Don Juan F. Brittingham.
Han pasado muchos años desde que la Jabonera La Esperanza, la empresa más emblemática de Gómez Palacio, dejara de funcionar, después de un largo conflicto obrero-patronal que detonó una de las huelgas más largas de la ciudad.
El emporio económico en que se convirtió La Laguna, a finales del siglo XIX, logró ubicar a la región como la proveedora de algodón número uno del país, llegando a suministrar más del 70% de la fibra para cubrir las necesidades de la industria textil nacional. La semilla del algodón sólo se utilizaba como combustible y como relleno de caminos, y por consiguiente, no se aprovechaba debidamente, a pesar de su gran potencial económico.
Esta situación jamás paso desapercibida para los inversionistas nacionales y extranjeros, quienes ávidos de realizar inversiones en proyectos visionarios, iniciaron la explotación de ese insumo transformándolo en aceites, pastas, glicerina y harinolina utilizadas en la industria y la ganadería
Uno de los hombres más visionarios que vino a la Comarca con una gran sagacidad para convertir todas sus empresas en grandes emporios, fue el norteamericano John Francis Clemens Brittingham, quien nació el 21 de noviembre de 1859 en Saint-Louis, Missouri. Fue hijo de los señores George Washington Brittingham, de origen inglés, y de la señora Anna Laufkoetter de procedencia alemana. A los 24 años, John Brittingham, visito el estado de Chihuahua, donde residió de 1884 a 1893. En esos lugares conoció a su primera esposa de nombre Damiana González, quien era hija de Celso González Esquivel, quien llegó a ser gobernador sustituto de ese Estado, en dos ocasiones.
A partir de 1893, El señor Brittingham radicó en Gómez Palacio, donde coloquialmente y con respeto se le llamó Don Juan Brittingham. Sólo durante la etapa revolucionaria se trasladó a radicar a Texas, regresando al terminar el período armado y cubriendo una estancia hasta 1926, año en que radica en diferentes estados del país.
Fue el 25 de junio de 1887 cuando creó, ante el notario Crescencio Pacheco, en la ciudad de Monterrey, N.L., la Compañía Industrial Jabonera de La Laguna, S. A., empresa que con el tiempo se convertiría en la Compañía Jabonera "La Esperanza", la más representativa de Gómez Palacio, Durango. De acuerdo con el acta fundacional número 158, los socios iniciales fueron: Patricio Milmo, quien quedó como presidente; José Calderón, vicepresidente; tesorero, Justo Maiz y como secretario Félix Mendirichaga. La administración de la empresa le fue encomendada en 1895 al señor Santiago Belden, quien posteriormente con Juan F. Brittingham, consolidaron la fábrica más importante en su género en América Latina. La factoría se dedicaba al aprovechamiento de la semilla de algodón como base para la producción de pasta para la fabricación del jabón, harinolina como alimento animal y glicerina para uso industrial. La glicerina era esencial para la fabricación de la nitroglicerina, que en ese tiempo se utilizaba en los explosivos, propiciando la creación de la empresa de ese ramo, en el poblado Dinamita, Dgo. A la par de este desarrollo creciente, La Esperanza se significó por lograr el primer lugar en ventas de jabones de lavandería y tocador, que se colocaron en la preferencia de los consumidores de todo el país.
Al poco tiempo, Juan F. Brittingham, inició una carrera vertiginosa que lo llevó a construir un imperio industrial, financiero y comercial, con múltiples inversiones. Entre algunas de las exitosas empresas en las que participó, se encontraban la Compañía Industrial Jabonera de La Laguna, S.A. (La Esperanza); la Compañía Nacional Mexicana de Dinamita y Explosivos, S.A., la fábrica de calzado La Unión, la planta productora de energía más grande de la región, Cementos Hidalgo, S.A. (precursora de Cementos Mexicanos); sucursales del Banco de Durango, del Banco Minero de Chihuahua, Banco Comercial de Chihuahua, Banco de La Laguna, la patente Owens, productora de botellas; la Cervecería Chihuahua, Vidriera Monterrey, entre otras muchas. Juan F. Brittingham es considerado por muchos escritores como el mayor impulsor del capitalismo norteamericano en el norte de la república.
Don Juan F. Brittingham, no sólo tenía como única vocación las inversiones, pues además de eso, durante su estancia en Gómez Palacio realizó actividades altruistas a favor de la comunidad, participando en diversos comités ciudadanos que se encargaron de la reforestación de la ciudad, a través de la apertura de la acequia principal de la población, que trajo como consecuencia el hermoseamiento de la plaza Juárez; Contribuyó con grandes cantidades de dinero para la construcción del templo de Guadalupe y la edificación del Club Lagunero y siendo presidente de la Junta de Mejoras Materiales, apoyó la pavimentación de las calles Independencia, Morelos y Centenario. Asimismo, realizó aportaciones económicas para la construcción del puente sobre el tajo "San Antonio", en la calle Ferrocarril (hoy avenida Madero), que durante muchos años aisló a la parte norte de Gómez Palacio del resto de la ciudad.
Su espíritu fraternal hacia los trabajadores, lo impulsó a desarrollar áreas deportivas muy importantes dentro de las instalaciones de la Jabonera, donde se construyó un parque de beisbol, alberca y boliches, además de un cine al aire libre donde se proyectaban películas para todos los empleados, sus familias y para toda la población que quisiera acudir. También destinó una superficie muy amplia donde se edificaron casas para los trabajadores de la empresa, en el sector conocido como "Las Cuadras de la Jabonera".
En el parque de beisbol de La Esperanza, don Juan Brittingham practicaba y enseñaba ese deporte. Sus hijos, eran también integrantes del equipo compitiendo contra los mejores conjuntos de la región, en una etapa deportiva inolvidable para los aficionados de esa época en Gómez Palacio. En 1940, ese estadio, fue sede en juegos del glorioso equipo "Unión Laguna", donde militaban jugadores de la talla de Martín Dihigo Llanos "El Inmortal Maestro Cubano" que lo mismo lanzaba, que bateaba y dirigía con gran categoría, Otelo Renfroe, Laureano Camacho, Pedro "Charolito" Orta, Manolo Fortes, Jesús "Chanquilón" Díaz y Diego Lozano, junto a grandes luminarias del Rey de los Deportes.
Don Juan F. Brittingham, padecía de males cardiacos, por lo que tuvo que cambiar de residencia constantemente, haciéndolo en 1926 hacia Baja California, donde creó la Compañía Industrial Jabonera del Pacífico. Estando radicado en Los Ángeles, California, falleció el 28 de octubre de 1940, concluyendo así, toda una brillante etapa financiera, industrial y comercial que le permitió generar miles de empleos en condiciones justas, con mayor dignidad y oportunidades de desarrollo para sus trabajadores como una de sus normas más sólidas de conducta, al igual que su determinación de nunca especular ni con propiedades ni con empresas.
