Dormir es una función esencial para la vida, de allí que las alteraciones en el sueño estén relacionadas con bajo rendimiento laboral, accidentes, sensación de malestar físico y aumento en el consumo de alcohol. Esto implica un costo económico importante para la sociedad.
Generalmente las quejas principales son: sueño escaso, despertares nocturnos, sueño excesivo o sucesos adversos relacionados con el no dormir. El insomnio implica la dificultad para iniciar, mantener el sueño o la sensación de sueño no reparador. El insomnio terminal se acompaña de episodios depresivos severos, el sujeto despierta un par de horas antes de lo que solía hacerlo cotidianamente; no duerme las 8 horas habituales. La gravedad de un insomnio debe valorarse únicamente por su repercusión en funciones diurnas como el estado de ánimo, el cansancio, los dolores musculares, la atención y la concentración. En este caso se deberán registrar los períodos sueño-vigilia por un par de semanas, a fin de obtener datos sobre patrones irregulares, siestas, uso de estimulantes, hipnóticos, alcohol, dieta, actividad durante el día, número de despertares y percepción de la duración del sueño, también, la relación con su estado de ánimo y alerta.
Un 5 % de la población general se queja de somnolencia excesiva relacionada con la propensión a dormir como sucede después de la privación de sueño. Esto es más alarmante que el insomnio, debido al elevado grado de deterioro psicosocial y a la alta tasa de accidentes a los que se asocia. Puede ser leve, si los episodios de sueño se producen durante actividades sedentarias como ver televisión. Moderada, si es durante actividades físicas ligeras como conducir un vehículo. Y Grave, si sucede durante actividades que requieren una atención moderada, como hablar o comer. Se puede acompañar de dolores de cabeza matutinos, pérdida súbita del tono muscular, alucinaciones al quedarse dormido o al despertarse, "parálisis del sueño", conductas automáticas o "borrachera por sueño". Hay que investigar si la persona se queda dormida mientras conduce un vehículo o realiza otra actividad potencialmente peligrosa. La información debe complementarse interrogando a la pareja del paciente para descubrir hechos que éste no percibe, como ronquidos, pausas respiratorias de más de diez segundos de duración, movimientos corporales inusuales o sonambulismo. Existen casos en los que hay incontinencia nocturna o micciones frecuentes, dificultades para respirar y dolores de cabeza, interrumpen el sueño, contracción de la mandíbula, hablar en sueños y, en los hombres, erecciones nocturnas dolorosas.
Hay que considerar que existen los llamados trastornos primarios del sueño que se deben distinguir de los trastornos del sueño secundarios a otro trastorno mental (depresión), los debidos a una enfermedad médica y los inducidos por sustancias (drogas de abuso, alcohol).
*Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina de Torreón, U.A. de C.
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La próxima colaboración será del Dr. Rubén Darío Galván Zermeño, internista.