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Los pulmones del planeta Tierra

A la ciudadanía

MANUEL VALENCIA CASTRO

Los bosques y selvas son considerados como los principales pulmones del mundo, no obstante, otros ecosistemas como los matorrales y los pastizales de los desiertos también participan en esta importante función. Cuando estos ecosistemas se encuentran sanos su desempeño en la producción de oxígeno y captura de carbono se vuelve óptimo. Esto significa una mejor calidad del aire que respiramos y una menor emisión de gases de efecto de invernadero, impidiendo que la atmósfera del planeta se caliente. Sin embargo, si le tomamos una "radiografía" a los mencionados pulmones del planeta, usando las imágenes de satélite que ahora se consiguen con facilidad, seguramente encontraremos una severa fibrosis pulmonar caracterizada por la sustitución de los bosques, selvas, matorrales y pastizales por áreas deforestadas y suelos desnudos expuestos a la erosión. Quizá esta enfermedad, junto a otras, esté ocasionando el aumento de la temperatura del planeta, lo que ahora conocemos como calentamiento global.

Algunos bosques y selvas, por la extensión que cubren y por su alta biodiversidad son muy importantes, tal es el caso de la amazonia que se encuentra principalmente en el Brasil. De acuerdo con datos de National Geographic, Brasil tiene el 30% de la selva tropical que queda en el planeta, la cuenca amazónica produce alrededor del 20% del oxígeno de la tierra y alberga una gran biodiversidad, incluso desconocida. Aunque se ha intentado conservar este ecosistema, aproximadamente 15% de la amazonia brasileña se protege mediante parques y reservas estatales y federales, ha sido objeto de ataques constantes ocasionando una gran deforestación. Sólo entre 2000 y 2005 Brasil perdió más de 130,000 kilómetros cuadrados de selva.

Las causas de la deforestación de la amazonia son las mismas que aquejan a los bosques y selvas del mundo entero. La sobreexplotación de sus maderas preciosas, la apertura de nuevos asentamientos, las carreteras y caminos para sacar el producto y el cambio de uso del suelo han ocasionado la pérdida de grandes superficies de selvas. Quizá la conversión de los bosques a otro uso sea la principal causa del problema, una quinta parte de los 4, 100,000 kilómetros cuadrados de cubierta natural de la amazonia ha sido talada totalmente para dar paso a la cría de ganado y a los cultivos industriales, como la soya transgénica.

En México la conversión de los bosques y selvas a otro uso de la tierra como los asentamientos humanos o la agricultura, o la disminución de su cubierta vegetal por los aprovechamientos ilegales como el clandestinaje y la tala inmoderada, se ha medido con gran incertidumbre. Datos extremos de pérdida de área forestal o boscosa oscilan entre 2 millones de hectáreas y 75 mil hectáreas por año. Los datos oficiales y/o académicos han llegado a un consenso de pérdida del inventario forestal de 350 mil a 650 mil hectáreas por año, de los cuales aproximadamente el 75% corresponde a selvas y el 25% a bosques. De continuar así, México se quedaría sin bosques y selvas en aproximadamente 100 años.

La pérdida de bosque en la cuenca alta del Nazas, ha ocasionado que los flujos de agua, otrora regulares, sean ahora muy irregulares. Su capacidad para absorber la lluvia durante los aguaceros de verano, y luego liberarla a intervalos de tiempo regulares, se ha modificado. La moderación que ejercía en los efectos destructivos de la sequía prácticamente ha desaparecido. La existencia de un bosque sano aumenta la humedad local a través de la transpiración de las hojas de las plantas, esto influye en la cantidad de lluvia sobre la cuenca. Cuando por el contrario, los bosques son talados, el agua proveniente de la transpiración de las plantas se reduce notablemente, la humedad en la atmósfera es menor y en consecuencia no hay formación de nubes de lluvia y por ende llueve menos, ocasionando sequías y desertificación.

Finalmente, es importante destacar que en el contexto actual de cambios climáticos provocados por el calentamiento global de la atmósfera, la deforestación de nuestros bosques está contribuyendo con el aumento sostenido de dióxido de carbono, el gas más importante que ha incrementado el efecto de invernadero.

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