Un dedo fue encontrado en una trucha, se tomó su huella dactilar y fue posible identificar a quien le pertenecía. INGIMAGE
Las huellas dactilares están presentes durante toda nuestra vida, incluso personas que han intentado desaparecerlas para ocultar su identidad con técnicas como quemarlas, se han dado cuenta que cuando la herida sana la huella vuelve a aparecer.
Las huellas, producto de los genes y los movimientos del embrión en el vientre, vuelven a formarse cuando se desgastan y pueden sobrevivir largos períodos de tiempo en el agua si ésta está fría.
Estos datos nos permiten entender el muy peculiar caso de un hombre cuya historia confirma lo beneficioso que es tener huellas.
Dicho hombre es Hans Galassi, un estadounidense que sufrió un accidente mientras practicaba esquí actuático hace unos meses y que le valió perder varios de sus dedos.
Tiempo después de ocurrido el accidente, el dedo del norteamericano fue encontrado en el tracto digestivo de una trucha, fue remitido a la policía de Idaho, que pasó una jornada completa investigando archivos para dar con el lugar de donde provenía el dedo.
La policía tomó la huella dactilar y remitió los resultados al laboratorio forense del estado, ahí se encontró, gracias a la huella, la identidad de la persona, Hans Galassi.
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