1.- Ser una protesta del siglo XXI sin las formas del siglo XIX. Son un movimiento fresco, que creció en las redes sociales, con lenguaje, velocidad e irreverencia propios de su era, que de manera natural adoptó un nombre de su medio y su tiempo: #Yosoy132. A dos semanas de vida, este sábado hubo Asambleas en la UNAM donde acordaron crear comisiones de seguridad, comités de lucha, brigadas, escuadrones de volanteo y burocracias de ese tipo más propias del camaradas que del tuiteros.
2.- Marchar sin ser como el SME. En dos semanas llevan cuatro manifestaciones-marchas. Hay varias más agendadas ya. Los capitalinos tienen poca paciencia con protestas que les complican la vida cotidiana, les retrasan y afectan sus bolsillos. Si mostraron gran talento para posicionarse con videos y tuits, abusar de las marchas puede resultarles contraproducente.
3- Que no se los coma el dinosaurio… amarillo. Nacieron en la coyuntura electoral y por eso la clase política los ve más como votos que como jóvenes. Las respuestas de los políticos son puro cálculo electoral. No vaya a ser que por andar combatiendo al dinosaurio tricolor pierdan de vista al dinosaurio amarillo que ya los anda persiguiendo y enamorando.
4.- Desmarcarse de unos sin "olvidar" otros. Ha levantado polémica que se declaren apartidistas, pero rechacen a Enrique Peña Nieto. Hay además quienes los tachan de lopezobradoristas. Más que nunca, sus deslindes deben ser parejos: la hermana del presidente Calderón, Luisa María, se quiso penosamente trepar al #Yosoy132 vía Twitter y rápidamente la condenaron por buscar el lucro político. Buena reacción. Pero un spot de Andrés Manuel López Obrador usando las imágenes de su protesta lleva cinco días al aire y no hay una condena equiparable. Tienen igualmente el reto de desmarcarse de la violencia y no ha habido un pronunciamiento contundente contra la pancarta solitaria en la marcha del miércoles que añoraba al asesino del candidato presidencial del PRI en 1994 ("Mario Aburto: ¿en dónde estás cuando México realmente te necesita?", se leía), ni de las expresiones violentas de jóvenes en Querétaro contra una camioneta donde creían que viajaba Peña.
5.- Digerir que las elecciones se ganan con votos, no con tuits. La emoción de tomar la calle, recibir apoyo y vítores puede llevarlos a creer que una manifestación de miles y un flujo incesante de tuits son el pulso del país. Si Twitter fuera una urna, Alejandro Encinas sería gobernador del Estado de México y Guillermo Anaya de Coahuila. Eran los reyes del Twitter durante sus campañas y en ambos casos sus adversarios del PRI, Eruviel Ávila y Rubén Moreira respectivamente, les ganaron con aproximadamente el 60% de los votos.
SACIAMORBOS
Con siete interlocutores tuvieron que hablar los del movimiento de Sicilia para concretar la visita de Peña Nieto ayer al Alcázar de Chapultepec. Fue el más difícil de los cuatro.