"Cantando la cigarra pasó el verano entero...".
La hormiga, en cambio, trabajó todo el año, y vio sus graneros colmados de alimento.
Cuando llegó el invierno la cigarra estaba tan feliz que sobrellevó con alegría los rigores del hambre y el frío.
La hormiga, en cambio, quedó tan quebrantada por las fatigas del mucho trabajar que ni siquiera pudo gozar de su riqueza.
Esto que digo no significa que debamos todos ser como la cigarra.
Tampoco propongo que seamos como la hormiga.
Ambos extremos son malos, como todos los extremos.
Ni cigarra ni hormiga. Lo mejor es ser una mezcla de las dos. Seamos horgarras, o cigmigas.
¡Hasta mañana!...