La lechera fue con su cántaro a vender la leche en el mercado. Por el camino iba soñando que con el dinero compraría huevos que le darían pollos que vendería para comprar una vaca que le daría terneros que vendería para comprarse una casa que le permitiría conseguir marido.
En eso iba pensando cuando tropezó. Al caer se le rompieron el cántaro y los sueños.
-¡Qué desperdicio! -dijeron todos al ver la leche derramada.
-¡Qué desperdicio! -dijo uno al ver a la lechera que lloraba. La consoló, y al hacerlo se prendó de ella. Poco tiempo después la desposó. Le compró una casa, y le compró también terneros, vaca, pollos, huevos y leche.
Los sueños de la lechera se cumplieron. Y ella fue feliz, aunque sus sueños se hubieran cumplido al revés.
¡Hasta mañana!...