Arribó a México procedente de un Líbano empobrecido en 1924. Tenía apenas 20 años de edad. Llegaba con su esposa, casi niña, y una hija en brazos. Buscaba reunirse con su madre y una hermana que habían llegado antes que él.
A Pedro Sarquís Merrewe el puerto de Veracruz debió haberle parecido exótico y extraño. El calor húmedo y la abundante vegetación contrastaban con la seca geografía que había conocido en el norte del Líbano. Los porteños parloteaban con rapidez en un idioma indescifrable. Incluso los anuncios le resultaban misteriosos. Si en su árabe natal nunca había aprendido a leer y escribir, las letras del español no tenían sentido para él.
Sarquís se trasladó primero a La Piedad, Michoacán, donde estaban su madre y su hermana. De inmediato empezó a trabajar. Como muchos otros libaneses empezó a vender ropa y tela en abonos. Así empezó a hacerse nombre de honesto y trabajador. Adquirió además una educación por cuenta propia. Los inmigrantes son con frecuencia los miembros más exitosos de una sociedad porque son también quienes más deben esforzarse.
Después de algunos años Sarquís se mudó con su familia a Guadalajara. Ahí puso un pequeño taller de confección de ropa en el popular barrio de San Juan de Dios. A otro taller en el centro de la ciudad siguió su primera tienda, La Casa del Obrero. En 1946 fundó La Cadena de Guadalajara. Una de sus líneas de ropa, Brittania, fue particularmente exitosa. En 1963 estableció la Unidad Industrial Ropa Cadena, una moderna planta con gran capacidad de producción.
Don Pedro nunca perdió su arraigo con la gente. Solía comer con sus trabajadores en la planta. Dio también muestras de gran generosidad. "Aquí se queda todo -decía--. Nada nos podemos llevar."
Los éxitos, empero, generaron envidias y ambiciones. En 1974 don Pedro fue secuestrado, años antes de que la práctica se volviera habitual. Su familia reunió el dinero del rescate y lo entregó; pero don Pedro, que padecía diabetes, falleció en manos de los secuestradores. El cuerpo sin vida fue abandonado enredado en una colcha.
Los mismos secuestradores habían sido tocados por la personalidad de don Pedro y enviaron una carta a la familia disculpándose por lo acontecido. La misiva, por supuesto, ya no podía deshacer lo sucedido.
Los hijos continuaron la operación textil. Con el paso del tiempo, sin embargo, se hizo imposible sostenerla. Los importadores podían colocar en Guadalajara pantalones vaqueros chinos a 1.50 pesos la prenda, mientras que el costo de producción en la perla tapatía era de siete pesos. Finalmente la empresa textil cerró, pero los hijos y los nietos han continuado con éxito otros negocios, entre ellos el inmobiliario.
Hace 13 años se creó una fundación en recuerdo de don Pedro. Quizá los hijos -Rosa, Víctor, Alberto-querían recuperar la presencia de ese padre que los dejó en circunstancias tan dramáticas. Tal vez entendían, como su padre, que aquí todo queda, que nada podemos llevarnos.
Desde entonces se otorgan todos los años en Guadalajara los reconocimientos Pedro Sarquís Merrewe. Decenas de niños triunfadores en las Olimpiadas del Conocimiento y otros certámenes, reciben diplomas y computadoras portátiles. También son reconocidos personajes de las ciencias y las artes. Se recuerda de esta manera a un libanés autodidacto que llegó a México hace casi 90 años y que tuvo un gran éxito empresarial, un hombre que solía decir: "Bendita mi madre que me trajo a este país."
MEXICANOS LIBANESES
La huella libanesa en México es enorme. Todos saben que Carlos Slim es de ascendencia libanesa, pero también lo era el poeta Jaime Sabines. Los actores Gaspar Henaine, Capulina, y Mauricio Garcés lo eran y también lo son los hermanos Bichir y Salma Hayek. El exdirector de la CFE Alfredo Elías Ayub, el secretario de Educación Emilio Chuayffet, la cantante Susana Harp y hasta el futbolista Miguel Sabah son mexicanos de origen libanés.
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