
Janzu, de vuelta al origen
Las terapias alternativas están a la orden del día, disponibles para ayudarnos a llevar una existencia saludable. Entre las de más reciente creación encontramos al Janzu, que puede facilitarnos las herramientas para liberarnos del estrés y cultivar la armonía interior.
El Janzu es una terapia acuática de relajación profunda y meditación que pone al ser humano en contacto con su origen: el vientre materno, sitio donde durante los primeros meses de vida experimenta bienestar, tranquilidad y protección; no hay peligros, no hay amenazas, sólo la reconfortante presencia de mamá. Al revivir esas sensaciones la persona obtiene una enorme calma que le permite combatir el estrés y los padecimientos acentuados o causados por éste.
A diferencia de otros métodos que tardan en rendir frutos, el Janzu genera un profundo estado meditativo desde la primera sesión. De esta manera la mente alcanza una etapa de pureza y serenidad mediante la inmersión en el agua y los movimientos de quien le administre la técnica.
La palabra Janzu es china y significa ‘río pacífico’. Sin embargo la terapia fue desarrollada en la India por un mexicano, Juan Villatoro, quien examinó y aprendió múltiples métodos acuáticos mientras recorría Europa y Asia en los noventa. Tras concluir un viaje que se prolongó 12 años, volvió a México para compartir sus conocimientos con un grupo de terapeutas.
RECONEXIÓN
El Janzu se puede aplicar en ríos, lagunas, o mares que posean las condiciones de profundidad requeridas, dado que el especialista precisa realizar la terapia de pie y sin ser cubierto por el líquido. Por ello el lugar más común son las piscinas, preferentemente aquellas que están ozonificadas, pues éstas ofrecen como plus contribuir notablemente a la hidratación de la piel. El agua debe estar a 30 grados de temperatura para que el cuerpo perciba un ambiente confortable y consiga con mayor facilidad la relajación total.
Antes de iniciar, el terapeuta brinda una breve introducción al proceso terapéutico y asimismo acuerda con el receptor qué aspectos emocionales o físicos desea tratar.
Posteriormente ambos ingresan al agua. La inmersión del paciente puede ser parcial o total, según lo determine el especialista con base en la soltura que detecte.
El terapeuta lo ayuda a colocar su cuerpo con el rostro volteado hacia arriba, y sosteniéndolo, lo guía con movimientos cíclicos en espiral, circulares o en posición fetal, por mencionar algunas de las posiciones más habituales. Cada una de estas maniobras asemejan una suerte de danza donde el terapeuta se encarga de llevar el ritmo, pero el receptor es quien marca la pauta en todo momento.
En algún punto de la rutina el agua puede cubrir la cara del paciente; si cuando esto ocurre él no manifiesta temor o molestia, es indicativo de que está listo para ser sumergido (si esto no se logra, entonces únicamente se dan los masajes sin introducirlo).
Con la inmersión la persona descubre el alcance de su capacidad torácica (es decir, cuánto tiempo puede soportar inmerso). La mayoría de los pacientes de Janzu se sorprenden al percatarse de que tienen una marcada resistencia, la cual es generada por su deseo de permanecer dentro lo más que se pueda, ya que experimentan un gran bienestar. “Es algo verdaderamente maravilloso. Vivimos con la creencia de que el ambiente natural para nosotros es en la tierra, respirando oxígeno, pero nuestro origen es líquido y lo redescubres en las sesiones”, indica Marcela Trejo, terapeuta de Janzu. Marcela explica que por ello la técnica logra reconectar la parte corporal con la mental, al regresar al sujeto a un estado primigenio en el que todavía no conocía el estrés, el dolor y otras sensaciones que se aprenden y perjudican la salud física y mental.
Entre la gran variedad de terapias el Janzu es considerado una opción preventiva, pues la relajación que produce favorece el fortalecimiento del sistema inmunológico.
OPCIÓN PARA TODOS
El Janzu se considera apto para gente de todas las edades y ambos sexos. El principal mal que combate es el estrés y por lo tanto sus efectos son tanto emocionales como físicos, pues como bien se sabe, la tensión llega a desencadenar un sinfín de padecimientos psicosomáticos y psicológicos. Temores, malestares estomacales derivados de nerviosismo e incluso depresión son algunos de los motivos más frecuentes por los que la gente acude al Janzu.
La técnica incluso se sugiere a embarazadas dado que la inmersión contribuye a distender los órganos que se encuentran comprimidos por el feto. Además, el descanso que la mujer alcanza beneficia también al bebé. Vale la pena mencionar que se aconseja sólo a gestantes que se encuentren entre los tres y los ocho meses.
Asimismo, el Janzu es de gran ayuda para discapacitados y parapléjicos, puesto que al estar bajo el agua advierten una reconexión de cuerpo y mente, recordando así el funcionamiento corporal previo a su condición.
La única contraindicación es para aquellos que sufren de hidrofobia. Lo mismo puede ocurrir a quienes en algún momento han tenido una experiencia desagradable relacionada con el vital líquido. Por otro lado, las personas que atraviesan un proceso de cicatrización por alguna intervención o accidente reciente deben abstenerse de esta terapia mientras la herida completa su proceso de curación, a fin de evitar infecciones.
Una sesión de Janzu tiene una duración de 40 a 50 minutos. El número de éstas depende de lo que el paciente quiera resolver; por ejemplo si sólo se busca la relajación, bastará con una. Pero si requiere un trabajo más profundo para auxiliar en el plano físico o emocional suelen programarse cuatro sesiones.
En nuestro país el Janzu tiene mayor auge en las costas, donde una consulta puede costar un promedio de 100 dólares. En otras ciudades no turísticas el costo aproximado es a partir de 500 pesos.
Cabe señalar que no cualquiera puede administrar esta terapia. Los terapeutas necesitan una preparación específica. Para ser un maestro de Janzu (máxima categoría) es requisito avanzar por tres niveles de conocimiento, cada uno de los cuales demanda 25 horas de clase y 20 horas de práctica.
VÍNCULO FORTALECEDOR
No debemos olvidar que desde hace muchos años nuestro organismo está expuesto a riesgos antes inexistentes, provocados por las transformaciones que sufre el medio ambiente. Por fortuna, el Janzu da lugar a la formación de un importante vínculo con la Naturaleza y a la par ayuda a sanar la mente a través del autoconocimiento.
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Fuente: Marcela Trejo Terrazas, terapeuta de Janzu.