Problema. Los hijos no son los únicos que sufren el daño. También los padres que son obligados a alejarse de ellos.
A dos menores los llevaron a Estados Unidos sin el conocimiento de su madre. A otro lo hicieron pasar como víctima de abuso sexual de su padre para alejarlo de él. Uno más tuvo que mentir frente a un juez, instruido por su padre… Así opera el llamado síndrome de la alienación parental. Los responsables: padres y madres en proceso de divorcio, que utilizan a sus hijos para herir al cónyuge sin considerar los daños que ocasionan en los niños y la violación de sus derechos.
Su definición como trastorno divide a la comunidad médica y su frecuencia aumenta al ritmo de los divorcios en México, la mayoría resueltos por las malas.
El problema no parece menor si consideramos que en nuestro país, cada año, por cada 100 matrimonios hay 12 parejas que rompen su vínculo de manera legal. De éstas, al menos diez se declararan formalmente la guerra en los tribunales, alentados por abogados "voraces", un sistema de justicia familiar sobrecargado e instituciones como el DIF que ponderan la unión familiar por encima de métodos adecuados de intervención para separaciones no violentas, de acuerdo con los entrevistados.
Rehenes de esta batalla sin cuartel son los hijos, cuya salud emocional -y física en casos extremos- está en riesgo bajo la influencia de padres que los convierten en proyectiles de su venganza, enojo y frustración contra la pareja.
POCO CONOCIDO
Fuera del ámbito médico y de los tribunales familares, poco se sabe en México acerca de la alienación parental. Pero existe y de manera muy frecuente, de acuerdo con los especialistas.
Es tan recurrente que en la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado lo consideran ya como uno más de los métodos de abuso contra los menores y lo definen como un proceso que tiene como propósito romper el vínculo de los hijos con uno de sus padres.
Alienar quiere decir coaccionar psicológicamente a otro con poder, explica María Isabel Aguilera, doctora en psicología clínica y de la personalidad por la Universidad del País Vasco.
Especialista en intervención y terapia familiar, Aguilera afirma que el problema de la alienación es la distorsión que un padre alienador causa en el psiquismo de un menor. "En el proceso de alienación hay mucha dinámica de falseo de la identidad del otro padre, es un proceso completamente destructivo, porque no sólo destruye el vínculo, sino el psiquismo del hijo, a quien obligan a tomar partido psicológico. Se identifica al bueno y al malo y se obliga al menor a que se ubique allí", dice la directora del Centro Psicoterapéutico Mandrágora.
La alienación parental "ocurre en casos de separación o divorcio mal resueltos, cuando el padre o la madre comienzan a hablar mal del otro con el propósito de deteriorar su imagen frente al hijo hasta separarlos definitivamente. Es decir, le lavan el cerebro al niño, lo manipulan a su conveniencia hasta llevarlo a un conflicto de dualidad entre la lealtad hacia uno y la complicidad hacia otro", explica Arturo Loredo Abdalá, director de la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado.
Los casos pueden ser extremos, dice. "De hecho, tuvimos que intervenir en un caso de acusación de abuso sexual en contra de un padre, a quien acusaron de haber cometido este delito durante el encuentro con su hijo en un Centro de Convivencia Familiar Supervisada, lo que simplemente es imposible porque el lugar está lleno de cámaras, no están a solas con los niños y siempre hay al lado un trabajador o trabajadora social".
Por supuesto, el menor tuvo que ser sometido a una serie de evaluaciones, de por sí difíciles, y separado de su padre durante mucho tiempo hasta que se tuviera la absoluta certeza de que no había ocurrido nada.
NO ES PORBLEMA PSIQUIÁTRICO
Propuesto como un síndrome (es decir, como conjunto de síntomas y signos característicos de una enfermedad) por un siquiatra estadunidense de nombre Richard Gardner, la alienación parental aun no está reconocido por las instituciones internacionales de salud mental como un problema psiquiátrico, de allí que en el Instituto Nacional de Psiquiatría (INP) prefieran identificarlo como un fenómeno.
