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El Cañón del Huarache, Polvorera y Otros Puntos

CRÓNICA LERDENSE

Soldados federales conduciendo artillería.

Soldados federales conduciendo artillería.

JOSÉ JESÚS VARGAS GARZA, CRONISTA OFICIAL DE LERDO

El General Trucy Aubert era el encargado de auxiliar la Plaza de Torreón; y al Jefe de la División del Nazas, a cargo del general Eutiquio Munguía, quien con anterioridad le había dado órdenes de dejar expedita la vía para que se pudiera mandar todos los recursos que se necesitaban en la plaza de Torreón, para que con más desahogo se activaran las operaciones de la región.

Y el General Blanquet le informó al General Eutiquio Munguía por vía telegráfica sobre el armamento y pertrechos, que había solicitado a la superioridad, los que se les remitirían por ferrocarril vía Veracruz-Tampico a Saltillo, Reata, Hipólito, Paredón; hasta alcanzar Columna del Gral. Trucy que los conduciría a Torreón: Eran 500,000 cartuchos de 7 mm. 1200 granadas de 80 mm. Tipo poderoso, 1,000 granadas de 75 mm. St. Chamond-Mondragón y 1,000 de montaña de 70 mm., además se había instruido que por lo pronto le enviarían de Saltillo cien mil pesos, por conducto del General Trucy.

Mientras en la entrada de Torreón se encontraban las fortalezas federales en los "Cerros de Calabazas", "La Cruz", "La Polvorera", "La Unión" y la "Metalúrgica", ubicados frente a Lerdo y Gómez Palacio, ordenando el General Munguía apoyar con fuerza de caballería pie a tierra

Con la estrategia de defensa el General Eutiquio Munguía y habiéndose dado cuenta de que las Brigadas de la División del Norte, habían tomado y posesionado de las plazas de Avilés, Lerdo y Gómez Palacio, de inmediato ocupó las alturas de los cerros que se encontraban en los cañones del Huarache, Polvorera, Las Fábricas, que eran entradas por donde el enemigo villista podría avanzar para la toma de Torreón.

En ese sentido, a las cinco de la tarde del día 30 de septiembre de 1913, las fuerzas de la División del Norte generalizaron los combates rumbo al Cañón del Huarache. En ese entonces el pueblo contaba con 25 habitantes. Los federales tuvieron que replegarse a sus fortificaciones establecidas en ese lugar, donde se abre a los ojos entre las alturas del cerro de ese nombre y el de Calabazas. Entonces el general Campa también se incorporó con el resto de su fuerza, en una de las fortalezas a la entrada de Torreón, pues el enemigo en número era considerable y ocultaba su marcha, e iniciaba su avance a Torreón con dos poderosas columnas, una hacia el Cañón del Huarache y otra al Cañón de las Fábricas

Las fuerzas de Murguía tenían apostada una la ametralladora en batería en un cerro cercano del Cañón del Huarache, quedando en un faldón por cuyo pie pasa el río, siendo ésta una de las posiciones más ventajosas, aunque difíciles al principio de tomarse por dominar completamente los campos que se extienden de la salida del Cañón hasta la ciudad de Lerdo.

Los revolucionarios de la División del Norte ya habían hecho un reconocimiento de esos sitios, a cuales realizó un ataque sobre ellos. En el cerro de La Cruz se ubicaba una sección de cañones de tipo poderoso integrada por un grupo de artillería y de fusilería, razón por la cual las fuerzas villistas fueron batidas e impidiéndoles avanzar.

Igual maniobra se ejecutaba con una columna pie a tierra del Ejército Constitucionalista integrado por las brigadas villistas, que penetró por el Cañón de las Fábricas, y al mismo tiempo rompieron su fuego las fuerzas federales del general Munguía, apostados en los cerros de Las Calabazas y de la Polvorera. Luego el enemigo villista contestó el fuego y comenzó a escalar las alturas, siendo rechazado por los defensores del cerro mencionado. No así de la Polvorera, que a la medianoche del 30 de septiembre, tomaron posesión las fuerzas de Villa, con pérdidas para el destacamento federal, puesto que constaba de 100 hombres, entre oficiales y soldados de tropa.

Así se pasó el resto del día 30 y a las 11 y media de la noche los villistas empezaron a atacar todas las posiciones; así siguió todo el resto de la noche con ataques parciales a los puestos sin cesar; pero a las 5 de la mañana del día 1º. de octubre, el ataque fuè muy vigoroso. Para ese tiempo las fuerza federales del General Munguía ya no disponían de apoyos de reserva para reforzar los cerros "Polvorera", "Unión" y Metalúrgica". La defensa del cerro de La Cruz, como en el sitio de la Polvorera hasta el último momento estuvo defendido con una Guarnición de 200 hombres.

El fuego de los integrantes de las fuerzas federales lo continuó muy nutrido hasta el amanecer, pudiéndose dar cuenta de que las fuerzas integrantes de la División del Norte tenían completamente flanqueado el destacamento del cerro de las Calabazas, compuesto por 200 hombres del 18/o Batallón y del 1º. y 3er de Rurales. En ese momento la batería del cerro de la Cruz arreció su fuego sobre los villistas, y no obstante las bajas que se les originaba a los revolucionarios, llegaron a la parte alta de la posición, copando parte de esa fuerza y retirándose la otra desmoralizada.

Como a las tres de la mañana del 1º. de octubre, enterándose el General Munguía que el cerro de la Polvorera estaba en poder del enemigo, mandó 50 hombres del primer regimiento y 50 del 18 Batallón a atacar el flanco del enemigo villista, con el fin de si era posible recuperar ese punto, pero fue inútil porque esta fuerza fue también rechazada. En seguida las fuerzas de las División del Norte posesionado ya de tan importante punto se colocó en la parte más alta con la que estuvo bombardeando la ciudad y el cerro de la Cruz. Al intentar recuperar de nuevo el cerro de la Polvorera, a las nueve de la mañana del 1º. de octubre, Munguía mandó al General Benjamín Argumedo con 200 hombres de la fuerza de su mando, con dos ametralladoras y divididos en dos columnas. Asimismo, con otros 150 hombres de sus fuerzas, a los cerros de "La Unión" y "Metalúrgica".

En el Cañón de "La Unión" dirigió fuerzas el propio General Munguía con una sesión de cañones Canett, un cañón de Montaña y una ametralladora que se subieron al cerro de "La Cantera" protegidos por 100 hombres de las fuerzas de Argumedo. Así siguió el combate sin ningún intervalo hasta a las 6 y media de la tarde, hora en que cesó el fuego en toda la línea.

El valiente General Eutiquio Munguía, se quedó con la esperanza de que los refuerzos y los pertrechos de guerra que estaba esperando junto con el General Trucy Aubert, a estos momentos del final de los combates, no tuvo noticias ni de esos refuerzos ni la gente del General Ocaranza a quien mandó para reparar la vía hacia Hipolítico.

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