DEPRESIÓN DE FIN DE AÑO Y/O DEPRESIÓN NAVIDEÑA
Antes de iniciar la descripción de este padecimiento es importante aclarar que no estaremos tratando el tema de la depresión estacional, pues ésta ocurre durante el período invernal donde es imprescindible que la menor luz de día vaya acompañada de prolongados días nublados, criterio que en nuestro país no se cumple ya que, mayormente, contamos durante el invierno de días soleados. Ejemplo, nuestra región Lagunera.
La OMS considera que la depresión es el cuarto problema de salud más urgente a nivel mundial y un tipo de depresión breve o reactiva suele aparecer con frecuencia el fin del ciclo anual. En esos días, consciente o inconscientemente, hacemos un balance de los logros, las metas que se quedaron en el camino, las pérdidas afectivas, las materiales y los duelos en proceso o no resueltos. El paso de un año más en que no se ha logrado el éxito deseado o "un año menos de vida", cuando este balance resulta deficitario, la cercanía del fin de año va tornando a la persona retraída, triste, lenta o malhumorada e irritable que quisiera que pronto pase esta conclusión del año.
Coincidentemente esta vivencia concuerda con las celebraciones navideñas. Aunque se supone es la época en que se debería estar más contentos, especialmente los creyentes en la natividad, pero paradójicamente ocurre lo inverso a la celebración de la semana mayor, pues muchas personas suelen estar más tristes o deprimidas en la época navideña y más alegres y activos al vacacionar en las celebraciones de la semana mayor. En el fin de año la situación económica y el consumismo juegan un papel importante, pues el estrés de no poder cumplir con las expectativas de obsequios, la mejor cena, la espera del regalo más costoso, la mejor ropa… y ante las limitaciones económicas genera desesperación. En lo afectivo y social, las amistades que se perdieron o alejaron, los familiares que al morir ya no estarán en la fiesta, la nostalgia de las navidades cálidas, agradables vividas en la infancia con toda la familia y que ya no podrán ser, (o las que nunca se vivieron, pues estas fiestas no fueron "por muchas razones" ponderadas por los padres y los mayores, lo cual atrae una nostalgia dolorosa) las expectativas sobrevaloradas de cómo y con quién nos la vamos a pasar, ¿será agradable con las compañías que habremos de convivir? Estas conjeturas bloquean la falta de espontaneidad y con ello se propicia la actitud de aislamiento, tristeza, retraimiento o acartonamiento y la persona quisiera que pronto pasara estas navidades.
Este período de diciembre y las reacciones emocionales depresivas caracterizadas por tristeza, llanto ocasional, inquietud o ansiedad, prisa, tensión, irritabilidad, frustración, desesperación. Constituyen un padecimiento emocional que amerita una evaluación psicoterapéutica que permita determinar si estamos ante un episodio reactivo leve y superable, o bien, la circunstancia del fin del ciclo anual y las navidades han evidenciado una cara más de un proceso depresivo mayor, subyacente que se ha venido arrastrando de tiempo atrás que no ha sido diagnosticado y amerita atención y tratamiento especializado.
*Psiquiatra. Profesor de Psiquiatría de la Facultad de Medicina, Torreón, UA de C. Correo electrónico: [email protected]
www.facultaddemedicina.torreon.blogspot.com
La próxima colaboración será del Dr. Antonio Padua y Gabriel, neumólogo.