"En terapia familiar se le conoce como triangulación, lo que significa que uno de los padres utiliza al niño o al adolescente como una herramienta para afectar o dañar al otro. Pero este fenómeno sólo es uno de los criterios propuestos por Gardner para definir el síndrome de alienación parental, que describe un grupo de conductas sociales asociadas al divorcio", explica Liz Sosa Mora, psiquiatra especializada en salud mental de los preadolescentes, del INP Juan Ramón de la Fuente.
Si bien la especialista admite que se trata de un fenómeno muy común, "que por supuesto tiene consecuencia en el niño", aclara que aún no alcanza para clasificarlo como un problema de salud mental. "Quizá hagan falta más estudios, más evidencia científica para identificarlo como uno más de los trastornos o desórdenes mentales".
Sosa Mora considera que la alienación parental es un fenómeno psicológico, social y familiar, que involucra a todas las partes y complica la tarea de identificar quién padece el síndrome: "¿La mamá o el papá alienador? ¿El niño que está siendo alienado o manipulado contra el otro? Es difícil definir quién".
La responsable del área de salud mental preadolescente no pretende restar importancia al tema. Al contrario, lo ubica en una dimensión más amplia y complicada, pues puede ocurrir asociado a otros problemas de salud mental, y podría caber dentro de otro espectro de trastornos mentales que sí están descritos en la literatura y existen en las clasificaciones internacionales.
Explica: "Un padre o una madre que necesita psicológicamente utilizar estas estrategias para dañar al otro, por supuesto evidencia un problema emocional, de personalidad o en la resolución de conflictos, dado que no encuentra una mejor manera de expresar su enojo, su ira o su frustración por un divorcio.
"Los trastornos depresivos también son muy frecuentes en la persona que utiliza estos mecanismo para resolver un conflicto. O puede ser cualquier otro diagnóstico de problema psiquiátrico. Pero cuando hablamos de trastornos por supuesto están bien clasificados y pueden estar asociados o manifestarse con esto que Gardner denominó como síntoma de la alienación parental".
CADA VEZ MÁS CASOS
Cualquiera que sea la definición de los expertos, sea síndrome o fenómeno, lo cierto es que la alienación parental se escucha cada vez con más frecuencia en los juzgados familiares y hay quienes piden que se incluya en los códigos civiles como causa para el retiro de la custodia.
Raúl Menéndez, de la Asociación de Padres y Madres Divorciados, es uno de ellos, porque él mismo se dice víctima de alienación parental.
"A mí me acusaron de abuso sexual y durante tres años y medio no pude ver a mis hijas porque al llegar al juzgado de antemano consideran culpable a los padres, sin estudios de por medio o asesoría profesional que ayude a un juez a decidir a favor de los menores", afirma.
Frente a esta situación, emprendió una batalla legal que lo ha llevado a convertirse en un experto en derecho familiar, conocer a detalle los casos de alienación familiar y encabezar una de las organizaciones más conocidas en el ámbito de los derechos de padres a quienes les impiden ver a sus hijos.
"No se trata sólo de hombres, aunque al principio fuimos mayoría, pero en el transcurso de los años llegan a nosotros cada vez más mujeres que son separadas de sus hijos bajo argumentos legales falsos", afirma.
"Hemos sumado hasta 100 padres y madres de familia -40 hombres y 60 mujeres-, así como abuelos a quienes se les niega su derecho de ver a los nietos", dice Menéndez.
Menéndez calcula que hay aproximadamente 200 mil niños, hijos de padres divorciados, que están sometidos a la alienación parental, dado el números de divorcios o procesos que actualmente se desahogan en los juzgados de lo familiar.
Mientras los procesos avanzan, dice, en medio de las trampas y recursos de los abogados, muchos padres deben soportar la ausencia de los hijos y el riesgo de que se rompa el vínculo en medio de la batalla legal.
