Las cifras disponibles arrojan una descripción de la realidad mexicana que obliga a exigir el cambio de rumbo y señalan
La dirección a la que
Éste debe enfilarse"
Estadísticas. La compleja realidad de un país no puede ser captada totalmente por las cifras, pero un puñado de datos cuantitativos puede proveer una visión condensada de sus características y problemas. Entrar en el mundo de los datos cuantitativos requiere un poco de precaución. Hace más de medio siglo, en 1954, Darrell Huff escribió un libro que se hizo famoso en el mundo de las ciencias sociales: Cómo mentir con las estadísticas (How to lie with statistics). En el campo de lo social, los números pueden ser claros y precisos, pero no así la realidad que se supone condensan. Toda estadística social de ser tomada con un grano de sal y complementada con información cualitativa. Las estadísticas las inventaron los hombres del poder para conocer la situación de sus súbditos y dominarlos mejor, pero hoy la ciudadanía también puede y debe usarlas para conocerse a sí misma y para defenderse del poder.
. En su encuesta de noviembre de 2011, Consulta Mitofsky encontró que sólo el 28% de los encuestados opinaba que México iba por el rumbo correcto; en contraste, más del doble -el 61%- consideró que como país vamos por un rumbo equivocado. Por otra parte, el 48.5% de esa muestra representativa consideró que hoy el problema medular del país es económico -debilidad del crecimiento, falta de empleo, sueldos bajos, etc.- pero una proporción casi igual -46.8%- vio en la falta de seguridad pública -sea por la violencia del narcotráfico o por el crimen tradicional- el problema central. Aunque diferentes, los dos temas están relacionados: una economía sin dinamismo hace que la vida criminal se vuelva atractiva para muchos que no encuentran colocación en el mercado de trabajo honesto.
. De acuerdo con el "Perfil Estadístico" de México publicado en el sitio web de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), en los primeros cuatro años de este sexenio el promedio anual de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) per cápita fue de apenas un pobre 1.1%, aunque otro cálculo del Banco Mundial arroja un resultado aún peor: entre 2006 y 2010 el PIB decreció en -1.3%, (La Jornada, 7 de enero). Por su parte, el Inegi acaba de informar que, respecto a 2008, el ingreso promedio de los hogares mexicanos en 2010 efectivamente decreció y en 12.3%, (Consulta Mitofsky, 9 de enero). Claro que si alguien se empeña en encontrar algún promedio económico positivo, lo puede hallar en la inflación -orgullo de la ortodoxia económica gubernamental-, cuyo promedio para el cuatrienio examinado fue de 4.6%, aunque ¿cuál es el beneficio de una inflación baja si el crecimiento de la economía es más bajo aún?
. La fuerza de trabajo y el empleo arrojan otros promedios muy reveladores de lo que es hoy México. Como se sabe, el "bono demográfico" del que México disfruta hoy, significa que en estos años y hasta 2030 la proporción de la Población Económicamente Activa (PEA) será mayor de la que nunca antes fue y mayor de la que nunca más volverá a ser. Es ahora cuando más le urge a México crear fuentes de trabajo con alta productividad a fin de hacer efectivo el potencial material que hoy tenemos. De eso depende que se aproveche o desperdicie el "bono demográfico" y se gane o se pierda el siglo XXI. Sin embargo, y por ahora, las cifras no permiten el optimismo.
De acuerdo con Ángel Gurría, secretario general de la OCDE, en la actualidad México necesita crear un millón de nuevos empleos al año, pero no lo está logrando, (El Universal, 10 de enero). El gobernador del Banco de México informó que en 2012 si el PIB crece entre el 3 y el 4%, la economía formal podría crear entre 500 y 600 mil de nuevas plazas de trabajo, (comunicado de prensa, 6 de enero, www.banxico.org.mx).
De acuerdo a un estudio de Minor Mora y Orlandina de Oliveira, "El deterioro de la situación laboral de los jóvenes en tiempos de crisis", (www.izt.uam.mx/sotraem/FundaciónEbert/orlandida.pdf), elaborado con datos del Inegi, Coneval y Conapo para los años de 2008 y 2009, en ese último año el desempleo entre los hombres jóvenes de 14 a 19 años fue de 9.7% -casi el doble del promedio nacional. De los que sí se emplearon, el 32% lo hizo en la informalidad y de los que lograron incorporarse a la formalidad, más del 44% trabajó sin protección social. En el caso de las mujeres, las cifras de desempleo e informalidad son ligeramente superiores aunque ligeramente menores en materia de seguridad. Los autores destacan que entre más desarrollado es un estado, por ejemplo Nuevo León, menor la informalidad y la falta de protección, pero mayor el desempleo de los jóvenes. En suma, no estamos aprovechando el "bono demográfico".
