La supuesta “bomba informativa” que iba a lanzar el exgober Humberto Moreira para explicar cómo se disparó la deuda en su administración terminó en un petardo que dejó más preguntas que respuestas. Como anticiparon nuestros subagentes, la revelación fue un video en el que Sergio Fuentes, un exfuncionario del Satec, se echó toda la culpa por la contratación ilegal de créditos, se declaró al borde del suicido por la grandísima carga moral en su conciencia y le pidió perdón al exgober, que grabó todo el numerito hace un año, cuando era jefazo nacional del PRI y necesitaba justificar que nunca supo nada de los préstamos. Pero los subagentes detectaron que la “confesión” de don Sergio tiene agujeros más grandes que la deuda.
El agujero mayor es que no se explica el destino que tuvo cada uno de los 35 mil millones de pesos que se pidieron en créditos. Sergio Fuentes sólo habla de dos créditos contratados ilegalmente en 2011, cuando don Humberto ya no era gobernador, que suman dos mil millones de pesos. Pero la Secretaría de Hacienda ubica en más de 5 mil millones el monto contratado de manera irregular entre 2009 y 2011, incluyendo préstamos cuando don Humberto aún despachaba en el Palacio Rosa. Y nuestros subagentes calculan que al menos 18 mil millones de la deuda nunca han sido explicados de manera contundente. En la conversación nunca se menciona la falsificación de decretos del Congreso local para pedir créditos, que es un componente esencial del supuesto fraude. Tampoco se menciona a Javier Villarreal, exjefe de Fuentes en el Satec y antes de eso en la Secretaría de Finanzas, de la cual fue titular. Don Javier es señalado como artífice de la deuda, pero don Humberto nunca preguntó dónde estaba su operador financiero cuando ocurrían las travesuras con los bancos. Tanto don Javier como don Sergio están prófugos, luego de haber sido detenidos y liberados bajo fianza apenas cinco días después de la fecha en que se grabó el video difundido por el exgober. Pero lo más revelador del encuentro Fuentes-Moreira es que don Humberto pide a su exsubordinado que le explique cuál es el proceso para pedir un crédito, cosa curiosa viniendo de alguien con casi una década de experiencia en la administración pública, con cinco años de gober y tres y medio de alcalde en la peronera capital. Si el exgober Moreira soltó el video para mejorar su imagen, resulta que la jugada abrió más sospechas. Y el momento en que lo hace resulta interesante. Si la intención era quedar bien frente a su cuate, el presidente electo Enrique Peña Nieto, su regreso a las primeras planas sólo servirá para recordar un escándalo que en el próximo Gobierno Federal prefieren olvidar.
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Algunos suspirantes a la candidatura del PAN a la alcaldía de Torreón se están colgando del tema de seguridad para reforzar sus argumentos de un cambio de partido en la Presidencia Municipal el próximo año. El diputado y todavía primer compadre, Guillermo Anaya y el exalcalde Jorge Zermeño ya se soltaron declarando sus lamentaciones por el precario estado de seguridad que vive Torreón para pulir sus credenciales. El problema con este argumento es que ambos aspirinos estuvieron en posición de hacer algo en los últimos años para combatir la inseguridad local y prefirieron no hacerlo. Cobrando en el Senado, don Memo presumía sus relaciones en los altos niveles del gobierno de Felipe Calderón, especialmente con los secretarios de Gobernación, pero nunca fue para agarrar el teléfono y pedir una intervención más activa de fuerzas federales en la región. Ni siquiera ahora que preside la Comisión de Seguridad Pública en la Cámara de Diputados se ha visto al primer compadre asumir una posición de influencia. A pesar de que a su comisión le corresponde la relación con la Secretaría de Seguridad Pública, don Memo no ha dicho ni media palabra sobre los constantes ataques contra la Policía Federal en La Laguna. En el caso de don Jorge, su cercanía con don Felipe le sirvió más para su dorado exilio diplomático en España que para cabildear una mayor presencia del Gobierno Federal en materia de seguridad en la región. Por eso resulta curioso que ahora deploren la inseguridad en La Laguna cuando han estado en posiciones para hacer algo y no lo hicieron.