Menéndez emprendió la batalla por reformas legales para garantizar el derechos de los niños de ver a sus padres y familia consanguínea en las mejores condiciones y al margen de los procesos de divorcio.
"Los divorcios son una lucha de poder y pasto de abogados sin ética que manipulan y mienten para su propia conveniencia, y propician la alienación parental. Por desgracia, un dictamen de esta patología no es prueba plena en un proceso", dice.
HIJOS, ÚNICOS CON DAÑOS Los hijos no son los únicos que sufren el daño. También los padres que son obligados a alejarse de ellos.
Así lo explica Liz Sosa Mora, del Instituto Nacional de Pediatría: "El padre alienado, a quien ya no se le permite ver al hijo o que de un momento a otro pierde su afecto, por supuesto que también tiene consecuencias en su autoestima, en su capacidad de relacionarse con los demás, en la forma como se siente y la angustia que percibe en él todo el tiempo. Perder a los hijo, ya sea física, emocionalmente o por un divorcio, es uno de los problemas más severos para un padre y es factor de riesgo para enfermedades mentales".
Arturo Loredo Abdalá, director de la Clínica de Atención Integral al Niño Maltratado, agrega: "Los padres y madres que pierden a sus hijos por los casos más severos de la alienación sienten como si éstos hubieran muerto: lloran y se resienten por la pérdida, y siguen amando y recordando al menor a la distancia. Su esperanza es que algún día alguien pueda explicarle a sus hijos las razones de la distancia y que éstos, por voluntad propia, intenten reconstruir la relación con su padre o madre perdido".
Advierte que son pocas las oportunidades para un padre y un hijo víctimas de alienación si los tribunales y especialistas en salud mental y pediatría no intervienen y se involucran en estos casos.
Para los padres, sin embargo, las posibilidades son limitadas. Primero, porque la mayoría de los padres ignora esta patología. Y segundo, porque falta coordinación entre las instituciones y personal capacitado para atender el problema, afirma Raúl Menéndez, de la Asociación de Padres y Madres Separados.
Desafortunadamente, dice Liz Sosa Mora, no hay canales para intervenir en la resolución de conflictos por divorcio, porque en cultura de salud mental estamos muy relegados.
"Cuando los hijos llegan a nosotros es porque realmente están en un momento severo y alguien consideró que eso ya no era normal. Nos llegan cuando ya están deprimidos o expresando ideas de muerte o ya tuvieron un intento suicida o tienen severos problemas de conducta".
El problema, sin embargo, podría ser atendido desde sus inicios, "pues un divorcio afecta a padres y a hijos, y podríamos intervenir desde el momento de la separación. No para tratar enfermedades, sino para prevenir. Pero esos casos no nos llegan", lamenta la psiquiatra.
No obstante, y dado que siguen siendo mucho más los casos de maltrato contra los menores, considera siempre necesario agotar todas las posibilidad para prevenir que las acusaciones contra un padre no resulten ciertas.
"Por supuesto que es un problema severo que un padre manipule al niño para que deje de querer al otro sin tomar en cuenta su propia necesidad de crecer con el otro. Pero uno de los criterios básicos del trastorno que propuso Gardner es que ese otro no sea realmente un maltratador, no sea abusador. Esa es una de las definiciones básicas de la alienación parental: que el maltrato sea un invento del padre alienador, es decir, del que está separando o manipulando al niño en contra del otro".
Pero cuando existe la mínima sospecha que alguno de los padres abusa o maltrata, por supuesto la obligación es favorecer la salud del niño, aunque eso signifique alejarlo de alguno de sus padres, porque no podemos permitir que corra riesgos y sea maltratado.
María Isabel Aguilera, del Centro Psicoterapéutico Mandrágora, coincide en que se trata de un tema difícil de abordar, sobre todo cuando hay acusaciones de violación o abuso contra un padre.