
El temperamento es un factor indispensable a considerar al momento de tomar la decisión de vivir solo.
Actualmente es común ver a más personas decidirse a vivir sin compañía, la psicóloga Franca Trezza intenta clasificar -entre ventajas y desventajas- la condición de no pocos seres humanos que deciden, por diversas causas, vivir solos.
La especialista en relaciones humanas recuerda que, en 2012, BBCMundo reseñó un estudio realizado por el Instituto Finlandés de Salud Ocupacional en el que daba cuenta de la popularidad que ha cobrado hoy este estilo de vida.
En alusión a esa investigación, la agencia de noticias británica refería que, en Estados Unidos y el Reino Unido, de tres individuos hasta dos vivían solos. Pero la nota periodística llamaba la atención sobre las incidencias negativas en la salud mental generadas a partir de la soledad, alegando el aumento en el consumo de antidepresivos.
Aceptando la veracidad de esos efectos, Franca Trezza dice que, en el otro extremo del asunto, vivir solo es una buena oportunidad para aumentar la autonomía personal y un momento para proclamar la independencia.
"La autonomía tiene que ver con la forma de asumirse, de resolver la alimentación, de realizar las actividades domésticas, de cuidarse y protegerse como ser humano", conceptualiza Trezza. "En esos casos, hay que tomar decisiones que aunque parezcan tontas resultan básicas".
En ese sentido, las menciona: decidir cuándo hacer mercado, organizar la comida o sustituir el hábito de la comida casera por la hecha en restaurantes.
Quienes viven solos determinan sobre sus propias expectativas la forma de distribuir el dinero y el cumplimiento de los pagos mensuales. "Así, revelan autonomía, capacidad para resolver situaciones y nivel de responsabilidad".
Para aumentar el atractivo de esta opción de vida, la psicóloga Trezza opina que quienes la enfrentan se hacen, regularmente, personas más organizadas y dueñas de su tiempo.
Se considera que cuando la persona está consigo misma, llega a conocerse más, y que la misión y proyecto de vida se profundizan. "Hay más tiempo para pensar en lo que le sucede".
Ahora bien, no todas las experiencias humanas son iguales. Todo depende de cada persona, pues hay gente que vive sola y no crece. "Pero más allá de esos casos, estar solo es un escenario que lleva a mayor profundidad".
No es igual a soledad
Vivir solo debe asumirse como un período de crecimiento, en el cual se descubren otros recursos internos de los que valerse. Al hacerse más responsable y autónomo, el individuo puede precisar su poder para transformar su propia realidad. "Enfrenta los desafíos con una convicción personal más profunda".
Vivir solo no implica la soledad. "La persona que vive sola -porque así lo decidió y tiene buena relación con el entorno- es alguien que se siente pleno y feliz. Pero si vive sola y se le dificulta vincularse con el afuera entonces es una persona de alto riesgo".
En el último caso, la soledad es evaluada como peligrosa porque puede desencadenar cuadros de depresión y distanciamiento con el resto de las personas.
Los efectos sobre la salud física no quedan ahí. De acuerdo con señalamientos hechos por médicos de la División de Cardiología de la Universidad de Nueva York, el aislamiento social tiene relación con la mortalidad cardiovascular en las personas que tienen enfermedad cardíaca.
"Somos seres sociales", recuerda la psicóloga Trezza. "El ser humano puede vivir solo, pero si tiene buenas relaciones con el afuera".
Caso contrario, si se trata de alguien que experimenta soledad (no tiene pareja, ni amigos y, de paso, malas relaciones en su trabajo) no reúne un perfil aconsejable. En ocasiones, la gente que vive sola se hace rígida y comienza a encontrar dificultades para aceptar otras formas de hacer las cosas en su entorno inmediato. "Deben hacerse las cosas como quiere, como las aprendió, como le funcionan y hasta la pareja podría representar un fastidio si rompe esas reglas".
Se cree que, en ciertos casos, algunas de estas personas pierden capacidad para adaptarse a los demás. En casos extremos, convierten la televisión en su gran compañía. "No se vinculan emocionalmente".
Es verdad que aún estando en compañía puede sentirse soledad y que, a veces, se experimenta plenitud viviendo solo. "Todo depende de la actitud individual", precisa Trezza. "Desde ese lugar de independencia la gente se vincula con el mundo, lo cual impacta a nivel de pareja".
Adaptarse a las pautas de vida de otra persona requiere madurez, mientras que las exigencias pueden agudizarse cuando la relación se construye a partir de dos personas que vienen de vivir solas. "Hay que negociar mucho para poder convivir".
Pero vivir solo tampoco es visto en la actualidad como un estigma. "Siempre y cuando eso genere bienestar y felicidad. Con frecuencia, la gente lo hace porque quiere ser autónoma o desea encontrarse consigo misma en un mundo caótico. Otros buscan manejar la crisis externa refugiándose en ellos mismos. No pocas veces se trata de un mecanismo de defensa para encontrar paz interior".
Vínculos virtuales
Estos han permitido que las personas mantengan interacción. "Hay gente que quiere un vínculo por Internet sin que trascienda en una relación larga, por miedo al compromiso", opina Franca Trezza.
Los contactos virtuales no forzosamente llegan a ser vínculos emocionales. "La mejor opción es el cara a cara", aconseja la especialista. "Si el contacto es virtual se pierde la empatía, porque uno no sabe exactamente qué siente el otro. No siempre lo que se siente se escribe en un mensaje de texto o en un correo electrónico".
Compañía: ¿cualquiera?
Según Franca Trezza, vivir en compañía debe ser la meta. "La soledad no es recomendable, independientemente de la grandeza interna de cada quien. Está bien que se disfrute en una edad media, cuando la gente va consolidándose. Debe procurarse una vejez en compañía estable, porque la compañía inestable también hace sentir soledad. En todo momento, la gente anhela los vínculos".
Hay quien, por ejemplo, no sabe reconocerse viviendo a solas y, ante esa incapacidad, elige cualquier compañía, creyendo alcanzar una estabilidad.
"Es una situación indeseable, es vivir en contra de sí mismo. No es sano. Yo diría que, en esos casos, debe trabajarse primero el miedo a la soledad para luego seleccionar a una persona que brinde plenitud".
Para Franca Trezza, la plenitud significa que alguien pueda comunicarse con ese otro cuando lo necesite y que entre ambos haya oportunidad de negociar de forma fluida con ganancia para los dos.
"En la vida hay trozos que se caminan solos, pero otros deben hacerse en compañía, por lo cual hay que saber caminar al lado del otro. La plenitud es como un vals, puedes agarrar el paso del acompañante sin pisarle los pies. Todas las relaciones humanas deben bailar el vals de la plenitud".