¿Cuándo operar las anginas?
Las anginas o amígdalas provocan un deterioro en la salud y calidad de vida, principalmente en los niños, debido a que algunas veces los tratamientos no funcionan y la única opción es extirparlas.
La amigdalitis, mejor conocida como anginas, es una enfermedad común entre los niños que provoca pérdida de peso y talla, ya que quienes la padecen se niegan a comer debido al dolor que les causa ingerir cualquier alimento, además de otros síntomas como dificultad para respirar y dormir.
“Si bien resulta más común entre los niños, los adultos no están exentos de padecer esta enfermedad y todos los malestares que provoca”, explica el médico otorrinolaringólogo Alfredo Casanova Vega.
Las anginas se encuentran en la parte posterior de la cavidad de la boca y forman un anillo linfático de defensa. Cuando el bebé está en el vientre materno, se encuentra en un ambiente estéril, pero cuando nace, entra en contacto con las bacterias del medio ambiente, donde hay virus y hongos.
Las anginas se encargan de producir anticuerpos, sobre todo durante el primer año de vida. Además, tienen una función protectora en el alimento y el aire del bebé, pues elimina las bacterias. El especialista señala que las anginas, la amígdala lingual y las adenoides forman en conjunto el anillo de Waldeyer, y es necesario extirparlas cuando provocan un deterioro en la salud de las personas.
CUÁNDO SE NECESITA CIRUGÍA
Cuando las amígdalas se inflaman a consecuencia de un cuadro infeccioso viral o bacteriano, provocan fiebre, un intenso dolor de garganta y de oído, irritabilidad, malestar general, entre otros síntomas que se contagian a través de la saliva.
En este cuadro infeccioso también se pueden extirpar las adenoides, causantes de que los niños ronquen, respiren por la boca, tengan voz gangosa, ojeras e hinchazón en los labios, además de una fatiga en el rostro.
La inflamación constante de las anginas o de las adenoides, provoca alteraciones en la vida de los niños, ya que al no poder dormir y descansar como es debido, comienzan a tener un bajo aprovechamiento académico y se vuelven irritables a causa de sus malestares físicos.
No existe un tratamiento específico para la amigdalitis viral, pero los pacientes reciben medicina para el dolor de garganta, de articulaciones, malestar general y fiebre, pues en la bacteriana se les suministra antibiótico para combatir el proceso infeccioso, sobre todo si se presenta tejido necrótico, mal aliento, temperatura de hasta 39.5 grados, náuseas, vómito, irritación y dolor en los oídos.
Los médicos pediatras se basan en la historia clínica del paciente para indicar el tratamiento correcto en cada cuadro infeccioso, pero en ocasiones no obtienen los resultados esperados.
Cuando el paciente llega con el otorrinolaringólogo es porque los padres de familia están cansados de no ver resultados en los tratamientos prescritos por los médicos pediatras, y es cuando se contempla la cirugía como una manera definitiva de aliviar los síntomas.
“El problema es que los padres acuden con un otorrinolaringólogo después de que han gastado mucho dinero en tratamientos, pero la salud de sus hijos no mejora, en mi caso desde la primera consulta me doy cuenta si el paciente es candidato a cirugía o no”.
Los padres de familia llegan con el otorrinolaringólogo con muchos remordimientos de haber contemplado otras opciones, incluyendo el quiebre de anginas sin ningún resultado.
El especialista explica que es necesario extirpar las anginas cuando la persona presenta más de cinco cuadros infecciosos al año, es decir, fiebre superior a los 38 grados y aumento de volumen en el tejido amigdalino. Si se enferma durante dos años consecutivos o más, alrededor de cuatro veces con fiebre, también es candidato a cirugía, o bien, si presenta el síndrome de obstrucción respiratoria conocida como apnea del sueño, pues en estos casos los bebés dejan de respirar hasta por un minuto o sus ronquidos son ensordecedores.
El adulto joven es candidato a cirugía cuando sus anginas crecen de tamaño y provocan una voz gangosa y le da vergüenza hablar, sobre todo si su trabajo consiste en tratar con clientes. “En ocasiones los enfermos presentan un aliento fétido y escupen una especie de masitas amarillas, y ellos también son candidatos a cirugía”, señala el doctor.
DIFERNTES TIPOS DE CASOS
La operación también se recomienda cuando las enfermedades del tejido amigdalino y adenoideo ocasionan cuadros de otitis, es decir, a los niños se les inflama el oído debido a la acumulación de líquido o desechos de moco, sangre o pus, que ocasionan la perforación del tímpano.
En otros casos, los niños presentan sordera crónica y para evitar que sea permanente, es urgente someterlos a la extirpación de las anginas. Lo ideal es operar después de los tres años, pero si antes de esa edad los niños presentan reiterados cuadros infecciosos es necesario hacerlo antes, para evitar daños permanentes como la sordera o muerte por asfixia.
En la actualidad la cirugía es ambulatoria, es decir, los pacientes se pueden ir a casa el mismo día. Antes, a mediados del siglo pasado, los médicos utilizaban un método conocido como guillotina, porque jalaban la amígdala y cortaban lo que sobresalía de los pilares, sin embargo, dejaban la mitad del tejido y las personas seguían enfermando.
Esa cirugía además era impresionante porque provocaba hemorragias, y en varios casos se presentaban complicaciones que ocasionaban la muerte de los pacientes, sobre todo en los niños, debido a que tienen un volumen de sangre reducido. En la actualidad, hay nuevos métodos quirúrgicos que no sólo permiten reducir tiempos y costos, sino que los pacientes tienen una recuperación rápida y sin traumas posteriores.
OPCIONES PARA EXTIRPARLAS
Las personas se pueden operar con crioterapia y láser, pero el método más común es una adenoamigdaletomía, explica el doctor. Los pacientes llegan en ayunas al hospital para la cirugía y permanecen anestesiados mientras los médicos extraen las anginas.
Los niños permanecen unas horas en el área de recuperación y en cuanto despiertan son dados de alta con su respectiva receta médica. Como en toda operación hay riesgos, pero se realiza de manera exitosa y los pacientes no presentan complicaciones, siempre y cuando sigan las recomendaciones del doctor al pie de la letra.
“Es importante no olvidar que esta operación provoca una cicatriz blanca o amarillenta y en ocasiones los médicos familiares los hospitalizan porque creen que se trata de una infección”.
Los pacientes mejoran su calidad de vida con la operación y en un lapso de dos semanas pueden realizar cualquier actividad. Deben llevar una dieta líquida, blanda y fría, y evitar los alimentos calientes o duros porque pueden provocar hemorragias y corren el riesgo de volver a entrar a quirófano.
Si los padres de familia siguen las recomendaciones médicas y no se presentan complicaciones, los niños comienzan a ganar peso y talla porque pueden comer sin sentir dolor, también mejora su rendimiento en la escuela debido a que ya pueden dormir y descansar.
Siempre es importante que los padres de familia estén al pendiente de cualquier deterioro en la salud de sus hijos para evitar complicaciones. Después de unos días de la operación, pueden jugar y divertirse como cualquier niño sano.