México mejora en muchos frentes, casi en todos. La esperanza de vida alcanza niveles de país desarrollado. La salud llega hoy a muchos más mexicanos. El promedio de escolaridad se ha elevado, lentamente, pero se ha elevado. La electricidad alcanza a casi el 100% de la población. El rezago habitacional ha descendido, sobre todo en los últimos 10 años. Las viviendas de los mexicanos han mejorado mucho, un 88.7% tiene ya agua. El 60% tienen tres o más recámaras y 90% cuenta con servicios sanitarios. Los hogares mexicanos están hoy mejor equipados, refrigeradores, lavadoras, televisiones, radios, computadoras, todo ha aumentado. El tiempo de las mujeres dedicado a los trabajos domésticos ha disminuido liberándolas para otro tipo de trabajos remunerados. Es un gran avance, los hogares mexicanos en una alta proporción ya tienen dos ingresos. Eso nos permitirá ahorrar como nunca antes.
El proceso de urbanización va muy avanzado. Nos falta mucho para garantizar que las nuevas ciudades crezcan de manera ordenada, pero no hay marcha atrás. Con la urbanización han llegado muchos cambios: la aparición masiva de clases medias; la liberación del yugo comunitario tan frecuente en las poblaciones pequeñas; la incorporación de millones de mexicanos a una forma de vida que ya no los hace sentirse marginados; la homologación de ciertos consumos básicos que unifican a los ciudadanos. Los niveles de información de los mexicanos hoy no tienen nada que ver con los de antaño. Aunque la penetración de la Red va lenta, hay una nueva generación que ya no puede imaginar su vida sin el instrumento.
El Índice de Desarrollo Humano de México ha mejorado, en lo básico, salud, educación, etc., hemos invertido bien. Vivimos una verdadera explosión de organizaciones ciudadanas que garantiza una mayor y más estrecha vigilancia de los quehaceres gubernamentales. Esa exigencia ciudadana introduce un sano acicate que mucha falta nos hace. En menos de 20 años, desde la firma del TLC, México se ha convertido en una verdadera potencia exportadora. Hoy estamos exportando a Estados Unidos más de 1000, millones de dólares al día. La ONUDI nos sitúa en el lugar 30 en el desempeño de competitividad industrial. Lo que está sucediendo en la industria automotriz es asombroso. Somos ya la octava potencia, hemos dejado atrás a países como Canadá, España o Francia. Aportamos casi el 1.5% de la economía mundial, seguimos detrás de Brasil e India que aportan el 1.7%. Pero hay una gran diferencia, esos países tienen mucha más población.
La formación de ingenieros en México ha mejorado, hoy egresan más ingenieros aquí que en Alemania, Brasil, España. Las inversiones en la industria aeronáutica son sorprendentes. Embraer piensa instalar una planta en Querétaro. A pesar de la violencia, la Inversión Extrajera Directa se mantienen en niveles que serían la envida de muchos. Los números macro ya no llaman la atención, deuda muy baja, inflación de un dígito y bajo control; déficit ordenado; reservas como nunca antes; flotación auténtica y no traumática; solidez de la banca, etc. Claro nos quejamos de que el crecimiento no es más alto y nos quejamos con razón porque el país tiene todo para crecer más y así disminuir de manera acelerada la pobreza, sobre todo la extrema que deberíamos poder llevar a un dígito en poco tiempo. La lista de buenas noticias es infinita. Y sin embargo algo está podrido.
Si uno revisa los dimes y diretes de los políticos nos encontramos con que se han encargado de enturbiar todo. Hay legisladores que, con la mano en la cintura, dicen que nunca antes había habido tanto pobre. Es totalmente falso, pero lo dicen sin vergüenza. Panistas y priistas no se reconocen mutuamente ningún logro, con lo cual desconciertan a la opinión pública. Qué decir de discurso trágico del PRD que por momentos pareciera anunciar una verdadera catástrofe por venir. Como si sólo denigrando al otro, sólo negando los aciertos, se puede acceder al poder. Eso habla de una clase política mezquina y miope. Las elecciones se efectúan regularmente, en épocas de crisis y de auge y siempre habrá algo qué criticar y algo en qué superar a la gestión que se encuentra en el poder. Al negar la realidad, al no reconocer los avances y denigrar a sus opositores, denigran a México. ¡Qué logro!
Como en pocas ocasiones la lectura internacional sobre el futuro de México es muy optimista. A pesar de la violencia, del ridículo de la Izquierda y en su mentirosa invocación de un macro fraude, de fuera nos están leyendo como lo que en verdad somos y podemos ser. Pero el daño está hecho. México está perdiendo su capacidad para desear futuro. La clase política es muy poco virtuosa, la ingratitud, la pequeñez ética, la mentira como forma de vida, la deshonestidad, se han apoderado de ella. El problema no está en las instituciones, está en los gobernantes envenenados por el poder. Esa es nuestra verdadera tragedia.