Prioridad. Analistas y grupos de hijos de inmigrantes en Estados Unidos aseguran que una de las reformas que deberá atender el presidente Barack Obama será la migratoria y la fiscal.
En los márgenes de la avenida Pennsylvania, desde donde se domina el pórtico principal de la Casa Blanca, las cuadrillas de trabajadores apuran los preparativos para el desfile del próximo lunes 21 de enero, fecha en que se celebrará el inicio del segundo mandato de Barack Obama, con ceremonia y fanfarria.
A pesar de que el presidente aún no juramenta el cargo, algo que ocurrirá el domingo 20 de enero en una ceremonia íntima en el despacho de la Oficina Oval, las prioridades de su agenda ya se dibujan en el horizonte para colocarle en el disparadero de una intensa batalla legislativa para sacar adelante una reforma migratoria integral, para consolidar los logros de su reforma sanitaria y para cumplir con una apretada lista de asuntos pendientes que darán la medida de su estatura presidencial más allá de 2016.
En medio de un ambiente de expectación y preparativos, integrantes de la administración Obama ya trabajan por adelantado para evitar que los republicanos se salgan con la suya en la confección de las alianzas y acuerdos que serán necesarios para cumplir con las expectativas de un segundo mandato que no habría sido posible sin el apoyo de unas minorías que hoy exigen resultados.
"El 2013 tiene que ser decisivo. Va a ser complicado, pero estamos más decididos que nunca a hacer realidad la reforma migratoria", aseguró Carlos Saavedra, un joven estudiante que forma parte del contingente de los Dreamers, los casi 2 millones de hijos de indocumentados que se han convertido en vehementes defensores de la legalización para aquellos inmigrantes que siguen viviendo en las sombras.
"Hemos tenido varias reuniones con Valerie Jarret y nos ha escuchado muy atentamente. Sabe que ya hemos esperado mucho y que no vamos a irnos con las manos vacías en esta ocasión", añadió en alusión a las reuniones que ha organizado la Casa Blanca con organizaciones, líderes y representantes de la comunidad inmigrante, con el objetivo de impulsar en 2013 una iniciativa de reforma migratoria.
EN LA MIRA DE JARRET
El hecho de que las negociaciones se encuentren bajo la mirada de Jarret, una de las más estrechas colaboradoras del presidente Obama, es síntoma de su trascendencia. Ninguna negociación relacionada con la agenda del segundo mandato de Obama escapa al control de Jarret, una de sus principales asesoras y amiga desde sus comienzos en Chicago.
"Sin duda alguna, el segundo acto histórico de la presidencia Obama será la reforma migratoria", aseguró el analista Roger Simon, al vaticinar así un 2013 de intensas negociaciones para hacer realidad una iniciativa de ley que durante casi dos décadas estuvo en el disparadero de un intenso debate nacional, mientras el Partido Republicano se hundía en una trinchera de persecución y odio racista de la que hoy encuentra serias dificultades para escapar.
Si la reforma migratoria será la más importante batalla de su segundo mandato, el cierre del centro de detención militar en Guantánamo será otro asunto que lo perseguirá hasta el último de sus días en la Oficina Oval.
"El presidente deberá demostrar de qué material está hecho en este segundo mandato. Si acaso es capaz de cumplir y cerrar de una vez por todas Guantánamo o permitir que el Congreso le siga atando las manos", consideró Andrea Prasow, de Human Rights Watch, en alusión a las iniciativas que han mantenido y prorrogado el Partido Republicano para restringir el uso de fondos para el traslado de presos de Guantánamo a otras cárceles federales de Estados Unidos.
A la caza de 'ilegales'
Un restaurante de comida mexicana en Carolina del Sur está recibiendo una lluvia de críticas por hacer que sus empleados usen camisetas con la leyenda "Cómo atrapar a un inmigrante ilegal".
Las playeras, que también están a la venta, muestran además una imagen con un par de tacos colocados bajo una caja de madera a manera de carnada, emulando a las trampas que se utilizan para atrapar roedores.
La controversia inició cuando un maestro de la comunidad de West Columbia publicó la foto de un trabajador de la cadena Taco Cid utilizando este atuendo a manera de uniforme. La imagen rápidamente se volvió viral, desatando una serie de críticas por el mensaje racista que consideran este restaurante enviaba a sus clientes.