Las cosas no le están saliendo bien a la presidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner: sólo catorce meses después de haber ganado su reelección con una victoria aplastante, casi no pasa una semana en la que no surjan nuevos cuestionamientos sobre su habilidad política o su estabilidad emocional.
El pasado fin de semana, Fernández de Kirchner publicó una extensa y airada carta en su página de Facebook criticando al actor Ricardo Darin --ganador del Premio Oscar y uno de los actores más queridos del país-- por haber dicho en una entrevista con una revista de espectáculos que la presidenta debería explicar el origen de su fortuna.
Según el diario La Nación, la fortuna de la presidenta aumentó en un 1.155 por ciento, a 19 millones de dólares, desde que su difunto esposo Néstor Kirchner asumió la presidencia en 2003.
En su respuesta a Darin el 6 de enero - una furibunda carta de 22 párrafos publicada en su página de Facebook - la presidenta Fernández de Kirchner arremetió en contra de todos aquellos que cuestionan su honestidad, y a su vez acusó a Darin de haber sido acusado y arrestado por un juez en 1991 por contrabando de una camioneta.
Preguntado al respecto, Darin le dijo a los periodistas que la presidenta había tergiversado su caso, y que un juez lo había exonerado de cualquier delito. Pero para entonces, la disputa ya ocupaba las primeras planas, y varias estrellas del mundo del espectáculo habían salido a dar su apoyo a Darin.
¿Acaso la presidenta no tiene cosas más importantes que hacer que responder a un comentario casual de un actor publicado en una revista espectáculos?, preguntaban muchos. Y, más importante aún, ¿acaso la presidenta no debería aclarar el tema, respondiendo cómo ha logrado multiplicar su fortuna desde que su difunto esposo y ella asumieron el poder?, preguntaron otros.
El martes, un nuevo escándalo copó los titulares: la presidenta había alquilado un jet Global Express 7000, de fabricación británica, para su viaje a Cuba y Asia, para evitar que los acreedores de Argentina incautaran el avion presidencial.
A fines del ano pasado, un juez de Ghana, respondiendo a los reclamos de bonistas de Argentina en Nueva York, había incautado la fragata-escuela de la armada argentina, "Libertad". La nave llegó esta semana de regreso a Argentina, donde el gobierno organizó una masiva bienvenida con la esperanza de convertir una vergüenza internacional en una victoria política.
En meses recientes ha habido masivas manifestaciones y cacerolazos contra la corrupción gubernamental y los controles de cambio de divisas, y la popularidad de la presidenta ha caído al 30 por ciento, según las encuestas.
Lo que más irrita a muchos argentinos es la costumbre de Fernández de Kirchner de demonizar a sus críticos y presentarlos como enemigos de la patria, y las mentiras estadísticas de su gobierno sobre temas como la inflación.
Mientras los economistas independientes coinciden en que la inflación argentina es del 25 por ciento anual --una de las más altas del mundo--, el Instituto Estadístico del gobierno, el Indec, mantiene que es del 9.7 por ciento. Ese índice debería "figurar en el Libro Guinness de los Records... de los disparates estadísticos", escribió el exdirector de estadísticas del Indec Víctor Beker esta semana en el diario Clarín.
La economía argentina posiblemente crezca un 3 por ciento este año, gracias a los altos precios internacionales de la soja, que prolongará temporalmente el modelo económico de "soja y suerte" del gobierno. Pero ese crecimiento estará muy por debajo del 9 por ciento anual que tuvo el país en años recientes.
Y el aparente plan de la presidenta de cambiar la Constitución y presentarse a una nueva reelección en 2015 se esta topando con crecientes dificultades.
La cruzada legal de Fernández de Kirchner para silenciar al grupo mediatizó Clarín mucho antes de las elecciones legislativas de octubre de este año --en que el gobierno necesita un triunfo para posibilitar la nueva reelección presidencial-- aún no ha sido avalada por los tribunales.
Mi opinión: Los tiempos políticos corren en contra de la presidenta. Si su intento de silenciar al Clarín no tiene éxito para mediados de 2013, la posibilidad de reelección de Fernández de Kirchner se volverá cada vez más utópica. Y eso envalentonara a cada vez más periodistas, políticos y jueces a desafiar a su gobierno.
Fernández de Kirchner, una oradora carismática, todavía podría revertir su perdida de popularidad si convocara a un diálogo nacional, dejara de insultar con soberbia a sus críticos y abandonara el modelo venezolano de crear constantes enfrentamientos con enemigos reales o imaginarios para justificar una cada vez mayor acumulación de poderes. Pero hasta ahora, tal como lo demuestra su carta a Darin, la presidenta no parece haber entendido que es ella quien debe rendirle cuentas al pueblo, y no viceversa.
El corresponsal extranjero y columnista de The Miami Herald y El Nuevo Herald