En relación a trabajar en condiciones de informalidad y sin prestaciones, la OCDE nos dice que la proporción de sindicalizados en México es de 14.4% en tanto que el promedio entre los miembros de esa organización es de 18.1%. Es verdad que en este campo, estamos un poco mejor que Estados Unidos cuya tasa de sindicalizados es de sólo 11.4%, pero estamos muy lejos de los buenos modelos de protección a sus trabajadores como son Finlandia o Suecia, con tasas de sindicalización del 70 y el 68% respectivamente.
. Según las cifras del Coneval, entre 2008 y 2010, la población mexicana que se encuentra viviendo en situación de pobreza, sea alimentaria, de capacidades o de patrimonio, pasó de 44.5 a 46.2%, lo que en términos absolutos significó 52 millones de personas, (http://web.coneval.gob.mx/Informes/Interactivo/Medicion_pobreza_2010.pdf). Este aumento de la pobreza "multidimensional" se debe, en parte a los efectos negativos del entorno económico mundial sobre nuestro país, pero también a la decisión de meter a México en un estado de dependencia extrema de la economía norteamericana.
En contraste, la añeja desigualdad social no se le puede achacar ya a factores externos; es casi por entero efecto de factores internos. Y ese problema va en aumento. El estudio de 2011 de la OCDE titulado Divided we stand: why inequality keeps rising ("Divididos permanecemos: porque la desigualdad sigue creciendo"), señala: "México tiene el segundo nivel más elevado de desigualdad de los ingresos en la población activa de la OCDE, justo por debajo de Chile y muy por encima de la media de la OCDE...El ingreso medio del 10% de los hogares mexicanos con mayores ingresos era en 2008 de 228,900 MXN, 26 veces por encima del ingreso del 10% con menores ingresos, que tenían un ingreso medio de 8,700 MXN. La diferencia es de 9 a 1 en los países de la OCDE". Y mientras en los últimos 25 años los ingresos en los hogares más ricos aumentaron en 1.7% anual, en los más pobres apenas si lo hicieron en un 0.8%. Según el estudio, los trabajadores mexicanos trabajan en promedio más horas que en ningún otro país de la OCDE, pero las diferencias salariales han aumentado. Por tanto y si en este caso las estadísticas no mienten, se debe de concluir que en nuestro país, por sí mismo, el trabajo no es el medio idóneo para salir de pobre. Por eso los autores del informe recomiendan crear más y mejores empleos así como poner énfasis en la formación del capital humano, es decir, en una educación de excelencia para todas las clases sociales, algo que, obviamente, tampoco tenemos aquí.
. De las cifras citadas, y de la realidad que reflejan, se puede colegir que los datos de la violencia ligada al crimen organizado y que siguen en aumentó -entre 2007 y 2011 las muertes en este campo se quintuplicaron, pasando de 2,275 a 12,366, (Reforma, 6 de enero)-, algo tienen que ver con el mediocre comportamiento de la economía, con el crecimiento de la pobreza multidimencional y con la persistencia de la desigualdad social. La falta de oportunidades para que una parte de los jóvenes puedan acceder a una forma de vida digna, combinada con la persistencia de un gran mercado en el país vecino para las drogas prohibidas, más una sorprendente impunidad y debilidad del Estado de derecho -el representante de la Oficina Regional de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito Antonio Mazzitteli sostiene que en México la tasa de impunidad de los delitos es ¡del 98%! (Reforma, 19, diciembre 2011)-, conforman un entorno favorable al arraigo del crimen organizado pese a la guerra en su contra.
, la radiografía de México que hoy nos dan las cifras presentadas es insatisfactoria, pero justamente esas cifras pueden servir como un punto de partida sólido, realista, para imaginar soluciones, proponer la dirección de ese cambio y exigirlo. Ojalá lo logremos.