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Vive en Cuajimalpa la tradición de Muertos

Festejo.  También en la ribera del Lago de Pátzcuaro, Michoacán,  familiares y amigos reciben a sus muertos con ofrendas, música y flores, en el marco de la celebración del Día de Muertos.

Festejo. También en la ribera del Lago de Pátzcuaro, Michoacán, familiares y amigos reciben a sus muertos con ofrendas, música y flores, en el marco de la celebración del Día de Muertos.

EL UNIVERSAL

La gente de San Pablo Chimalpa lleva en sus manos la luz para sus muertos. El 2 de noviembre, los habitantes de este pueblo en Cuajimalpa salen a las calles con velas que llevan a las casas de aquellos que fallecieron este año.

"Entre vecinos y familiares nos visitamos y la gente que venga es bienvenida. Ellos nos traen una veladora que para nosotros es la luz de los que ya no están con nosotros. En agradecimiento les ofrecemos comida", cuenta Teresa Galán.

Habitante de este pueblo en Cuajimalpa, ella preparó el altar para su madre, la señora Paula García, quien falleció en marzo pasado. Casi no ha dormido, porque el 1 de noviembre atendió a sus vecinos con tamales hasta la madrugada y ayer comenzaron a llegar desde las siete de la mañana. "Son días alegres, porque dentro de nuestras creencias pensamos que nuestros seres queridos nos visitan", comenta.

El altar a Paula tiene tres niveles repletos de frutas, pan, mole y quintoniles, su platillo favorito. Hay un portal de flores "que era lo que más le gustaba", además de su delantal, y un metate de 100 años de antigüedad que Paula recibió en su boda como regalo de su suegra, en el cual solía moler granos.

La de Paula es la "primera cera", como le llaman chimalpenses a la conmemoración en el primer aniversario luctuoso de un vecino. La conmemoración se repite dos años más, la segunda y tercer cera.

Los vecinos entran a la casa de Teresa -antes visitaron a sus difuntos en el panteón del pueblo-, comen un poco, acompañan a la familia y se van. En un día llevan más de 25 velas a casas distintas, según José Luis Pérez, quien abrió por segunda año consecutivo su hogar.

Un centenar de velas prendidas calientan el cuarto donde está la ofrenda a Ventura y María de los Ángeles, sus padres, y a sus dos hermanas, Juana y Margarita. Todos murieron en un lapso de cinco meses en 2010. Hoy, José Luis y su familia reciben "la segunda cera" y a cambio dan arroz, carnitas, pulque, tequila y tortillas hechas a mano.

Los deudos gastan hasta 20 mil pesos para agasajar a vivos y muertos, pero no importa, dice: "esta tradición la seguiremos haciendo mientras yo viva. Con ella nacimos y nosotros la continuaremos".

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Escrito en: 2 de noviembre

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