
Sufre. Lyn May duró varios años sin ver su rostro debido a la deformidad.
Jóvenes y bellas, así se han imaginado las famosas cada vez que pasan por el bisturí. Sólo que éste no tiene palabra de honor y algunas veces ha transformado la ilusión de las celebridades en una tragedia. Algunos de los casos más dramáticos fueron el de Lucila Mariscal y Lucha Villa, así como el de Lyn May, Rosy Mendoza, Lucía Méndez y recientemente el de Alejandra Guzmán.
A casi 15 años de la cirugía a la que se sometió Mariscal, con la voz entrecortada, reconoce que aún le duele abordar el tema y le asusta ver que historias similares sigan sucediendo. La creadora de "Doña Lencha" sufrió graves consecuencias tras practicarse una liposucción en 1998 en la que le extrajeron más de 15 litros de grasa y que le provocó una infección que dañó uno de sus senos y puso en riesgo su vida, haciéndola caer en una profunda depresión.
"Yo he estado muy triste cada que me mencionan lo de esta niña (Alejandra Guzmán). Me siento bastante mal, no tanto por ella como por Silvia (Pinal) porque como madre debe sufrir un calvario mil veces más grande que el que pudiera estar pasando su hija", dijo.
La rockera se sometió a un procedimiento estético para mejorar los glúteos pero la sustancia que le inyectó la cosmetóloga Valentina de Albornoz (polimetilmetacrilato) se filtró, por lo que ha pasado por cirugías y drenajes desde hace casi tres años.
Lucila Mariscal ofrece un mensaje a las personas que desean practicarse una cirugía: "Que se acepten como son, ¿por qué cambiar la fisonomía? Uno se debe aceptar con amor, hacer ejercicio, comer sanamente; muchas veces lo que buscas es tu desgracia.
Ojalá que con esta niñita (Guzmán) surja un milagro y aparezca un médico que diga 'yo tengo el remedio', lo deseo de corazón".
AÑOS SIN MIRARSE AL ESPEJO
La vedette Lyn May siempre ha lucido una espectacular figura, pero con la idea de preservar su juventud se realizó un tratamiento en el rostro que le provocó un profundo sufrimiento. Ella cuenta que se negó varios años a mirarse al espejo debido a la deformidad causada por el aceite de bebé inyectado.
"Yo estaba muy jovencita, llegó una señora a decirme 'te vas a ver muy guapa, te voy arreglar aquí y acá', como era tan joven no pensé, pero con la experiencia que ya tengo le diría vete a la...", dijo May.
En ese extremo de la tragedia está Carmen Campuzano, que llegó a ser la modelo mexicana más cotizada, pero en el 2002 ingresó al hospital debido a una supuesta bacteria que le provocó daños en la nariz y pérdida del cabello.
En 2003 se hizo una cirugía reconstructiva y este año se operó debido a que recibió un golpe y ya tenía dañados los tejidos por el consumo de cocaína. La ex modelo acusó al Dr. Krasovsky de habérsela dejado "demasiado chiquita". Hoy el rostro de Campuzano está lejos de aquellas portadas que lucía en 1993, cuando fue nombrada Modelo del Año.
Así como la trágica experiencia de Lucila Mariscal con las cirugías reductivas implicó para ella una enseñanza de autoestima, el caso de Lyn May también deja un mensaje, según explica la vedette al referirse a los cirujanos charlatanes.
"En México desgraciadamente por ganar dinero la gente hace de todo y sin saber, pero no piensan en el daño que le hacen a la gente", dice la vedette, quien fue timada por una mujer que nunca recibió un castigo por el daño que le causó al inyectarle aceite de bebé en el rostro.
May pasó varios años sin verse al espejo. Fue en 2010 cuando luego de la intervención del doctor César Cruz, Lyn May mejoró su imagen y pudo mirar su rostro.
Otras víctimas
En 1997 Lucha Villa se sometió a una liposucción, pero en plena cirugía cayó en un coma que le provocó daños neurológicos irreversibles y sufrió daños en sus cuerdas bucales. En 1994 la vedette Rosy Mendoza se practicó una cirugía para modelar su abdomen por recomendación del autonombrado "cirujano de las estrellas", Fermín Villar Peraza, mejor conocido como Ángel del Villar, sobre quien comenzaron a caer demandas en 2004.
Aunque Lucía Méndez niega haberse practicado más de una cirugía en el rostro, son evidentes las secuelas de las operaciones que no prolongaron su belleza.
Al final, parece natural que al librar la muerte, cada una encuentre un mensaje. Lucila Mariscal lo encontró en la fe: "Me acerqué a Dios, me ayuda a sobrellevar la vida como me la dejó el demonio, porque el demonio es el que hace lo malo".