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Luego de varios meses de picarse la cresta, pero sin entrar en pleito, el tesorero Pablo Chávez Rossique y el director de Informática, Luis Fernando Gallardo, ya volvieron a las andadas en el conflicto por el control de los sistemas de cómputo del Municipio. El último episodio de la bronca entre ambos fue la caída del sistema en la dirección de Autotransporte justo unas horas antes de que terminara el plazo para que transportistas pagaran la renovación de sus concesiones, lo que significaba un urgente dinerito a las maltrechas arcas municipales. Nuestros subagentes disfrazados de virus informáticos comentan que la caída no fue accidental sino que habría sido orquestada por el mismo encargado de evitarla (o sea, don Luis) porque el tesorero se negó a pagar un contrato adquirido por la dirección de Informática para dar mantenimiento a las redes por la módica cantidad de 47 mil pesillos al mes. Los subagentes dicen que don Pablo le dio el avión a los informáticos cuando se enteró que podía conseguir el mismo servicio por 10 mil pesillos mensuales y vio que el contrato que empujaba don Luis confirmaba su hábito de adquirir productos y servicios de parte de sus cuates con precios inflados, como ya había sucedido en ocasiones anteriores. El “estira y afloja” entre los dos funcionarios ha sido constante, pero hasta ahora don Luis se ha salido con la suya y el tesorero no ha podido meterle le freno porque cada vez que lo quiere hacer, le tumban el sistema.
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Nuestros subagentes en la Urbe de Adobe reportan algunos movimientos en el área de comunicación del gober Rubén Moreira que llamaron la atención por los personajes involucrados. Por un lado, José Vega se hará cargo de la coordinación estatal en lugar de Juan de León, pero lo curioso es que el futuro vocero no tiene mucha experiencia en comunicación, que no sea la de comunicarse con aviones desde la torre de control en los tiempos en que fue director de Aeropuertos del Estado durante el sexenio anterior y parte del actual. Quizá ahí don Pepe afinó sus conocimientos de aviador, sobre todo porque heredó un fuerte rezago en las terminales aéreas que dependen del Estado. Para que no entrara como novato a las lides de comunicación, desde agosto don Pepe se estaba fogueando en estas tareas y ya va agarrar el changarro, aunque no se sabe cuándo pues el gober Moreira no ha formalizado nada. Y para mejorar la presencia mediática en La Laguna, don Rubén echó mano de un veterano pero con curiosos antecedentes. Se trata de Jorge Hernández Guerra, que regresó al redil priista luego de que fue una pieza clave en la administración de José Ángel Pérez. Como superasesor de imagen del exalcalde panista, don Jorge diseñó la defensa frente a los embates del entonces gober Humberto Moreira, que llegó hasta la Suprema Corte con una controversia constitucional. Por eso resulta curioso que ahora don Jorge aparezca en el otro bando, pero así es esto de la política.
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Las columnas políticas de la capirucha del esmog le dieron una buena balconeada a los exsenadores y hoy diputados, pero siempre trapecistas del presupuesto, Guillermo Anaya, de Coahuila, y Rodolfo Dorador, de Durango, porque fueron vistos en un popular bar de “karaoke”. Las malas lenguas dicen que los legisladores tomaron el micrófono al son de “con mi fuero y sin mi fuero, hago siempre lo que quiero”, para entonar algunas baladas. Conscientes de que el sexenio panista se acaba en unos días, habrían cantado aquella de “reloj no marques las horas, porque voy a empobrecer”. Pero como tienen chamba asegurada tres años, lo más probable es que sólo dedicaran a Felipe Calderón un lamento del tipo “hoy mi curul se viste de amargura, porque tu barca tiene que partir”.