9 de abril, Vázquez Mota presumió dar un golpe de timón: agrandar y reforzar su equipo de campaña que, en sentido real y figurado, no cabía en el foro donde fue presentado, cambiar su "look" y rebautizar su autobús. El Pinabús se convirtió en el transporte de La Jefa.

Sobre ese ajuste, en comentario radiofónico con Pedro Ferriz se dijo: "Uno, el grupo responsable de impulsarla no acaba de integrarse y coordinarse como equipo. Dos, en tal circunstancia el eje de la campaña -cifrado en la palabra 'diferente'- busca todavía su referente. Tres, el supuesto golpe de timón que dio Vázquez Mota no acaba de arrojar resultados, aunque ahora se nota una participación mayor del partido en apoyo de la campaña presidencial. Mientras el partido pareciera llevar la ofensiva directa y dura contra el priista, la candidata pareciera tratar de correr por un carril distinto, pero sin conseguir darle contenido al postulado de su campaña.

"Sin dominio de esos tres ingredientes, la campaña no prende y ahí está cómo las encuestas comienzan a marcar un empate entre esa campaña y la de Andrés Manuel López Obrador, guardando ambas enorme distancia en las preferencias frente a Peña Nieto". Eso se dijo a mediados de abril.

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Ahora, a casi dos meses de aquel ajuste, viene uno más.

La artillería de su campaña dirige el fuego ya no en contra de Enrique Peña, sino de Andrés Manuel López Obrador, pero sigue sin estar claro quién coordina la campaña y cuál es el eje de ésta. Figura como coordinador Roberto Gil, pero figurar no es ser y el carácter de La Jefa se sigue echando de menos.

Premeditadamente o no, el nuevo ajuste coincide con el giro de la campaña de Enrique Peña y no queda más que pensar en una triple opción: Vázquez Mota revalida la alianza vergonzosa del PAN y el PRI al cerrar la pinza; Vázquez Mota asume sin decirlo su caída y ahora compite por el mejor segundo lugar; o, bien, entre que Peña quiere asegurar su ventaja ante López Obrador y Vázquez Mota alcanzarlo al menos, la panista trabaja para el priista.

A ver si el ajuste del ajuste no la lleva, al final de la campaña, a dirigir su ofensiva contra el príncipe de chocolate.

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Josefina Vázquez Mota y su equipo -si, en realidad, lo tiene- no acaban de entender una obviedad: la gestión de las administraciones foxista y calderonista es el lastre que más le pesa a su campaña y, aun recibiendo agresiones de una y otra, sigue sin desmarcarse de ellas.

Los golpes del priismo a su campaña no tuvieron parque qué buscar, nomás revivieron los ataques del equipo de Ernesto Cordero y, lo más curioso, el apoyo de Vicente Fox a Enrique Peña, Josefina Vázquez Mota no lo percibe como una traición. El vacío que sus padrinos políticos le han hecho no la lleva a sacar la casta. Vamos, no advierte el fuego amigo ni la traición y, desesperada, echa mano del socorrido recurso del foxismo y el calderonismo, la propaganda negra contra el lopezobradorismo, cuyo beneficiario es Enrique Peña.

Inocencia o perversión.

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Ubicar el lugar de Vicente Fox y de Felipe Calderón en la historia no supone un gran esfuerzo. Fox despilfarró el bono democrático, Calderón diversificó el crimen y enlutó al país. Ambos renunciaron a convertir la alternancia en alternativa y gobernaron en alianza con el PRI y las peores expresiones del corporativismo gremial y empresarial. Si de revalidar mitos se trata: no fueron más 70 años de corrupción, cinismo e impunidad, son más de 82.

Josefina Vázquez Mota no puede denunciar el peligro del retorno el viejo régimen porque el viejo régimen nunca se fue. Fox y Calderón lo prolongaron, ocupando sólo un par de turnos en su vigencia.

La decisión de Josefina Vázquez Mota se limita, hoy, a escoger qué lugar quiere ocupar ella en la historia pero, primero, requiere decidir para quién trabaja. Hasta para ella podría hacerlo.

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