El Celler de Can Roca, local gironés propiedad de los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca, se adjudicó la primera posición en la lista de los 50 Mejores Restaurantes del Mundo. (Agencia Reforma)
— Josep Roca
Es miércoles por la noche, han pasado apenas 24 horas desde que El Celler de Can Roca, local gironés propiedad de los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca, se adjudicara la primera posición en la lista de los 50 Mejores Restaurantes del Mundo, y lograr que alguien conteste del otro lado de la línea telefónica es todo un reto a la paciencia.
Cuando finalmente ocurre, Cristina, la chica a cargo de las reservas, da pistas, en tono algo sobresaltado, sobre lo que sucede: amigos, comensales y periodistas han abarrotado el lugar a la espera de poder festejar con los Roca el gran triunfo.
"Este reconocimiento representa el cariño y afecto de todo el sector a nivel profesional. También sabemos que hay que tomar distancia. Agradecemos mucho, pero debemos seguir trabajando igual que anteayer. No nos podemos volver locos, porque aunque se crea que esto cambia la vida, no es verdad", dice Joan con el tono tranquilo y ecuánime que lo distingue, acompañado de un dejo de alegría.
Tras bambalinas
El Celler de Can Roca, calificado con tres estrellas de la Guía Michelin, se mantuvo en segundo lugar de la lista de los 50 Mejores durante dos años consecutivos.
Provenientes de una familia de abolengo culinario, los hermanos Roca han conformado una mancuerna interesante: Joan es quien lleva la cocina y las finanzas; Josep, es sommelier y encargado de sala, y Jordi, repostero.
"Somos un triángulo creativo lleno de tradiciones de nuestra familia, de nuestros padres y eso nos vuelve una experiencia global única", define Joan.
"Estamos arraigados a la tradición catalana, a una tradición que dialoga con su entorno y su tierra, que se conjunta con la ciencia para evolucionar y ser más creativos".
En 25 años de historia, El Celler de Can Roca ha experimentado un crecimiento sin abandonar sus raíces. Los Roca regresan a las recetas de mamá, pero las transforman y las mezclan con técnicas de vanguardia e incluso han cruzado la línea entre arte y gastronomía.
"Van de la mano el conocimiento de la cocina, las técnicas y la profundidad en el discurso para lograr jugar con los comensales sin mostrar rigidez", explica Josep.
Uno de los pilares en el éxito del restaurante gironés es el servicio al cliente: en El Celler hay tres personas atendiendo sólo las reservas y 20 empleados trabajando para 50 comensales. Aunado a esto, el establecimiento permanece cerrado los martes por la tarde, jornada que los hermanos dedican a dar y recibir retroalimentación por parte de todo su equipo.
"Lo que importa para ser el mejor es la suma de pequeños detalles que deben estar siempre y vincularse a quienes dirigen. Debe respirarse autenticidad y normalidad.
"Nosotros estamos ubicados en un barrio muy humilde, cerca de donde viven mis padres, de manera que actuar con rigidez no tendría sentido. Transmitimos lo que hemos mamado, lo que hemos vivido", dice Josep.
Un rayo de luz
Ante la situación económica que vive España, los Roca ven en este premio una alternativa de progreso.
"Más que ser un reconocimiento para nosotros es una oportunidad para que nuestra gente vea un rayo de esperanza. Es una buena noticia en un mundo lleno de malas noticias y eso se debe aprovechar. Nuestro deber es comenzar a impulsar este tema como una fuente para promover el turismo", dice Jordi.
"Poner valor a la cocina catalana y española es lo que ahora buscaremos. Sacar partido de esto y proyectar una imagen positiva de evolución, creatividad y compromiso con la calidad y la excelencia", complementa Joan.